PRESENCIA VIVA DE LA CABALA II
LA CABALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS

CAPITULO VIII
LA CABALA EN ESPAÑA

Abraham Cohen de Herrera
Sefarad que había dado a luz a la Cábala en el medioevo, también se expresa posteriormente por la misma vibración de la sacralidad de su origen y tiene una reverberación en el Renacimiento en España, como estamos viendo, precedida por Ramón Llull y Arnau de Vilanova e incluso más cerca en el tiempo por Pablo de Heredia617 lo que va conformando posteriormente la Cábala del Renacimiento en España, según lo demuestran los nombres consignados en este capítulo al que ahora debemos añadir el de un cabalista del siglo XVII Abraham Cohen de Herrera (?-Amsterdam 1635) que ha tenido la muy notable particularidad de escribir su texto Puerta del Cielo en castellano.618

Desde el comienzo queremos señalar el parentesco entre este autor y el recién reseñado León Hebreo y fundamentalmente esta semejanza está dada por varios frentes análogos expresados en sus dos libros principales, Diálogos de Amor y Puerta del Cielo y en los secretos concordantes que revelan y ordenan, pues ambos sabios judíos eran estudiosos de la Tradición Platónica en la versión renacentista que ya había pasado por las manos, primero de los neoplatónicos, especialmente Plotino, pero luego dos siglos después por Proclo y revivida por Marsilio Ficino en el Renacimiento, todos autores que el sabio Herrera conocía. Y aunque les tocó escribir estas dos obras en distintos tiempos y espacios su doctrina es idéntica y los medios para encarnarla, es decir, hacerse uno con lo que ella describe, son esencialmente los mismos. Se pueden comprobar muchas correspondencias entre ambas extraordinarias figuras, renovadoras en su tiempo de la Cábala y al mismo tiempo continuadoras del mensaje hermético, que ellos mismos representaban. Por ejemplo, que se les creyera lusitanos, ya que durante los años posteriores a la expulsión, muchos judíos se establecieron en Portugal donde se les otorgaba pasaporte ibérico y seguían viaje a Londres o Amsterdam, como fue el caso de Cohen. También que fuesen hombres lo suficientemente cultivados como para manejar los códigos filosóficos neopaganos (o paganos) así como la religión de Israel y su Cábala compaginada incluso con la escolástica, particularmente con Tomás de Aquino y Duns Scoto. Herrera nombra aquí y allí, como veremos, a todos los sabios herméticos, comenzando por Dionisio Areopagita. Y no tiene ningún problema con ello, antes bien, lo declara en su obra y lo establece en sus analogías y correspondencias como hoy lo reconoce cualquier investigador serio que se dedique al estudio de las tradiciones comparadas, tal como lo hicieron en su tiempo Ficino y Pico, cuyos escritos Herrera conoce perfectamente bien y a quienes cita en varias ocasiones así como a otros autores contemporáneos que igualmente nombra, por lo que suma a sus conocimientos de anticuario, un bagaje muy actualizado, en la onda de lo que se lee y estudia todavía en las Academias italianas, las francesas, y particularmente las alemanas e inglesas que viven momentos de mucha ebullición en este siglo; allí conoce la obra de su paisano León Hebreo, al que también le acerca el hecho de haber pertenecido a familias con medios, cosa que se advierte en su amplitud de miras, sobre todo en su preparación cultural y aún comercial, lo que está lejos de ser corriente en nuestros días.

