Literatura epigráfica o pseudoepigráfica
        Hay numerosa literatura epigráfica y de  ella hemos dado cuenta anteriormente* publicando un breve fragmento de un trabajo traducido y editado por Scholem.  Sin embargo son numerosos los textos que tratan de temas cabalísticos y que no  han sido publicados nunca. Desde luego la edición de los susodichos textos  –incluso su traducción a lenguas europeas– es fundamental pues esta  extraordinaria labor comenzada por los cabalistas del siglo XX y encabezada por  Gershom Scholem de hecho debería proseguirse para el bien de hebreos y no  hebreos en este siglo.
        Hace unos años se han publicado en  Estados Unidos The Books of Contemplation, Medieval Jewish Mystical Sources.176 Se trata de cinco textos relacionados con la merkavah, que el autor de su estudio Mark Verman considera  producidos por lo que denomina un "Círculo de Contemplación" (Iyyún, al que nos hemos referido anteriormente)  que influenció profundamente en la Cábala de Provenza  y la de España, incluso en el Zohar,  y que parece haber tenido vinculaciones con Centro Europa y Europa Oriental,  escuelas de rabinos místicos, y aún cabalistas, en esos lugares. Igualmente están  relacionados con la profecía tal cual Abulafia comprendía este término y  citados en el siglo XVI por Moisés Cordovero. En su introducción Mark Verman  nos explica:
        
          Considerando el desarrollo del misticismo  judío, es evidente que se encuentra concentrado en períodos de intensidad. No  ha sido el caso que en cualquier siglo o era, se encuentre una actividad tan  extensa como en otro; más bien, el paso se acelera o se vuelve lento. Esto es  indicativo de una tradición orgánica y vibrante, floreciente periódicamente.  Por esta razón es imperativo considerar los contornos históricos generales del  misticismo judío con sus patrones e intereses recurrentes, para apreciar mejor  los desarrollos específicos, tal cual el del "Círculo".
          Si fuésemos a graficar esta actividad  podríamos apuntar a un período temprano, correspondiente a las experiencias  visionarias de Isaías, Ezequiel y Zacarías, es decir, del siglo octavo al sexto  a. C. continuado por un bache hasta los siglos tercero y segundo a. C. con la  composición de textos tales como I Enoch y Daniel. Otro bache sobrevino hasta  mediados del siglo uno d. C., que fue testigo de visionarios judeocristianos,  como Pablo y la Revelación de Juan, los escritores apocalípticos de 4 Ezra, 2 Baruch, y otros textos, así como el sabio rabínico R.  Yohanan b. Zakkai y sus discípulos. A esto siguió el período de literatura hekhalot (templos o palacios  celestiales) cuya proveniencia ha sido causa de mucho debate erudito y está aún  irresoluta, aunque presumiblemente este corpus literario cae en algún lugar  entre el siglo segundo y el octavo d. C.
          Después hay una larga brecha con actividad  sólo esporádica, hasta principios del siglo trece, en cuyo tiempo hubo una  verdadera explosión. Esto duró aproximadamente 100 años y fue la época más productiva  y creativa en toda la historia del misticismo judío. Multitud de individuos  compusieron cientos de textos incluyendo los escritos del "Círculo" y  la indisputable joya de la tradición mística, el Zohar, El Libro del Esplendor.
        
        Y prosigue:
        
          Aunque la pseudoepigrafía era la norma para el  "Círculo", la gran mayoría de los textos místicos escritos en  Alemania, Francia y Gerona fueron reclamados por sus verdaderos autores. Es  más, esta proclividad hacia atribuciones pseudoepigráficas continuó prevaleciendo  en la teosofía castellana en la mitad tardía del siglo trece. Los escritos de  R. Isaac Cohen ofrecen innumerables ejemplos, así como lo hace el mismo Zohar.
        
        Dado el breve espacio que podemos  disponer para estos tratados en este estudio que sólo pretende ser un panorama  de la Cábala hemos elegido un único texto perteneciente a La   Fuente de la Sabiduría, (Ma'yan ha-Hokhmah):
        
          Estos diez colores fluyen de la oscuridad.  Ellos son los siguientes: luz de la luz, esplendor del esplendor, fulgor del  fulgor, esplendor de la luz, luz del esplendor, fulgor de la luz, luz del  fulgor, fulgor del esplendor, esplendor del fulgor y fuego llameante del fuego  llameante. ¡Mira! (he aquí) Son diez. La primera es Luz Maravillosa; ésta es  luz de la luz. La segunda es Luz Escondida (oculta); ésta es esplendor del  esplendor. La tercera es Luz Centellante; ésta es fulgor del fulgor. La cuarta  es Luz Brillante; ésta es esplendor de la luz. La quinta es Luz Iluminada; ésta  es la luz del esplendor. La sexta es Luz Iluminadora; ésta es fulgor de la luz.  La séptima es Luz Refinada; ésta es la luz del fulgor. La octava es Luz  Brillante e Iluminada; éste es fulgor del esplendor. La novena es Luz Clara;  ésta es esplendor del fulgor. La décima es Luz Esplendorosa; ésta es fuego  flameante del fuego flameante.
        
