EN EL ÚTERO DEL COSMOS
Federico González
RESEÑAS
 
Acerca de En el Útero del Cosmos
(En http://colegiataficino.blogspot.com)
Queremos recuperar ahora este vibrante artículo inédito que Mireia Valls escribió en plena gestación de su puesta en escena.

"Después del reciente estreno del espectacular auto sacramental Noche de Brujas, Federico González nos sorprende con un nuevo proyecto teatral basado en textos poéticos alquímicos que escribió hace años, los que ahora resuenan en la voz de un singular grupo de intelectuales.
Aunque ya conocíamos este trabajo literario suyo y nos hemos paseado durante años por cada una de sus inspiradas páginas buscando el espejo en el que reconocernos, nos asombra la dimensión que adquieren esos pensamientos al adoptar la forma teatral. Destacamos, para empezar, sus posibilidades plásticas y maleables, en el sentido de que estos textos se han reordenado mágicamente de una manera distinta al discurso original conformando una nueva creación, pero sin dejar de transmitir ni un ápice su esencia y poder evocador. El lenguaje es el protagonista, el sujeto y objeto de esta exploración intelectual, que cobra vida a través de unos personajes que lo reconocen como el sustento de un metalenguaje, con un alto poder transmutador, es decir como el vehículo para la labor alquímica del autoconocimiento, que es mucho más que la simple vivencia de unas posibilidades psico-físicas, y que en realidad se refiere a la aprehensión de lo universal, lo arquetípico y siempre a la vivencia de lo intangible y supracósmico, que precisamente el lenguaje contribuye a evocar de una manera asombrosa.

Otra cuestión preliminar a destacar es la forma de trabajo de la joven Colegiata Marsilio Ficino, cuyos integrantes, sin embargo, vienen practicado desde hace tiempo distintas modalidades del trabajo hermético, y que ahora se adentran en la ejercitación del arte escénico como soporte para transmitir y actualizar una enseñanza simbólica perenne. Una vez dadas las directrices acerca del guión y después de varios ensayos conjuntos, se sucede un tiempo de interiorización de los papeles y el estudio a fondo de los textos por parte de todos los integrantes de la Colegiata. Hasta aquí nada parecería distinguir este proceder del que es habitual en un proyecto de tales características, pero la cosa es mucho más amplia y rica de lo que aparenta a simple vista. La naturaleza simbólica y doctrinal de estos escritos los convierte en una plataforma para elevar el pensamiento hacia un ámbito en el que todos los que participan de él quedan religados por las ideas universales expresadas con un lenguaje siempre vivo, directo, paradójico, disolvente y coagulante al mismo tiempo. Se constituye, pues, una Escuela invisible, un aula etérea que reúne a las almas en el núcleo de su esencia única, y ello acontece en la medida que cada integrante va asimilando, comprendiendo y aprehendiendo lo que está implícito entre las líneas del libreto, y en cada palabra, de tal manera que lo que se reitera y vivencia no es la suma de una serie de experiencias particulares sino el diálogo de un ente único consigo mismo, todo lo cual conforma una entidad, un modelo del ser universal.

En el Útero del Cosmos es una obra atemporal, que sin embargo nos propone un cúmulo de imágenes muy actuales, próximas a la idiosincrasia del ser humano occidental, como plataforma para elevarlo a otros parajes ideales, desnudos ya de cualquier particularidad. De ahí que Federico González haya diseñado un escenario contemporáneo, sugestivo, potente y al mismo tiempo neutro. Los actores que dan vida a un grupo mixto de profesores universitarios aparecen revestidos de togas y birretes de diversos colores alrededor de una mesa con manteles rojos. La función fundamental del enmarque es la de delimitar un espacio-tiempo contenedor y vehiculador de unas posibilidades otras, además de ser una palanca para que las verdaderas "revoluciones", que son las internas, puedan emprenderse desde un nivel literal y concreto hacia otras instancias del pensamiento mucho más desconocidas pero interesantes desde el punto de vista intelectual.