Kenneth Krabbenhoft que ha editado, prologado y hecho las notas y la selección de los textos de este excelente trabajo nos advierte que:
El objetivo de su obra principal, Puerta del cielo, fue nada menos que la reconciliación de la cábala de su época con el platonismo y el neoplatonismo pagano, el hermetismo o gnosticismo renacentista y la teología cristiana.619
Pero no es un sincretismo académico sino que:
La cábala de Herrera es una tentativa de comprobar la verdad de "la tradición vocal y sucesiva" recurriendo a las verdades afines de otras tradiciones: la sinceridad y buena fe del autor de Puerta del cielo hablan por sí mismas.
Y nos informa entre otras cosas, en este libro incomparable, de algo que nos ha llamado la atención y que tiene que ver con la opinión de Marcelino Menéndez y Pelayo que piensa que el libro de León Hebreo que acabamos de ver en el acápite anterior, puede haber sido escrito en castellano. Dice el prologuista:
En vez de adoptar el holandés como nuevo idioma, los sefardíes continuaron hablando español y portugués en el mercado y en la sinagoga, y esos idiomas servían igualmente como medio de comunicación en sus sociedades literarias, científicas y culturales, en la poesía, el teatro y la literatura doctrinal.620
En todo caso poder trabajar con este tratado en castellano ha sido para nosotros, no sólo un ejercicio de recapitulación, sino que además de repetir el rito que de por sí es siempre beneficioso, hemos obtenido lo que buscábamos pues hemos encontrado cosas que no habíamos leído ni sabido anteriormente, por momentos como si esta literatura y doctrina fuera siempre nueva e inmensamente acogedora y sabia en el regalo de las analogías que se corresponden, su concierto, o muchas otras iluminaciones como flashes que se van acomodando, armonizando, y creando un espacio nuevo, totalmente virgen y desconocido, sin dejar de percibir o participar del anterior, que sigue siendo igual a sí mismo, repetitivo, estanco, y cada vez menos valorizado por su olvido progresivo.




Abraham Cohen de Herrera, Puerta del Cielo, portada del manuscrito que está en la Koninklijke Bibliotheek de La Haya, Ms. 131c10.


Puerta del cielo, tal como se encuentra en la Koninklijke Bibliotheek, consta de 159 folios, un breve sumario, sus índices y diseños del Arbol de la Vida. Hay cuatro manuscritos conocidos de esta obra aunque no autógrafos en diferentes bibliotecas; el nuestro puede consultarse en La Haya. K. Krabbenhoft, presenta una antología de los textos que más le han interesado en casi doscientas páginas con resúmenes del material faltante. La versión que aquí presentamos ha modificado el material casi ilegible por lo arcaico de Cohen y ofrece una traducción en castellano más moderno, con la ortografía –que nosotros hemos corregido y actualizado–, respetando la ausencia casi absoluta de puntuación y la gracia de los modismos idiomáticos. Herrera escribió otra obra, Casa del Cielo (o de la divinidad) en la que trataba acerca de la angelología y por lo tanto con los hados y los dioses y todos los espíritus intermediarios, incluidos los qelippot, cortezas o durezas muy pesadas pero que protegen asimismo el corazón interior, no visible, de la palmera.