        Y después de esta exposición luminosa:
        
          Ahora regresaremos a explicar cada luz, fulgor  y esplendor que está en cada uno, según este patrón, para que puedas conocer y  comprender que la Oscuridad Primordial no está incluida en su enumeración. De ella todo emerge y de ella  emergió la[s] fuente[s] que brotó de ella. [También] es llamada La Luz Que Es Oscurecida por La Iluminación, pues está escondida e imposible de conocer la esencia de la  existencia de esta oscuridad.
        
        El libro hebreo de Enoch, "Libro  de los Palacios o Sefer Hekhalot"177
  Tal como explica Charles Mopsik en la  introducción y traducción anotada que realizó de este texto178,  se trata de un libro pseudo-epigráfico de la mística judía antigua  perteneciente a la llamada "literatura de los Palacios" o Merkaba.179 Su datación es  difícil y no hay unanimidad entre todos los investigadores contemporáneos que  lo han estudiado (Scholem lo sitúa entre los siglos V-VI de nuestra era, aunque  otros autores lo ven anterior, atribuyéndoselo al mítico rabí Ismael del siglo  II), pero en cualquier caso su importancia e influencia ha sido enorme, no sólo  en la Cábala desde sus orígenes hasta nuestros días, sino también en la  literatura del exoterismo judío donde es citado abundantemente. No en vano el tema  que aborda es el de Metatrón, el "Angel o Príncipe de la Faz"180,  energía primera en la jerarquía angélica con la cual se expresa simbólicamente  el orden cosmogónico y que se extiende a los pies o alrededor del Trono de la Gloria. Metatrón es la entidad más alta y misteriosa, la potencia activa del  Principio inmutable, con funciones de guía, protector, emisario, y revelador de  los más altos secretos a los iniciados, con algunos de los cuales, como veremos  más adelante, se identifica completamente. Tal como anota Mopsik:
        
          Pero la figura de Metatrón no será nunca  completamente estabilizada en la literatura judía; conocerá numerosas  metamorfosis en la cábala medieval y post-medieval, e incluso se puede decir  que en nuestros días la figura de Metatrón es una figura angélica abierta,  presta a recibir rasgos "nuevos" y a entrar en sistemas angeológicos,  filosóficos o místicos que le añadirán aún otros calificativos. ¿Acaso no  representa al Intelecto Agente en Abraham Abulafia o Gersonides, y no está asociado  en la cábala con la sefirah Malkhuth (el Reino divino), así como con la sefirah  Yesod (la   Justicia divina) y a veces con las  sefiroth Hesed y Gueburah?
        
        En realidad se trata de una energía  universal, inmortal, eterna, y vínculo directo entre la Deidad Pura y el ser humano. Siguiendo de nuevo a Mopsik:
        
          Lo que nosotros quisiéramos solamente señalar  aquí es el carácter abierto y polimorfo del ángel Metatrón, el cual se  encuentra un número incalculable de veces en una inmensa literatura que  atraviesa no sólo las épocas y los espacios sino que cruza las fronteras  confesionales. Metatrón aparece así en los sellos mandeos, siendo el mandeísmo  una religión debida a Juan Bautista, que se origina en las sectas baptistas y  judeo-cristianas primitivas implantadas alrededor del Jordán y que florecieron  seguidamente en el área cultural sasánida, la misma en la que el Talmud de  Babilonia vio la luz. Igualmente se lo identifica a veces con Hermes y algunos  autores le encuentran rasgos relacionados con Mitra.181
        
        Y a propósito de esta estrecha relación  con el Hermetismo, añade:
        
          En todos los escritos de la literatura de los  Palacios, la figura de Metatrón no es nunca el pretexto de la presentación de  una doctrina y no es el garante de ninguna verdad sectaria señalada. El único  mensaje específico, "personal", que revela Metatrón en la literatura  donde aparece está contenida en una simple fórmula: "Todo lo que es abajo  es arriba."
        