Estamos en presencia de una obra construida en base a un modelo cosmogónico, lo que se reconoce en cada uno de sus monólogos, en los que se va manifestando una doctrina integral e interiorizada, una enseñanza transgresora respecto de lo pequeño e individual pero liberadora por trazar nítidamente el recorrido de la universalización y la realización espiritual. Y decimos monólogos porque aunque los pensamientos y meditaciones fluyen por boca de diversos personajes, en el fondo se percibe un discurso único, el de un ser que juega a irse conociendo y revelando en sus indefinidas facetas, a través del Verbo proferido, hecho palabra, como rayo sonoro que proyecta su pensamiento a diversos grados de sí mismo, lo que posibilita otros tantos niveles de lectura y aprehensión del mensaje. De ahí también su carácter simbólico, que tiende puentes de arriba a abajo y de abajo a arriba, y que es tanto promotor de la transmutación alquímica como vehículo de la proyección del Principio.

En el Útero del Cosmos consta de dos actos diferenciados pero sutilmente unidos. En el primero, el grupo de intelectuales se reúne en un aula de estudios en una de sus sesiones habituales, donde ya se advierte el carácter ritual de sus encuentros y que aquello de lo que conversan es nuclear en sus existencias. Un grupo, por otra parte, nada convencional ni afín al oficialismo burócrata, competitivo, empresarial y también apolillado del fragmentado y especializado mundo universitario, sino representativo de lo que debe ser la universidad en sí: un ámbito en el que se aprehenden los ritmos, ciclos y claves del Universo. Una estructura simbólica que lo reproduce y recrea a través de sus códigos numéricos y lingüísticos. Un centro de transmisión de la doctrina, dinámico y siempre revolucionario. Un generador de nuevas posibilidades apoyadas en la Ciencia y el Arte Sagrados.

En este sentido, los parlamentos de apertura tienen un tono didáctico, revelan el carácter de la labor a la que se han entregado los convocados, sientan las bases del trabajo y la misión que les ha sido encomendada, presentan las herramientas en las que se apoyan para realizar el viaje interno, tanto por la próxima como por la desconocida conciencia. Sí, éste es un trabajo especular sobre la conciencia y sus niveles coexistentes y sucesivos, desde los más externos hasta los más internos, que paradójicamente son los más reales y liberadores...

Esas primeras intervenciones constituyen también una prueba de fuego para el espectador, que recibe como un bombardeo de pensamientos, de imágenes cambiantes, símbolos universales en acción, descripciones vívidas, afirmaciones rotundas fruto de la certeza, grandes dosis de broma y buen humor, tránsitos difíciles pero siempre catapultadores hacia nuevos mundos, claves para descifrar los secretos, una presencia intangible y el misterio siempre presente, o sea, una descripción simbólica del ser humano y el universo que a ciencia cierta poco tiene que ver con lo que a uno le han enseñado desde siempre, y que ahora puede topar con un mar de prejuicios y mucho, mucho asombro y perplejidad. Se puede entonces permanecer por siempre jamás del lado de la platea, y quedarse como público distante, o empezar a viajar por los dioramas que discurren en el escenario.

De hecho, esa es la magia del teatro para cualquiera de los implicados, tanto para el director, como para los actores, los escenógrafos, realizadores, apuntadores, y todo el personal de utilería, así como para los mismos espectadores. Todos pueden mantenerse en un nivel de simples observadores del gran Teatro del Mundo, ser los ejecutantes mecánicos de un papel que a lo sumo aumente y proyecte sus egos, o bien reconocerse partícipes de esa obra única de un único ser jerárquico del que cada cual en su libre albedrío puede ir encarnando todas sus posibilidades.

Las singularidades de los personajes, el tono que dan a cada declamación, sus estados de ánimo cambiantes a veces en una misma intervención, ciertos matices que los podrían encasillar como el loco de la película, el sereno, el independiente, el poético, el conciliador, el jovial, el taciturno, el melancólico, el psíquico, etc., etc., no son sino el espejo de los estados de ánimo de esa entidad única que se expresa a través de los parlamentos de los actuantes.

Y paradójicamente, los actores son y no son al mismo tiempo lo que actúan, van y vienen de la máxima lucidez a una cierta tontera, se elevan hasta el Silencio absoluto y caen en el lodo del pantano, monologan y dialogan simultáneamente, y con la magia del lenguaje van trenzando un panorama en el que todo está incluido y donde cada aparente parte es un modelo completo y reducido de sí mismos y del universo.

