PRESENCIA VIVA DE LA CÁBALA II
LA CÁBALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS

CAPITULO IV
LA CABALA EN ITALIA (5)

Agostino Giustiniani y Petrus Galatino
El primero de ellos, Giustiniani (1470-1536), es un dominico de familia patricia de Génova que viaja a Valencia de joven y reingresa luego a su orden en Pavía. Publica en Bolonia en 1513 sus Anales y una plegaria compuesta al Dios Todopoderoso de 72 Nombres divinos en hebreo y en latín. Igualmente un Psalterio políglota en 1516 cuajado de comentarios cabalísticos y que presenta en hebreo, latín, griego y árabe. En 1520 edita en París la Victoria Porcheti adversus impios hebreus… y en ella incluye el Pugio fidei (El Puñal de la Fe) de R. Martinus (Ramón Martí), atribuido por algunos a Pablo de Heredia del que fue su comentarista y editor, libro apologético dedicado supuestamente a la conversión de judíos a una misma fe con los cristianos.205 Es difícil decir de Pablo de Heredia, Giustiniani e incluso de Galatino que también ha reproducido dicha obra en su De Arcanis, si su propósito fue el de obtener prosélitos religiosos de este modo, o bien todo lo contrario, propalar la sabiduría de la Cábala en medios gentiles, filosóficos-platónicos-pitagóricos o piadosos cristianos. En todo caso nos parece que la manera de tratar a este autor no debe ser cuantitativa, es decir, no debe considerar el planteo exclusivamente religioso del número de fieles implicados y su adhesión a uno u otro bando.

Giustiniani es profesor de lenguas orientales en París, donde publica una traducción latina de la Guía de los Descarriados de Maimónides y 107 Cuestiones sobre el Génesis de Filón. También sus escolios son muy importantes, consultados y conservados por muchos cabalistas de su tiempo, entre otros Conrad Pellican. De ellos dice F. Secret:206

Los escolios son particularmente interesantes por los textos de Kabbala que presentan. Por primera vez son transcritos y traducidos al latín los textos del Zohar: siete sacados en su mayoría del Sifra di Tzniutha o libro del arcano, que Knorr von Rosenroth publicará en su Kabbala denudata. No carece de interés señalar que uno de estos pasajes, que le sirven a Giustiniani para poner de manifiesto la encarnación de Cristo, es citado por Denis Saurat para ilustrar el tema de la vida sexual en Dios y del panteísmo entre los filósofos salidos del Renacimiento. Además, los pasajes de los Midrashim, especialmente del Midrash Tehillim, del Tagin o libro de las coronas que están inscritas en las letras de la Ley, y varios fragmentos kabbalísticos que no han sido todavía identificados, un pasaje del Gale Razeia y otro de un comentario cabalístico sobre los psalmos debido a un converso con el nombre de Libertas Commineti.

Sobre los escolios también trabajó Petrus Galatino (1460?-1540?), que fue franciscano, y escribió unos tratados revolucionarios titulados Iglesia instituida, destituida y restituida donde describe sus revelaciones proféticas y se declara el Papa angélico. Dedica a Carlos V su Comentario sobre el Apocalipsis pensando que este monarca ha de coadyuvar a la reestructuración necesaria para el enderezamiento de Occidente. Es también el autor de una de las obras más conocidas y difundidas del Renacimiento De arcanis catholicae et veritatis en la que defiende a Reuchlin, labor que le tocó como penitenciario apostólico. Trabaja mucho con los textos citados por Giustiniani en los escolios y hace un estudio del Tetragrammaton a la par que se permite defender el Talmud y con ello la importancia de traducirlo al latín, pues conocía perfectamente esta lengua, así como el griego y también hebreo, que había estudiado en Roma con Elías Levita.

Ambos autores, tanto Galatino como Giustiniani, son muy leídos y citados desde el comienzo de la andadura de la Cábala en Italia, al igual que otros que seguiremos viendo, no tanto por producir obras propiamente cabalísticas, sino porque actuaron como recopiladores de dicha literatura. Esa fue su contribución para la difusión de dichos textos en distintos medios y lugares, lo que no quita además que la doctrina cabalística influyera solapadamente en el enfoque de sus textos, claramente cristianos, como es el caso de los de Galatino.