Pero veamos algo de la vida y la formación de nuestro autor.
La formación religiosa hebrea de Herrera junto con los estudios filosóficos y humanísticos seguramente creó en él una disposición que favorecía la recepción de la "tradición vocal y sucesiva" del misticismo hebreo. La oportunidad de adentrarse en los misterios de la cábala se le presentó a mediados de la última década del siglo XVI cuando Israel Sarug, que Herrera creía un discípulo de Isaac Luria, empezó a diseminar el conocimiento de la nueva cábala en Italia. En realidad Sarug no había conocido a Luria en vida, pero aun así su importancia como exponente de su sistema es innegable. Herrera debe a Sarug el conocimiento de las varias antologías de predicaciones o sermones luriánicos preparadas por sus discípulos (Luria no dejó nada escrito) y conocidas por los títulos de Sefer Adam Qadmon, Seder ha-asilut o Kanfe yona y Sefer mate welo mate, entre otros. Pero aun más importante fue la simpatía que Herrera sintió por un cabalista como Sarug que predicaba la identidad esencial entre la cábala y la filosofía, sobre todo la filosofía platónica. En esto Sarug pertenecía al grupo de cabalistas platonizantes de la época, que seguían la doctrina de Pico della Mirandola y, entre los cabalistas medievales, a Isaac ibn Latif, autor de un tratado con el mismo título que el de Herrera, Sa'ar ha-samayim (Puerta del cielo, literalmente, "de los cielos", siglo XIII). Era natural que Herrera se integrara a ese grupo de algún modo.621
Y prosigue aclarando términos:
En cuanto a la iluminación de las oscuridades de la cábala medieval, la del Sefer Yetsirah y del Zohar sobre todo, Herrera sigue el ejemplo y las doctrinas de los grandes maestros de la escuela de Safed, destacando la autoridad de Isaac Luria y Moisés Cordovero.622
Para terminar con la paradoja perfecta y reincidente:
Es irónico que un místico como Herrera, tan fiel a la verdadera tradición mística hebrea, que rechazó su nombre o identidad cristiana bajo la influencia de los discípulos de Isaac Luria –el más original y genial cabalista del Renacimiento– haya sido considerado un traidor al judaísmo por los comentaristas del siglo XIX. Sin embargo, Herrera fue conocido como hombre docto y pío en la ciudad donde fijó su residencia, Amsterdam, para poder desarrollar libremente sus ideas. La rehabilitación del conocimiento de Abraham Cohen de Herrera y de sus obras se ha realizado sólo a partir de la Segunda Guerra Mundial, en las obras de Gershom Scholem, Yesha'ya Tishby, Alexander Altmann, Ralph Melnick y otros. Ha llegado el momento de traer a la luz el texto español del manuscrito original de Puerta del cielo para que podamos juzgar la versión herreriana de la cábala luriánica en su totalidad, tal como la escribió su autor.623
Y siguiendo el hilo, en la página 22:
Se supone que Puerta del cielo circuló en manuscrito, en castellano, entre los cabalistas que Herrera conocía en Amsterdam; sin embargo, él mismo tomó medidas para garantizar que sus obras fuesen traducidas al hebreo, legando una cantidad importante de dinero para este fin.
Este detalle nos parece interesante puesto que destaca que en Amsterdam los cabalistas leían en castellano y además que procuró que sus obras aparecieran en hebreo, aunque es curioso que no las tradujera él mismo, lo que da pie a asegurar que no conocía el hebreo según algunos críticos han pensado. Empero el conocimiento de la lengua no sería imprescindible ya que con toda razón Krabbenhoft afirma una verdad cabalística que el propio Herrera no enuncia, aunque acaso supone.
… todo el montaje onomástico y metafórico de la cábala no hace más que hacer posible que la facultad intelectiva humana pueda aprehender la realidad trascendente en que se obran todos los fenómenos que suceden en el universo.624
A partir de este aserto que desde el punto de vista religioso, pío y devocional es una afrenta, y que es casi un supuesto desde la perspectiva pitagórica, o sea la numérica y la alfabética, que bien pueden complementarse, como lo hacen en la realización del plano intermediario, –o sea la efectivización del viaje iniciático– la comprensión del sistema se hace más despojada.

En la Encyclopaedia Judaica es breve el espacio dedicado a su vida y a Puerta del Cielo que es el tratado más claro y sintético de Cábala de su época, que aúna conocimientos que forman parte de la tradición hebrea, y la griega y la cristiana y conforman según llevamos dicho el esoterismo que en el Renacimiento llamaban Hermetismo, propio de Occidente, con el agregado de la cultura de los autóctonos y el Islam, tan importante como emisario. Pero en nuestro caso el emisario es Cohen y su extraordinaria obra oscurecida, si no negada por ambas religiones y literaturas. Puerta del Cielo es un compendio de Cábala, un libro judío sobre Cábala y su desarrollo sefirótico, es decir sobre Cosmogonía y Teosofía judías tradicionales y luriánicas en castellano y en relación con otras culturas, coincidencias que cree necesario manifestar en loor de Sofía, y que, como todos los esfuerzos de los fronterizos será destinado al fracaso y negado por ambas orillas, no sólo de judíos y cristianos, sino igualmente por las riberas opuestas de lo religioso y de lo metafísico.