En el segundo acto todo fluye de una manera más distendida; el ambiente recogido del living del apartamento del rector de la universidad invita a la intimidad, a la confidencia y a la expresión descarnada de lo que se conoce y vive. Los convocados no se andan con rodeos y el discurso parece abandonar toda lógica racional. A simple vista pudiera parecer que todo se torna más inconexo, que no hay orden ni concierto entre lo que se dicen los amigos, cuando en realidad todo se está volviendo mucho más sutil, el tiempo y el espacio se dilatan, se abren mundos vírgenes y las correspondencias de sus simbólicas disertaciones son mucho más ricas, profundas.

Los parlamentos de los actores van adquiriendo un cariz sugestivo, helicoidal, indefinido y al mismo tiempo circular, y no son nunca pareceres particulares que se quieren imponer, ni hay pretensión de crear un "estado de opinión", ni de provocar un juego dialéctico por momentos ingenioso, por otros enrevesado o bien estéril. No hay aprobaciones ni reproches, ni mucho menos juicios de valor. Nadie quiere convencer a nadie, ni someterlo a una perspectiva particular. Se respira un aire de búsqueda, de apertura de secretos senderos hacia la libertad, y de certeza, y revelación, y locura, locura de amor al Conocimiento. Entre ellos saben de lo que están hablando, y lo saben porque lo que dicen lo viven en toda su dimensión.

Este coloquio nada tiene que ver con lo que hoy entendemos por tal, sino que es un discurso otro, procedente de otro espacio. Es lo más parecido al gesto de la respiración, que con la inspiración inhala el silencio del Misterio y al espirar se torna Verbo, profiriéndose en esas formas tan poéticas, rítmicas, también numéricas y geométricas de cada uno de los parlamentos, que se van proyectando a diversos niveles, y percutiendo con sutiles vibraciones en otras tantas esferas del alma, que a su vez se van iluminando, amplificando. O sea, que cada alocución es en sí un todo que guarda secretas analogías con las demás organizando el gran concierto en el útero del cosmos. Y hay también saltos de nivel en el interior de cada una, brechas que conectan las esferas coexistentes de lo sensitivo con lo racional y a su vez con los conceptos y las ideas, y con los arquetipos, y con el Principio que es su origen y destino. Y lo que en una intervención parece oscuro, se ilumina con las palabras de la siguiente, o de la anterior o de la primera o la última.

Texto circular y a la vez espiral, extraño por momentos y siempre tan absolutamente cierto, En el Utero del Cosmos es una obra que contiene en sí indefinidas obras, cual la descripción del universo que hacía Giordano Bruno, o la idea del árbol de la vida dentro de otro árbol y a su vez dentro de otro de la Cábala hebrea, o la del círculo que es la matriz de todas las figuras geométricas, etc., etc.

Vista la naturaleza del libreto, es imposible entenderlo desde una mentalidad circunscrita a los sentidos y a la razón. De hecho, es mejor no pretender nada, y sólo dejarse mecer en esas ondas insinuadas que transitan por los parajes de la verdadera intelectualidad. Ser lo que se expresa de manera subliminal en cada palabra, gesto, tono o silencio. Estar dispuesto al derrumbe de la ilusoria personalidad, abrirse a la purificadora catarsis y a la vivencia de posibilidades no sujetas a la causa-efecto. Impregnarse de esa lluvia de palabras que van sugiriendo lo intangible. Rozar, y traspasar, con la ayuda del lenguaje, esa sutil frontera entre lo que se puede decir y lo Innombrable, tal es el poder de la palabra. Contemplar y actuar esta obra es un privilegio a la vez que un compromiso: el del ser humano que busca no sólo elevarse a la cúspide de la Gran Obra, sino también atraer lo de arriba hacia abajo, para que como dice la Tabla de Esmeralda, se obren los milagros de una sola cosa".

Colegiata Marsilio Ficino


Y se hizo la magia del estreno
(En http://colegiataficino.blogspot.com)

Desde aquí queremos participar a todos los amigos de la Colegiata el éxito que ha supuesto el estreno, este pasado viernes de En el Útero del Cosmos en el espacio escénico de "Cotxeres Borrell". Más de un centenar de asistentes nos han acompañado en este rito mágico, y queremos sumarnos a este comentario al anterior post: "ha sido una gozada poder encarnar estos parlamentos, interpretarlos y compartir con todos vosotros la experiencia de este Teatro de la Memoria".