Su obra, o sea la serie de sus escritos, es verdaderamente extensa; en 1506 publica De optimi principis diadamate; al año siguiente aparece Expositio dulcissimi nominis tetragramaton. En 1515 la Oratio de circuncisione dominica, pronunciada el primero de ese año en presencia de León X. De arcanis catholicae veritatis, publicada en Ortona en 1518, está compuesta de 12 libros y verá posteriores ediciones en Basilea, París, Frankfurt, etc. En 1519 sale a la luz Libellus de morte consolatorius ad Leonem X, compuesta en ocasión de la muerte de Lorenzo de Médici, duque de Urbino y sobrino del Pontífice. De republica cristiana le sigue dos años después, dedicada en este caso a León X y que trata de la reforma de la Iglesia; De septem Ecclesiae tum temporibus tum statibus, vuelve sobre los argumentos del libro anterior. Ya hemos mencionado De Ecclesia destituida y De Ecclesia restituida, anteriores a 1524, en las cuales se atreve a la interpretación de las profecías bíblicas y medievales y al sentido místico de los Salmos y del Apocalipsis. Se discute de nuevo acerca del estado calamitoso de la Iglesia y de su próxima reforma mediante el retorno a los orígenes. Sobre esta línea de interpretación simbólica de las sacras escrituras produce un comentario al Apocalipsis en 1524, dedicado como ya dijimos a Carlos V. Tenemos después una Vaticinio Romani explicatio, de 1525 sobre una profecía pronunciada en Roma en 1160, y en 1526 De Sacra Scriptura recte interpretanda, la cual le ha valido la fama de profeta, la que por cierto también adquirirán otros autores que veremos, como Postel, o el mismo Bruno, cuestión ésta relacionada no tanto con la predicción de lo que ha de pasar, sino con la visión vertical de quien ubicado en el eterno presente participa de una concepción simultánea de las indefinidas posibilidades del ser, idea que se encarna a cada instante, ora en una individualidad, ora en otra, sin interrupción. En este sentido, el recién citado Postel apunta en unas notas biográficas:

"Hacia finales del siglo XV, hubo un noble de España, quien, poseído de un amor loco por la Reina Isabel la Católica, no pudiéndola pretender, tomó el hábito de los Franciscanos. Ardió entonces de tanto fervor, en ayunos, vigilias y oraciones, que este hombre completamente iletrado devino en poco tiempo el más entendido en las santas Escrituras, y produjo ‘de modo espontáneo’ (instruido por sí mismo) no solamente comentarios como los otros, sino también suyos propios igualmente profundos y penetrantes. Como veía con malos ojos la devoción como se dice o la religión de Roma, se puso a reflexionar sobre el soberano pontificado y a pensar en algún Papa angélico, de quien muchos otros antes que él habían pensado y escrito. Y si no auguró que él sería ese Papa angélico (pues, en esta materia, saber quién lo sería es difícil y oscuro), prometía ciertamente a algún escrutador de sus profecías la dicha próxima de la verdadera reforma de la Iglesia. Sucedió que numerosos españoles, presos, por la lectura de su obra, del mayor fervor, por no decir furor de espíritu, así como muchos otros ya cooptados en el orden de los cardenales, se creyeron en Roma toda su vida designados para este Papado angélico, como teniendo ya acceso a esta dignidad. Esto es lo que sucedió a este hombre célebre, y por otra parte muy erudito, Petrus Galatinus (Pietro Galatino c. 1460-1540), de la orden de los Franciscanos, que escribió la obra célebre contra los judíos, De arcanis catholicae veritatis, leyendo los escritos de ese Amodaeus (así es como llamaban a aquel cuya santidad y milagros llevaron a la Reina Católica Isabel a hacer que se construyera en Roma sobre el monte Janículo, en el emplazamiento de la Tumba del Apóstol Pedro, y de Noé o Jano, una bella iglesia (el Tempietto) con un gran monasterio para los Amadeitas). Sucedió, digo, que Galatino, después de haber leído sus obras, creyó con plena certeza que este Papado angélico le había sido reservado. Compuso 16 o 18 gruesos volúmenes llenos de desarrollos sacados del latín, del griego y del hebreo sobre este tema, que son aún conservados hoy en la biblioteca del monasterio de Ara Coeli en Roma. Creía que esto no sería de otro modo antes que la muerte hubiera transmitido este Pontificado a un hombre que lo ejercería en la región etérea del mundo. Esto es lo que me sucedió a mí también en el momento en que meditaba abandonar con mis beneficios el lodazal de la Corte, y cuando me dedicaba, en vigilias sin medida, en oraciones y en ayunos, a cambiar de vida para pasarla con los Jesuitas, cuya orden acababa de ser fundada. Leyendo un ejemplar de la obra de ese Amodaeus, que me habían proporcionado los Jesuitas, fui presa de esa creencia viva y loca de que podría ser un día ese Papa angélico. Pero cuando, atraído por los Jesuitas, vine a Roma con el fin de vivir con ellos en pobreza y oprobio, supe que muchos cardenales de la Curia, de los que callo el nombre a causa de su familia, habían leído antes que yo a ese Amodaeus, y que pensaban que sus escritos les estaban destinados".207