No obstante su judaísmo el prologuista de Puerta del Cielo señala el parentesco entre este libro, y los Elementos de Teología de Proclo:
En el capítulo 9 del sexto libro, Herrera traduce literalmente de las Proposiciones 21, 97 y 100 del tratado de Proclo para demostrar que la pluralidad siempre vuelve o se convierte a la unidad de la cual se originó. Es importante señalar en este contexto la importancia de la conversión metafísica en los sistemas platónico y luriánico, doctrina elaborada claramente por Proclo en su interpretación de Eros como principio universal vital y unitivo. Según Proclo, al Eros que procede de lo Uno y desciende a través de los varios grados de la jerarquía universal hasta llegar al mundo sublunar corresponde un Eros que vuelve sobre el mismo camino en la forma de la contemplación espiritual del hombre. Es a este Eros "reductivo" (el término es de León Hebreo, quien llama "productivo" al Eros que desciende) que Herrera se refiere cuando escribe que "las acciones de las… [causas] superiores… son continuamente despertadas… combidadas y provocadas" por las acciones de las causas subordinadas e inferiores.
En la página 70 se habla del rompimiento de los vasos (sebirah), los cascos de luz y los qelippot, que son temas enunciados por la Cábala luriánica, así como el de la Tsim-Tsum y la restauración (tiqqun), todos ellos ligados, y que se incorporarán inmediatamente al discurso cabalístico anterior, el de Sefarad donde se encontraban implícitos.625
Según Isaac Luria, la imperfección del mundo y la existencia del mal resultan de una "catástrofe" que ocurre en el mismo momento en que el universo fue creado. En ese punto atemporal que es también el inicio de la existencia de las entidades creadas, la luz que salió de Ensof, comunicándose, como ya se ha visto, a través del Tetragrámaton que estaba en el awir qadmon y del resimu, irradiando de la abertura en la cabeza de Adam Qadmon, se proyectó con tanto ímpetu que sólo las tres sefiroth superiores del 'asmut resistieron el choque íntegras e ilesas. Las otras sefiroth del 'asmut no pudieron contener la fuerza de la luz divina: una tras otra se rompieron, y sus pedazos o cascos (qelippot) cayeron de la asilut a los mundos inferiores. Como qelippot, esos pedazos son el origen del mal.
Y en la página siguiente:
Paradójicamente, la irrupción del desorden desde el seno del orden, la destrucción de la belleza y perfección ideales y su sustitución por la fealdad y el error suministran al hombre los medios que necesita para aproximarse y finalmente unirse a su Dios. No hay duda de que la sebirah representa el alejamiento de los efectos segundos de la causalidad universal que es su origen, pero es al mismo tiempo la sine qua non del endiosamiento del hombre. Por eso dice la doctrina luriánica que al lado de las qelippot que resultaron del rompimiento de la unidad sobre-esencial de la luz de Ensof también cayeron al mundo otros "pedazos" de luz o centellas (recuérdese la scintilla animae de San Bernardo) que son la misma capacidad espiritual del hombre y la esperanza de poder alcanzar la unión con Dios.
Respecto a la conversión y restauración (tiqqun):
La copulación espiritual que resulta en la intelección de los misterios de la cábala conduce al hombre a la cima de la perfección espiritual. Esta cumbre, que sólo los más perfectos alcanzan, es vecina al grado más ínfimo del mundo inmediatamente superior a la 'asiyyah, o sea, el nivel o mundo de las entidades incorpóreas más "gruesas". Sin embargo, ese grado de perfección permite al hombre dar el salto final y unirse como "macho" a la sefirah más baja que es Malkut, la "hembra". Como Malkut a su vez está unida a las sefirot más altas, a través de su copulación con Ze'er Anpin,626 el cabalista hace parte del tiqqun ha-parsufim y sube a la unión con Ensof. (…)

De esta manera el cabalista desempeña su papel en la restauración del universo entero a la perfección original y absoluta que existe sólo en Ensof, la causa de todas las causas. Las luces que resultaron de la sebirah vuelven a su origen trascendente y se unen con él: el círculo de Eros se completa. (pág. 85).
El estudio que acabamos de tratar es una síntesis afortunada de otra síntesis, la de Herrera, que conocemos por medio de la antología de textos que Kenneth Krabbenhoft ha seleccionado y de la que nosotros hemos escogido unos pocos de acuerdo a la forma literaria en que estamos realizando este libro y que consideramos adecuada, por didáctica.

Pero dejemos hablar a Herrera que comienza por En Sof al que se referirá constantemente a lo largo del tratado, así como al mundo de Atsiluth y los siguientes planos descendentes y, como es lógico, a todas las sefiroth.