Como nos comentaban varios de los espectadores al finalizar la función, ante la imposibilidad de un seguimiento racional, analítico del texto, uno se ve impelido al acceso a otras vías de comprensión; en concordancia con lo que se afirma en el parlamento que abre el primer acto, "en este programa no se pueden forzar las cosas, por lo que es mejor seguir confiadamente las ondas y vibraciones de nuestro discurso, aunque no se le encuentre un sentido inmediato".

A veces es cuando la mente se da cuenta de su incapacidad, que simutáneamente uno se abre a la percepción inclasificable de la Belleza.
Agradecemos todos vuestros comentarios.

Colegiata Marsilio Ficino


En el útero del Cosmos o el huevo cósmico de Leda
(En: http://raulherrero.blogia.com)
El interesante y arrebatador blog de la Colegiata Marsilio Ficino casi transforma en innecesario cualquier intento de recreación o comentario de la obra En el útero del Cosmos de Federico González, que dicha colegiata presentó el pasado viernes 24 de octubre en el Centre Cívic Cotxeres Borrell de Barcelona. Por fortuna, para lectores, estudiosos y "teatreros" en general se recopila en el citado blog una antología de textos, tanto de los miembros de la colegiata como de sus inspiradores, en torno al teatro y su fenomenología. Con acierto nos recuerdan la procedencia dormida de la ceremonia, también reclamada por Fernando Arrabal en su Teatro Pánico, de la transmutación escénica, alquímica, que puede darse en el intérprete cuando el texto hacia ello se encamina y el tiempo y la dedicación lo permiten.

Así convendría, antes de adentrarse en la obra, la lectura de esa hermosa recopilación de textos que la colegiata nos pone en el corazón y la vista desde internet. La lectura, por ejemplo, del extracto de René Guénon, capítulo XXVIII de "Aperçus sur l’Initiation":

"Se puede decir, de manera general, que el teatro es un símbolo de la manifestación, de la cual expresa tan perfectamente como es posible el carácter ilusorio; y este simbolismo puede ser contemplado, ya sea desde el punto de vista del actor, ya sea desde el del teatro mismo. El actor es un símbolo del "Sí" o de la personalidad manifestándose mediante una serie indefinida de estados y de modalidades, que pueden ser considerados como otros tantos papeles diferentes; y hay que señalar la importancia que tenía el uso antiguo de la máscara para la perfecta exactitud de este simbolismo. Bajo la máscara, en efecto, el actor permanece él mismo en todos sus papeles…"

Tras lo anterior a nadie le sorprenderá que el género de la obra se presente en el programa del siguiente modo:

Hiperrealismo de alcance subliminal, emparentado con el teatro de la memoria y el teatro del absurdo. Aquel que mediante una trama sin un aparente significado y con unos diálogos que no parecen seguir una secuencia dramática, va creando una atmósfera que nos presenta el absurdo de lo convencional y simultáneamente nos abre la puerta, a través de la poética y la magia, de lo "real".

Desde el intrigante inicio de En el útero del cosmos queda claro que el texto de Federico González se sitúa en la tradición de los textos iniciáticos. En el primer acto asistimos a la reunión de un grupo de profesores de la utópica universidad Marsilio Ficino, al fondo puede contemplarse una banderola con la insignia de la colegiata. Mientras los diálogos avanzan queda patente que la iniciación completa no va dedicada al público, sino al propio actor. La contemplación, pronunciación y repetición de los textos que Federico González ha puesto en boca de los personajes conmoverá el alma del público, pero, sin duda, aún más y con mayor intensidad la del actor-taumaturgo que lo pronuncia.

La idea, aunque parezca ingenua, es la de abandonarlo todo y dedicarnos a la búsqueda de la verdad.

La operación de la obra sitúa los tópicos y errores de la modernidad y su ignorancia, como si se tratara de un cadáver, a la vista del público, y con lentitud los actores desmadejan el cuerpo, transforman el error en conocimiento y procuran una muerte y resurrección, tras la cual el tiempo y el espacio debieran cesar.