        El Sefer  Hekhalot, libro breve tan radiante como enigmático, contiene enseñanzas  sobre el orden universal, los ciclos cósmicos, los nombres de poder nacidos de  un Nombre impronunciable, así como revelaciones sobre las proporciones y  módulos del cosmos en clave aritmológica. De lo mucho que podría citarse,  elegimos este fragmento sobre el origen divino de las letras182 implantadas en la corona de Metatrón:
        
          Rabí Ismael dice: el ángel Metatrón, el  Príncipe de la Faz, lustro del cielo más alto, me dice:
            A causa del abundante amor, de la gran  compasión con la que el Santo, bendito sea, me ama y me quiere, más que a todos  los niños de las alturas, él escribió con su dedo, tal como una pluma de llama,  sobre la corona ceñida encima de mi cabeza,
            las letras por las cuales han sido creados el  cielo y la tierra,
            las letras por las cuales han sido creados los  mares y los ríos
            las letras por las que han sido creadas las  montañas y las colinas
            las letras por las cuales han sido creadas las  estrellas y las constelaciones, los relámpagos, los vientos, los truenos, los  sonidos del rayo, la nieve, el granizo, el huracán y la tempestad
            las letras por las cuales han sido creadas  todas las cosas necesarias al mundo, todas las disposiciones del principio sin  excepción.
            Cada letra nace, golpe sobre golpe, como una  aparición de rayo, golpe sobre golpe como una aparición de antorcha, golpe  sobre golpe como una aparición de llama de fuego, golpe sobre golpe como una  aparición de la salida del sol, de la luna y de las estrellas.183
        
        Igualmente, en este texto es central la  identificación de la energía-fuerza de Metatrón con el Enoch bíblico –del que  se dice que andaba con Dios y que fue llevado a los cielos sin pasar por la  muerte física–, sol interno irradiador de la luz increada del Principio que  según la tradición se encarnó en José y después en el rabí Ismael ben Elicha, o  sea que se va haciendo manifiesto cíclicamente a través de entidades o seres  humanos de cualquier tiempo que tocados por la gracia divina y entregados a la  tarea de transmutación interna, han traspasado todos los umbrales y ámbitos de  la conciencia, revistiéndose de los matices de la luz de todas las entidades  angélicas, y que habitan por ello en el eterno presente del Santo, bendito sea,  reintegrados en el estado principial anterior a la caída, lo que es análogo al  símbolo del sol de medianoche. En el Libro  hebreo de Enoch se relatan los ascensos y exaltaciones tanto de Enoch184 como de Rabí Ismael, y en un anexo, también el de Moisés; y el concentrado  texto, antes de finalizar con un exhaustivo recitado de los nombres de  Metatrón, revela estas palabras tan arcanas:
        
          Después, Metatrón se sienta en las alturas  celestes durante tres horas cada día y reúne todas las almas de los embriones  muertos en el vientre de su madre, de los niños de pecho que han muerto en el  seno de su madre y de los pequeños escolares que han muerto [estudiando] los  cinco libros de la Torah. El los  transporta bajo el Trono de la gloria, y los hace sentar a su alrededor por  clases, por compañías y por grupos, y les enseña la Torah, la sabiduría, la aggadá, la  tradición. Acaba para ellos el libro de su estudio, como está dicho: "¿A  quién quiere él enseñar la ciencia? ¿A quién quiere hacer comprender la  tradición? A aquéllos que apenas están destetados, los que vienen de dejar el  pecho." (Is. 28, 9).
        
        Pues en verdad, Metatrón es también el encargado de  anunciar al ángel de los archivos, el que guarda en el maletín los escritos y  el Libro de las memorias185 que  el Santo, bendito sea, lee cada día ante los escribas del gran Tribunal situado  en la altura del Firmamento, así como también se hace abrir el libro de los  vivos y el de los muertos; por lo que desde la inmutabilidad del Principio  Supremo, el mundo se renueva a cada instante por medio de la Palabra de la que Metatrón es guardián y emisario.
            
        El Talmud
          Este corpus de la literatura judía tiene  una función ordenadora para el pueblo de Israel, y aunque fundamentalmente  recoge las enseñanzas orales de carácter exotérico, también recopila aspectos  más interiores de su tradición. Por eso muchos cabalistas lo han tomado como  referente y han iniciado sus investigaciones y meditaciones en sentencias y  dichos de este libro de libros, sobre todo de la agadá, al reconocerlo enraizado en los principios universales de  donde todo emana, tal como refleja este fragmento del propio Talmud en el que rabí Leví bar Hama  dice:
        
          ¿Por qué está escrito: "Y  te daré las Tablas de piedra, junto con la Torá y los mandamientos que puse por escrito, para que  sean enseñados" (Ex. 24,12)? Las "Tablas" contienen los diez  mandamientos, la "Torá" escrita es el Pentateuco y los  "mandamientos" están incluidos en la Mishná. Las palabras "que puse por escrito" aluden  a los libros proféticos y hagiográficos; las palabras "para que sean  enseñados", a la Guemará. Esto prueba que las  leyes orales, la Mishnáy la Guemará, fueron dadas a Moisés en el Sinaí. (Berajot 5a)
        