Del libro primero Proposición II:
De esta primera causa que llaman Ensof o infinito no se puede entender nada ni se entiende ningún otro aspecto de ella por sus efectos sino que conteniéndolos a todos con suma simplicidad y eminencia los excede a todos en todo de manera que es del todo ilimitada e infinita como aquélla que no es contenida en ningún género, contraída por ninguna diferencia ni determinada a ninguna especie o limitada naturaleza de cosas ni tampoco a todas juntas, no solamente a las que fueron, son y serán mas también a todas las que fuera de ellas pueden ser y no implica contradicción que sean, de manera que es aquel puro y absoluto ser por esencia que no es limitado ni limitable a ninguna determinada naturaleza ni a todas juntas, es aquella infinita duración y permanencia que sin principio, medio ni fin incluye y excede a todo principio, medio y fin que única, inmoble y eternamente en sí contiene y fuera de sí causa. Es aquella inmensidad que a todos los que participan de ser y lo pueden participar asiste y está presente, obrando en los unos y estando pronta y dispuesta para obrar cuando quisiere en los otros todo lo que son y es posible que sean, y en resolución es aquella perfección que no solamente excede, contiene, causa y puede causar todas las demás perfecciones que fuera de ella son y pueden ser sino que en sí es tal y tanta que si en infinito fuéremos añadiendo mayores y más excelentes perfecciones a las producidas, y con el entendimiento fuéremos subiendo de más a más y más perfecto objeto y concepto intelectual o inteligible, nunca llegaremos ni llegarán todos los efectos y alcanzados conocimientos a una perfección existente o conocida que no digo se iguale o parezca mas aun se proporcione o asemeje a la infinita e incausada perfección primera, porque por más que lo finito se multiplique y aumente, siempre queda finito y por consiguiente en infinito distante del que es infinito y a todos improporcionado, con que se entiende por qué llaman los sapientes cabalistas a la causa primera Ensof o infinito y por qué no se trata de ella si no es por negación, causalidad, analogía o comparación y exceso. (pág. 100-101)
También del libro primero:
Proposición XV. Cómo emanaron de Ensof la causa primera aquellas divinas sefirot o numeraciones que ab eterno en sí incluyó y siempre incluye.

El infinito causador primero contenía eternamente en sí sin distinción o multitud alguna a las diez sefirot o numeraciones y cuando quiso las produjo fuera de sí en sus propias naturalezas limitándose en ellas a la proporción que convenía para producir las criaturas y la capacidad o determinación que era necesaria para que por ellas lo conociesen, y estas sefirot de tal manera emanaron de Ensof la causa universal y primera y una de otra, la inferior de la más alta, que quedaron con él y entre sí perpetua e inseparablemente unidas en tanto grado que explicándolas de sí, su fuente no solamente las circunda y contiene de fuera mas también las penetra e hinche de dentro y ellas de tal modo salieron de su causa que quedando su raíz como hincada en ella y que en ella no es otra que ella misma están ellas con su dicha causa sumamente unidas y de ella continuamente ilustradas y llenas, y es de saber que estando en su causa que es la incausada y primera estaban con aquella eminencia, unidad y encubrimiento que excediendo a todo conocimiento no puede ser explicado por ningún dicho, proposición o nombre y que es propio de la ilimitada simplicidad divina, mas saliendo de ella por modo de emanación, pura consecución y resultancia casi exterior pero conjunta lumbre y efluyente licor de su interior y excediente luz y fuente salió primeramente un punto (que así metafóricamente lo llaman por su grande unidad y sencillez, espiritualidad y encubrimiento) que es dicho (ain) que quiere decir nada tanto así porque de él no se entiende nada como porque nada de lo que se alcanza o entiende se le puede atribuir, ni en algún modo le cuadra. (pág. 112).
La Proposición XVI es un poco el repaso de lo que nuestros lectores ya conocen, con pequeñas adiciones u omisiones. Continúa en declarar el orden en que se consideran las diez sefiroth emanadas.
El orden más aprobado y de todos comúnmente seguido de las sefirot soberanas es éste: Keter, encima, Hochma debajo mas a la mano derecha y Binah también debajo pero a la izquierda en forma de sigulta, que es ésta .·. y debajo de estas tres Hesed a la derecha, Gheburah a la siniestra y Tiferet debajo de ambas mas en medio, en modo de segol, que [es] éste ·.· , a quien siguen Nesah, Hod y Yesod en forma de otro segol así ·.· , Nesah a la derecha, Hod a la izquierda, Yesod en medio pero debajo, y Malcut se coloca finalmente debajo de todas las nueve y en el medio como demuestra la figura que ponemos a la margen:
1.