El que vence la muerte también dice: "Mi paz os dejo, mi paz os doy". "Velad".

Pero claro está, todo lo dicho no sucede en escena sino en la palabra de la escena. Los actores, sin conceder el mínimo respiro a los espectadores, pronuncian los mensajes con vistas a la desautomatización de las certidumbres.

El héroe no tiene ninguna virtud aprobada por el consumo. El traidor las tiene todas. Lo que aumenta singularmente el equívoco es que el héroe y el traidor son una sola persona...

El segundo acto nos sitúa en la casa de uno de los profesores del primer acto, en una fiesta donde se celebra, se come (pan –canapés–) y se bebe (vino) y se baila. Este parte resulta más dinámica, con momentos que incluso alcanzan cierta comicidad, conviene no olvidar que en el humor subyace una posibilidad de mostrar lo ridículo de ciertas actuaciones y prejuicios que, por repetidos, se han llegado a considerar inamovibles y hasta solemnes.

También los directores Carlos Alcolea y el propio autor Federico González demuestran en este segundo acto un mayor gusto por la plasticidad. Así nos encontramos con instantes simbólicos, al tiempo que visualmente bellos, como el brindis final.

A todo aquel que se haya perdido la única representación realizada hasta el momento sólo le queda cultivar la paciencia y aguardar a una nueva representación.

Raúl Herrero


Crítica
(En http://colegiataficino.blogspot.com)
Jonatan Pedroza nos manda estas líneas:

"En el Útero del Cosmos me ha transmitido una visión que invita a la reflexión y al replanteamiento de todas aquellas estructuras, que al identificarnos con ellas e imaginarlas como la realidad nos encierran en sus propios límites impidiendo el desarrollo pleno de nuestras potencialidades.

Este sueño es una pesadilla colectiva
observa el autor, a la vez que denuncia hechos tan aparentemente obvios como el de sabios que jamás oyeron hablar de la verdad y la sabiduría, gobiernos que promueven la competencia (en donde unos ganan y otros pierden) y conjuntamente la igualdad sin encontrar contradicciones, y también nos advierte del peligro de ignorar que entre oficialistas y rebeldes se conforma el sistema, este sistema que nos hallamos constantemente ocupados en el intento de imponernos los unos a los otros la propia personalidad, personalidad que, como dice Federico González, no es tal, sino que se da por añadidura.

En el Útero del Cosmos es un espacio lleno de posibilidades susceptibles de manifestarse, siempre y cuando las circunstancias permitan su desarrollo. El hombre por su condición y atributos, ha sido invitado a un banquete y en vez de darnos un festín nos llevamos un bocadillo por si acaso, renunciando a la posibilidad de vivenciar un proceso que a pesar de la constante transmutación sigue siendo el mismo Útero, como el río que a pesar de llevar siempre diferente agua sigue siendo el mismo río. Esa posibilidad de conectar el contingente y siempre cambiante presente con el origen perenne de todo cuanto sucede, está magníficamente ejemplificado en la obra teatral y está también siempre presente en el drama cotidiano, ya que ritmando las sutiles melodías del mundo con el rito diario de la obra de la vida se entra en una sincronía de efectos misteriosos y evocadores.

Sin dejar de citar el objeto de estas líneas, en un momento de la escena el tiempo se detiene y una voz dice:

…Si de pronto el milagro se produce y uno se topa con un alquimista que nos dice: Existe un pájaro más sublime que todos los demás. No te preocupes sino de buscar su huevo, al que has de cortar con una espada llameante.

¿Y acaso no es así? El milagro se ha producido, y el autor, con la sensibilidad propia del que conoce el arte de la transmutación, nos ha dicho que nos pongamos en búsqueda de la esencia misma de las cosas.

En un artículo titulado "Teatro Sagrado", Federico González nos recuerda que: Frecuentemente el teatro es asociado a la irrealidad de la existencia, y Shakespeare no es la excepción al pretender que la vida está hecha de la misma sustancia de los sueños; cito esto porque recordaba los momentos de la representación, y a los actores divirtiéndose e imaginándose tiempos míticos, y desapareciendo del mundo por momentos y se me eriza la piel y recuerdo entonces otra cita de Shakespeare que dirijo a todos los que nos tomamos tan en serio las formas en que la vida se expresa pensando que son la verdad misma:
Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que puede imaginar tu filosofía.
Enhorabuena a la Colegiata Marsilio Ficino por sus trabajos y a todos los que han compartido con ellos el fruto de sus esfuerzos".