        Para conocer la cronología, contenido y  estructura del Talmud recogemos de la  página telemática de la editorial Verdier esta breve síntesis:
        
          El Talmud ("el estudio") reúne la Mishná186 y la Guemará a la que presenta como su comentario. Es la elucidación  sistemática de la enseñanza oral emprendida por los discípulos de R. Yehuda  ha-Nassi. Sus discípulos inmediatos abren la era de los amoraim ("los que explican"). Aparecen entonces numerosas  academias; en primer lugar en Palestina, en Tiberíades, en Lydda, en Séforis,  en Usha y en Cesárea; luego en Babilonia, en las ciudades de Sura, Pumbedita,  Nehardea y Naresh, cuyos primeros maestros recibieron la ordenación en  Palestina.
          R. Yohanan (199-279),  escolarca de la academia de Tiberíades, proyectó la redacción de un comentario  de la Mishná que contuviese las diferentes discusiones  relativas a ella. Sus discípulos siguieron con la tarea durante dos  generaciones y su empresa dio lugar al primer Talmud, denominado impropiamente Talmud de Jerusalén.
          Más adelante, en Babilonia, la  misma empresa fue conducida por R. Ashi (352-427), escolarca de la academia de  Sura, y continuada por sus discípulos hasta el siglo séptimo, constituyéndose  así el Talmud llamado de Babilonia.
          En cada uno de los dos Talmud, la Guemará no está completa. En el Talmud de Jerusalén la Guemará cubre 39 tratados, mientras que en el Talmud de Babilonia, 37; pero éste  último es de una extensión ocho veces superior que el otro. (…)
          Halakhá y agadá son las dos vertientes del  discurso talmúdico.
            La halakhá ("proceder", de donde regla de la vida práctica)  contiene el enunciado de las reglas civiles, penales y religiosas –las mitsvot o mandamientos. Es la enseñanza  propiamente exotérica del Talmud.
          La agadá (del verbo arameo aged, "narrar, explicar") reúne las relaciones históricas, las  parábolas, las sentencias, las anécdotas edificantes y las homilías que  encierran una enseñanza esotérica.
          Contenido de los tratados del Talmud:
          1.- Orden zera’im: de las simientes –Después de un tratado consagrado a las  bendiciones, habla de los diezmos, de las primicias, de la ofrendas, de las  donaciones que se deben hacer a los sacerdotes, a los Levitas y a los pobres  sobre los productos de la tierra; del descanso, de los trabajos de los campos  durante el séptimo año; de las mezclas prohibidas en las siembras y en los  injertos (en ocho tratados)
          2.- Orden mo’ed: de las fiestas –Del Sábat, de las fiestas y de los ayunos;  de los trabajos y de los sacrificios a cumplir durante esos días. También se  trata la cuestión de las reglas para la fijación del calendario judío (once  tratados)
          3.- Orden nashim: de las mujeres –Legislación del matrimonio, divorcio,  levirato, adulterio, votos y nazireato: todo lo que atañe a las relaciones  conyugales, y de una manera general a las relaciones entre los sexos (siete  tratados)
          4.- Orden neziqin: de los daños –Legislación civil. Excepto un tratado sobre  la idolatría y el tratado Avot en el que están recogidas las sentencias morales  de los doctores, este orden trata de las transacciones comerciales, compras,  ventas, hipotecas, prescripciones, procedimiento, organización de los  tribunales, testimonios y juramentos (ocho tratados)
          5.- Orden kodashim: de las cosas santas –Legislación de los sacrificios, de  los recién nacidos, de las carnes puras e impuras. Descripción del templo de  Herodes (diez tratados)
          6.- Orden taharot: de las purificaciones –Leyes sobre la pureza y la impureza  de las personas y de las cosas, de los objetos capaces de contraer la impureza  por el contacto; reglas relacionadas con los fenómenos de la muerte (nueve  tratados)
        
        Dada la importancia de estos dos compendios, tanto  el de Jerusalén y sobre todo el de Babilonia, que profundiza mucho más en las  cuestiones agádicas, conocieron  varias ediciones en el Renacimiento (la más completa es la de D. Bomberg,  Venecia, 1520-1523 para el babilónico; 1523-1524 para el palestino) y nuevas  reimpresiones en muchas otras ciudades hasta nuestros días, siendo un eje  legislador, instructivo y aglutinador para el pueblo judío disperso por el  mundo, sobre el que se han inspirado fragmentos de muchos textos cabalísticos  entre ellos el Zohar.