3.                  2.

5.                  4.
6.
8.                  7.

9.

10.
Y la razón de todo lo dicho es que Keter es causa de Hochma y de Binah juntamente y por eso se pone encima y sobre ambos, y porque Binah además de Keter tiene otra causa segunda e inmediata que es Hochma, de quien próximamente procede, se pone después de ellas y a su mano izquierda porque como efecto de Keter y Hochma sucede a ambas y está después de ellas y supuesto que Binah es el principio y la raíz de Din o rigor con razón se pone a la izquierda que como menos perfecta lo es y por lo opuesto Hochma que es principio de Hesed, merced o gracia, se coloca a la derecha y Keter que es la fuente de Rahamim o misericordia ocupa el lugar de en medio aunque en lo alto, porque Rahamim o misericordia contiene en sí a los dos extremos de Hesed y Din o en eminencia tal como el cielo a los elementos propios de Keter y por participación como el mixto a los elementos de que está compuesto que así contienen Tiferet, Yesod y Malcut al Hesed y Din de los que participan y por esta razón están debajo de ellos y no encima como Keter, y en conformidad de lo que hemos dicho de las tres sefirot medianas Hesed, Gheburah y Tiferet lo mismo se ha de entender y decir de las tres siguientes, Nezah, Hod y Yesod, y de la décima y postrera que es Malcut la santa. (pág. 114-115).
En la Proposición XX que consideramos importantísima y definitoria se afirma de modo explícito que:
Keter el alto no es Ensof la causa primera sino el primero y más excelente efecto que por emanación o irradiando produjo.
Y pasando inmediatamente al tema fundamental de Dahat que no habíamos enunciado aún en este libro:
Proposición XXI. Dahat no es sefirah sino la vau del nombre inefable que descendiendo de Keter ayunta Hochma y Binah e hinche de luz y vida a las seis sefirot de la fábrica y a Malcut la santa.

Es conveniente que a todos sea manifiesto que lo que llaman Dahat o conocimiento no es sefirah como algunos creyeron que propiamente exista y consista en el número de las diez sefirot emanadas, porque a serlo habría once y no diez, contra el celebrado fundamento de la cábala que constituye diez y no más ni menos, pero debido a que Keter por su grande excelencia y encubrimiento, con los que levantándose y uniéndose con su infinita causa excede a todos los demás viene a no extenderse ni demostrarse a las sefirot inferiores, es necesario constituir a Dahat que teniendo sus veces descienda abajo y cumpla el número de diez ayuntándose (lo que Keter no hace) con las otras nueve, y esto según el misterio de la vau del nombre inefable que se coloca en Keter y según la propiedad de Rahamim o misericordia que es después de las de Hesed o gracia y Din o rigor y en algún modo consta y es compuesta de ellas y se pone en Keter siendo como es sumamente gracioso. (pág. 118).
Asimismo Cohen de Herrera trata otro tema imprescindible, el de los canales, que tampoco hemos mencionado en nuestro estudio.
Proposición XXII. Lo que se ha de entender por los canales que se colocan en el mundo de las sefirot emanadas y cuántos son los principales y de quién hay noticia.