Colegiata Marsilio Ficino


Dos textos encendidos
(En: http://colegiataficino.blogspot.com)
Hace un tiempo, el director de La Colegiata Marsilio Ficino publicaba en esta misma página una Carta donde decía:

"El nuestro es un teatro de actores y para actores así como el rito es fundamentalmente para aquellos que lo ejecutan..."

A tal tenor publicamos unos textos que nos han hecho llegar dos integrantes de La Colegiata, en esta ocasión, público y actriz del espectáculo que presentamos el miércoles 4 de Febrero en el Teatreneu de Barcelona en el Barrio de Gracia. Y de nuevo la estructura del lenguaje conformó el canal por donde atravesar los distintos mundos que conforman al universo y a nosotros mismos.

Tras la representación en el Teatreneu muchos amigos y espectadores se acercaron a los componentes de La Colegiata para celebrar la alegría del rito compartido. Entre ellos Judith Capilla, quien por cierto participó en los ensayos preliminares de En el Útero del Cosmos, felicitó a los actores por su generosa interpretación. Fue Judith quien al llegar a su casa todavía transportada por el espectáculo presenciado, por su poesía, escribió estas palabras:

"Todos duermen en el silencio de la noche, y escribo buscando palabras para describir lo vivido: una obra de teatro en la que las palabras expresan lo inexpresable. Lo hacen. En espirales de colores enredadas en los temblorosos flecos de los birretes de los catedráticos en el primer acto. Cada vuelta de la espiral ilumina una partícula de nosotros y nos sorprendemos viéndonos de repente como motas de polvo danzando en un rayo de luz que se filtra por la ventana (¡cuánta belleza!). Palabras exactas lanzadas como flechas, una detrás de otra, sin errar y sin descanso. Los profesores hablan de lo de arriba y de lo de abajo, de confusiones y certezas. Hablan y hablan y los espectadores tratamos de escuchar cada palabra y aprehenderla como quien bebe agua en el desierto, sin perder una gota, porque sabemos que estamos compartiendo un acto de magia, y que la verdad brota generosa de la fuente en ese preciso instante. Recordamos, lejos o cerca por momentos y según cada cuál, que lo que es es así.

Segundo acto y en la fiesta las palabras concisas, las frases transparentes (pienso ahora sin embargo en el agua del mar, en las playas cristalinas y en la alta mar densa y oscura a fuerza de profundidad) se entremezclan con las intervenciones chocantes y poéticas a la vez de personajes como aquél ataviado para romper esquemas, el loco (y el bufón que se hace el loco) con su muñeca hinchable y su cara de lobo, el pariente hermético de Artaud, de los artistas que buscaron en su locura la verdad, en la reacción del espectador al espectáculo la reacción al mundo vulgar y convencional. En un momento dado, un brindis nos recuerda la posibilidad de unir lo disperso, todos los brazos levantados hacia la luz que transforma en oro el elixir con el que se celebra. Se baila, se ríe, se bebe, se realiza por un momento un encantamiento sin palabras, con el ritmo, la voz primitiva.Seguiríamos siempre, seguiremos, escuchando la misma verdad, expresada de todos los modos posibles, como facetas de la joya más preciosa, resplandeciente con el brillo cegador que nos hace abrir los ojos. Y cada vez será nuevo".

Y poco después recibimos este mail de Mireia Valls participante en la Obra:

"Después de la representación en el Teatreneu se han sucedido 3 días de silencio, de recordar en espiral involutiva todo lo vivido, retornando al centro, recorriendo percepciones, impresiones, imágenes, ideas de ese rito tan auténtico, fugaz, efímero en el tiempo. Un acto ya consumado, completo, que siguiendo el curso cíclico ahora se repliega sobre si mismo en su principio, para renacer totalmente renovado. "Todo lo renuevo", leo en el Apocalipsis.