Otros muchos opúsculos salen de la mano de Galatino, aunque no dudamos en mencionar al aparecido en 1539 en línea a lo que estábamos exponiendo. Se trata de De angelico pastore que otorga ahora a la figura del Pontífice (o sea el que establece esa relación axial con todos los mundos y planos del cosmos) la labor del enderezamiento de la Iglesia, auspiciado por varias de esas revelaciones. Finalmente, dedicó los últimos tiempos de su vida a De theologia, un repertorio que quedó incompleto después de cinco partes que ya comprendían cerca de 50 libros.

Vale mencionar que este tejido de cabalistas y hermetistas que se conocen y tratan entre sí, o por interpósita persona, que se leen entre ellos y difunden sus obras y traducciones entre sus cenáculos, recomendándolas a terceros supuestamente calificados, constituye la verdadera urdimbre y trama de la Cábala del Renacimiento, como un organismo que fuera abarcando primero las ciudades y cortes italianas para extenderse posteriormente a toda Europa. En esta labor están inscriptos desde cardenales a simples monjes, filósofos y teósofos, magos y poetas, teúrgos, sabios y artistas que interrelacionándose, van abriendo los canales y vasos comunicantes que darán vida al organismo que el Arbol sefirótico esquematiza, en la Europa del período al que llamamos Renacimiento, es decir la proyección de la piedra alquímica en el ambiente y las vibraciones teúrgicas del tiempo y el espacio que estamos visitando y que, de un modo u otro han llegado hasta nuestros días.

NOTAS
205 Convertido al cristianismo en su vejez Pablo de Heredia (no hay fechas exactas con respecto a su nacimiento y muerte) nos ha dejado dos obras: La Búsqueda de los Secretos (Iggheret Hassodot) y La Corona del Rey (Gale Razeia) dedicada a Inocencio VIII. Ambas obras emplean el término de Cábala. Heredia en La Corona del Rey presenta este libro como una traducción del Gale Razeia (El revelador de los secretos) del cual efectúa las notas. Allí se afirma que Rabí Simeón escribió un libro que titula Mechkar Hassodot o sea La Búsqueda de los Secretos donde Simeón (Bar Yohai) desvela muchos de los secretos relativos al Mesías. Según Scholem esta falsificación perpetrada por Heredia escrita en el estilo de la haggadah y del Zohar sólo buscaba convertir judíos. François Secret no cree que la autenticidad del Gale Razeia sea del todo inventada, aunque Heredia, se pone bajo la luz del autor del Zohar, con obvios intereses apologéticos cristianos. La Corona del Rey que interpolaba un texto del Zohar, fue muy importante ya que llegó a las manos de Pedro Galatino, que lo estudió e influyó en su De Arcanis Catholicae Veritates (1518) el cual tuvo un éxito editorial grande. Es uno de los primeros judíos conversos en utilizar la Cábala como apologética. Parece que Heredia vivió en Sicilia y, en rigor, es considerado un antecedente de la labor de Pico, que puede haber conocido su obra vía Mithridates.
206 La Kabbala cristiana del Renacimiento, Taurus Ediciones, Madrid, 1979, pág. 123.
207 Weill, Georges: Vie et caractère de Guillaume Postel. Archè, Milán, 1987, pág. 65-67.