Los canales que se consideran en las sefirot emanadas no son sino una correspondencia y unión con las que relacionada y aplicada una sefira a otra comunica la superior a la inferior y recibe la inferior de la superior una influencia o lumbre convirtiéndose la inferior a la superior con natural disposición y propia voluntad y conocimiento a fin de recibir con qué mueve y da ocasión a la superior para que con su natural potencia, saber y beneplácito le dé y participe aquella perfección y eficacia que pretende, casi hembra que convertida al macho le mueve a que reciprocando le comunique lo que desea. Es pues por esta correspondencia de comunicante y comunicado lo que llaman canal casi tránsito de la virtud y acto del uno en el otro y medio que transfiere y lleva de aquél en éste algún don o eficacia, y porque en casi infinitas maneras se relacionan las sefirot unas a otras, dando y comunicando las superiores a las inferiores innumerables modos de luz y potencia, que es imposible contar y explicar todos los canales y tránsitos que entre sí constituyen, con que solamente diremos de algunos, que son como géneros de los demás y más conocidos y principales y son 22, conviene a saber tres de Keter de los cuales uno va a Hochma, otro a Binah y el último a Tiferet, cuatro de Hochma de los que el primero se comunica a Binah, el segundo a Hesed, el tercero a Gheburah y el cuarto y último a Tiferet. Tres canales proceden de Binah, uno a Hesed, otro a Gheburah y el postrero a Tiferet como también se consideran tres de Hesed, uno a Nezah, otro a Gheburah y el postrero a Tiferet, y dos de Gheburah, uno que se comunica a Hod y otro a Tiferet, y de este Tiferet se extienden tres canales, de los que el uno llega a Nezah, otro a Hod y otro a Yesod. Restan para cumplir el número de 22 dos de Nezah, de los cuales el primero se aplica a Hod y el segundo a Yesod, y uno de Hod a Yesod y otro finalmente de Yesod a Malcut, y es de notar que Malcut no recibe inmediatamente de ninguna de las sefirot si no es de Yesod, que próximamente se ayunta con ella y que comunicándola su eficacia la comunica también la de todos los superiores que ni obran en Malcut si no es por medio de Yesod, ni en los tres mundos, el de la creación, el de la figuración y el hecho si no es por medio de Malcut que es la que próximamente gobierna y rige.627
Concluyendo, en esta edición –que agradecemos a Kenneth Krabbenhoft otra vez– puede apreciarse que Puerta del Cielo es una síntesis magistral de todo lo dicho y escrito sobre Cábala hasta su tiempo, y que pasa a ser la cristalización de un saber eterno que tenía en Herrera un escriba que permanece más allá de la sucesión temporal y su fortuna personal.628


Próximamente:
Epílogo

NOTAS
617
618 Abraham Cohen de Herrera, Puerta del Cielo. Edición, estudios y notas de Kenneth Krabbenhoft, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1987.
619 Puerta del cielo, op. cit., pág. 11.
620 Ibid., pág. 14. Lo cual podría ser tomado como una confirmación de lo que sosteníamos en la nota 595 del acápite de León Hebreo acerca de la conservación de la lengua castellana –ladina– en el lenguaje familiar de los judíos sefardíes. Algo semejante sucedió con el yiddish en el siglo XIX y el XX en Europa Central y Alemania, incluso en América. Por otra parte, a raíz de la publicación de un libro anterior hemos podido conocer el mundo de la lengua ladina en Francia, New York, Jerusalén, (incluso Bulgaria) donde grupos judíos sefardíes practican el ladino y editan periódicos y revistas que mantienen viva esta lengua análoga en su léxico al castellano y el portugués. Incluso han publicado una crítica en ladino de nuestro libro Presencia Viva de la Cábala.
621 Ibid., pág. 17-18.
622 Ibid., pág. 19.
623 Ibid., pág. 19.
624 Ibid., pág. 44.
625 Ver Presencia Viva de la Cábala, op. cit.
626 Ver aquí nota 95 acápite Nicolás de Cusa.
627 Ibid., pág. 119-120. Hay otros cabalistas que representan los canales que van de Netsah y Hod a Malkhuth y no los cruzados de Binah a Hesed y de Hokhmah a Gueburah, representaciones que no se excluyen sino que son complementarias.
628 Aunque sólo sea en una nota final no podemos dejar pasar la oportunidad de señalar a Cervantes y su obra, concretamente El Quijote, como de influencia judía, específicamente cabalística. Ver Dominique Aubier, Don Quijote, profeta y cabalista. Obelisco, Barcelona, 1981 y Ruth Reichelberg, Don Quijote o la novela de un judío enmascarado. Libros del Innombrable, Zaragoza, 2006.