En verdad, en aquel día de Mercurio se produjo una de las indefinidas escisiones que permanentemente quiebran e intercomunican los mundos del Mundo, y el Mundo volvió a brillar sobre un sencillo escenario, frente al cual se congregó una pequeña gran multitud de asistentes. Sorteando dificultades, poniendo a favor las trabas de todo tipo que iban apareciendo hasta el último momento y conjugándolas con la fluidez de una corriente graciosa que también impregna cualquier trabajo hermético, tal el de esa noche, se abrió el telón y el Verbo fue desplegando un discurso que aún lucha por ser dicho a viva voz. La oración secreta y repetida día tras día por los actores en su escenario cotidiano y reservado, y en los ensayos grupales, se hizo eco en un teatro, en un espacio público en el corazón de un barrio de una gran ciudad, de un país de un continente de la Tierra, que gira alrededor de un sistema solar de una de las galaxias del Universo. Un punto minúsculo en la inmensidad del Cosmos. Un punto donde todo está contenido.

Muchos niveles de lectura coexisten en el acto teúrgico.

Apreciaciones que van desde las impresiones más externas, aparentemente sueltas, como vivencias que para unos son así y para otros no, aunque todo en realidad está bien entretejido. Cosas físicas y anímicas, nervios o serenidad, el fuerte latido del corazón, ver que todo esté donde debe estar, el mobiliario, el vestido, las luces. La sala vacía a las nueve menos diez: ¿Acudirá alguien a la cita? Primeras voces de público, ya son 80, ahora 100, y más; murmuraciones del texto tras el telón, respiraciones profundas. Se hace el silencio y enseguida suena la música de entrada, y se hila el discurso, potente, vivido, con alguna omisión, pero con fuerza, mucha fuerza e intensidad, también pequeños cambios, olvidos, pero no hay toses del público, aunque sí la llamada de algún celular, y las palabras siguen lanzándose como dardos al centro de la diana. Atención, perplejidad, compenetración, unión y distancia, luz envolvente, de blanca a dorada, rigor y gracia. Hay quien se levanta y se marcha a media función, aunque también se vislumbran muchos rostros atentos en la penumbra de la platea, oídos abiertos, corazones receptivos, y al final aplausos de ida y de vuelta, risas, conocidos que se acercan a saludar, a agradecer, a reconocer, a opinar, y otros, muchos, se van, caras nuevas que ni se sabe que habrán "pillado", ni jamás se sabrá, o sí, en todo caso el gesto de sembrar se ha realizado. Alegría cuando la sala se vacía, brindis de la Colegiata con algunos amigos que se han incorporado, por la obra, por el autor, por Hermes. El rito ya fue, como un suspiro. Llamada desde la isla, agradecimiento y felicitación. Nos vamos con los bártulos y aquí no pasó nada y pasó todo.

Hay pequeños focos abiertos en dos o tres escenarios para la transmisión del Pensamiento a través de esta forma teatral. Las estrategias de guerrilla urbana de los que están al pie de la batalla aprovechan todas las posibilidades para infiltrar el elixir de inmortalidad en medio de la gran densidad. Al día siguiente la nota bellísima de quien se ha impregnado del mensaje, algunos otros correos electrónicos con felicitaciones, preguntas, manifestaciones de asombro o de incomprensión, fotos; llamadas sobre liquidación de ganancias, ofrecimiento del espacio para nuevos eventos…

Pero hay otros planos simultáneos. Sobre el escenario los actores dejan de ser simples mortales y los dioses abandonan el empíreo y bajan a la tierra. Ese texto alumbrado por el teúrgo hace muchos años, compuesto y recompuesto en su chistera para ser interpretado, repetido y repetido en el plató interno del alma de cada personaje que ha ido penetrando sus entretelas, conectándolo con los otros parlamentos, ascendiendo y descendiendo de este modo por la escala de la conciencia cósmica, operando una lenta transmutación, que atañe a cada uno de los miembros de la entidad y por tanto a la entidad entera. Se le ha visto la cara a la impostura, al "cuento", a la estupidez, a la idolatría, a la vanidad, al manejo de lo pequeño, para ir dejando cada vez más al descubierto la faz de una verdad encarnada, que ahora brilla sobre las tablas del teatro, tal cual es, así de sencilla y compleja, directa y arcana, oculta y desvelada.

Los actores se han dejado modelar por las palabras que pronuncian, por un diálogo que establece el Ser consigo mismo poniendo en danza a sus atributos, los dioses, a los que hace pronunciar el relato actualizado de la cosmogonía. Y a medida que el actor la actúa se hace uno con ella, lo más que humano aflora, toca la fibra sensible, el órgano auditivo, y a la vez lo tangible parece que se disuelve para devenir sólo luz y sonido, y ni eso, o todo eso contenido en el Silencio preexistente. Cada vez se es más esta realidad que religa la anécdota periférica con la idea desnuda, que en otro plano es carga emotiva, todo ello contenido en el arquetipo que sale del punto que es pura potencia. Los actores entregan su voz a la voz de los dioses y éstos toman ciertas formas sutiles y concretas con nombres y gestos particulares para seguir derramando su esperma, su lluvia de oro, su sangre caliente con la que fecundan y renuevan el mundo. Una hierogamia y una teofanía. Un rito de unión de lo que repta con lo que vuela; de la tierra, el hombre y el cielo.

Esta Colegiata, que por momentos se hace visible, aparece y escenifica "ciertos ritos mágicos" y luego desaparece, sigue actuando en la vida clandestina de sus integrantes, que ya no viven la existencia en compartimentos estancos, sino en su unidad indisoluble y jerárquica. La Colegiata es un símbolo del Pensamiento y sus proyecciones, como lo son otros de los ámbitos donde se transmite la doctrina hermética, en consonancia con el rito interno y cotidiano de cada cual. Se vive inmerso en un mundo simbólico y uno es sólo un símbolo, cuya energía se renueva a cada instante. ¿Qué nuevo trabajo nos espera?"

Colegiata Marsilio Ficino


NOVEDADES: "En el Útero del Cosmos" de Federico González, en film. Y nueva página web "La Caracola" en el anillo de SYMBOLOS (En http://colegiataficino.blogspot.com)
Coinciden hoy dos buenas noticias que nos alegra anunciarles.

En la anterior entrada veíamos como Deméter y Perséfone dibujan un relato mítico, arquetipo del proceso iniciático; dos mujeres, diosas, encarnan este descenso a los infiernos y su posterior ascenso regenerado. La Caracola. La Mujer y el Simbolismo Femenino es la nueva web del anillo de Symbolos, que nace de la mano de un miembro de la Colegiata Marsilio Ficino. Nuestros mejores augurios a esta página abierta a mujeres y hombres con sed de Conocimiento.

http://www.la-caracola.es/

Por otra parte y como hemos comentado, la obra teatral En el Útero del Cosmos, pieza alquímica en la que ha trabajado y finalmente puesto en escena la Colegiata Marsilio Ficino, fue representada en el mes de octubre en el espacio escénico Cotxeres Borrell y en febrero en Teatreneu, ambos en la ciudad de Barcelona.

El documento filmado de dicha representación que se realizó en el teatro Els Lluïsos de Gràcia ha sido editado en DVD y también se ha introducido dentro de la red informática en "YouTube" mediante once fragmentos (cuatro pertenecientes al primer acto y siete al segundo), a los que se puede acceder conectando con marsilioficino07, donde se encuentran todos los fragmentos subidos a la red, o bien a través a través de los siguientes links:

Acto I. Parte 1ª Acto II. Parte 1ª
Acto I. Parte 2ª Acto II. Parte 2ª
Acto I. Parte 3ª Acto II. Parte 3ª
Acto I. Parte 4ª Acto II. Parte 4ª
  Acto II. Parte 5ª
  Acto II. Parte 6ª
  Acto II. Parte 7ª

Obra que permite tanto al actor como al espectador viajar por las seis direcciones cósmicas y sentándose "en la butaca del centro" puede exclamar, como se dice en el último parlamento:

"Ahora todo es mucho más misterioso y sencillo y semejante a la vida cotidiana. Se caería en la tentación de pensar que no pasa nada, si aquello no estuviese siempre presente dando realidad a todo lo que existe. Este es un estado más sutil donde no hay novedad porque en la renovación perpetua no hay novedad posible. Donde la conciencia no distingue demasiado entre lo uno y lo otro y donde nada se ha perdido, ni debe hallarse, porque así ha sido desde siempre".

Colegiata Marsilio Ficino

 
 

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