Merlin muestra una piedra celeste, Paris 1498
Histoire de la vie, miracles, enchentements et
prophecies de Merlin, París 1498
LOS LIBROS HERMETICOS  II
FEDERICO GONZALEZ
En cuanto a autores antiguos que conocían el Corpus Hermeticum o los Hermetica, o aún se pensaba en algún caso eran los responsables de estos libros, nombraremos a Plutarco,10 Jámblico,11 Hermias,12 e incluso Apuleyo, iniciado en los misterios "egipcios" al que se atribuyó posteriormente la autoría del Asclepio.13 He aquí lo que dice por su parte el neoplatónico Proclo respecto a nuestra deidad: "…y de hecho este dios es el éforo de los gimnasios (razón por la que se colocaban estatuas de Hermes en las palestras), de la música (por ello es que es honrado como Hermes de la lira en el cielo), de las ciencias (a él se atribuye el descubrimiento de la geometría, de los razonamientos, etc.) y de la dialéctica (ya que este dios es el inventor de todo discurso, si es verdad que es él quien ha imaginado el habla, como hemos aprendido en el Cratilo). Puesto que preside toda la educación, se comprende que sea el guía, aquél que nos conduce hacia lo inteligible, que eleva nuestra alma fuera del lugar mortal, que dirige los diversos grupos de almas, que dispersa su sueño y su olvido, que es el dispensador de la reminiscencia, cuyo fin es la intelección enteramente pura de los seres divinos".14 Pero esto no es nada, el mismo Proclo en el año 453, cuando tenía 41 años recibe en sueños la revelación de que su alma pertenece a la cadena de Hermes, según lo narra su biógrafo y discípulo Marinus (Vida de Proclo, 28). Esta revelación la obtiene de Asclepio, dios muy popular en la Atenas de su tiempo. Hipólito de Roma (s. II - ca. 236) grecoparlante afincado en esta ciudad, se refiere también en sus Refutatio a representaciones de Hermes de origen egipcio, especialmente una existente en la ciudad de Cilene: "Los griegos recibieron este misterio de los egipcios y lo custodian hasta el día de hoy. Vemos, efectivamente, a los Hermes honrados por ellos bajo esta forma." "Lo veneran como el intérprete y artífice de lo que era, es y será, y se levanta representado bajo esta forma, esto es, con el miembro viril mostrando el impulso de las cosas inferiores hacia las superiores" (V, 7. 29). "En el templo de Samotracia se levantan dos estatuas de hombres desnudos, con ambas manos extendidas hacia el cielo y erecto el miembro viril al igual que la estatua de Hermes en Cilene. Dichas imágenes representan al hombre primigenio y al espiritualmente regenerado, en todo consubstancial a aquél hombre" (V, 8. 10).15 También conocieron el Asclepio Lactancio,16 San Agustín17 y Zósimo18 y asimismo Fórmico Meterno, astrólogo romano y hermetista del s. IV (que se envanece de haber transcrito las revelaciones de Hermes), San Cirilo de Alejandría,19 Miguel Pselos.20 Isidoro de Sevilla (560?-636) escribe en sus Etimologías (Libro VIII, 49): "El nombre griego de Hermes deriva de hermeneia, que el latín traduce por 'intérprete'. Por su poder y conocimiento de numerosas artes es conocido como Trismegisto, es decir, 'el tres veces máximo' ". Igualmente se afirma que Valentín, el mejor representante del pensamiento gnóstico cristiano, conocía estos textos,21 y aún que el autor del prólogo del evangelio de San Juan estaba impregnado de la atmósfera de muchos de estos escritos, así como el autor o autores del libro de la Sabiduría bíblico, un manuscrito griego del primer siglo de nuestra era. Otra obra que debemos mencionar son Los himnos Orficos y dos colecciones: los Oráculos Caldeos,22 y la llamada Textos de Magia en papiros griegos,23 obtenidos estos últimos desde el siglo XVIII en Tebas y El–Fayum y que están depositados en varias bibliotecas europeas, manuscritos en la misma época que los Hermetica y escritos en copto.24 Anotemos que la palabra caldeo era sinónimo de teúrgo, así como ha solido asociarse este último término de igual modo al de hermetista; volveremos más adelante sobre ello. 

La influencia de los Hermética parece haber sido también muy importante en el Islam, ya que fueron conocidos y citados los textos filosóficos, y los libros médicos, astrológicos, mágicos, y en general aquello que a la fecha puede considerarse el Hermetismo. El pensamiento hermético penetra en el Islam por varias direcciones y no sólo a través de los escritos griegos, sino también por medio de sectas sirias como la de los sabeos y de la astrología sánscrita conocida en Bagdad en el s. VIII y expuesta por Kanata, un hindú. Inmediatamente Hermes fue identificado con Idris y por cierto con Henoch y Agathodaimón conocidos en muchos países del Islam al igual que Seth. También se pensaba que era contemporáneo del surgimiento de las Pléyades en el punto vernal que 3.300 años antes de nuestra era había sido el punto de partida del calendario egipcio; igualmente encabezaba con su nombre (Thot) el primer mes de dicho calendario. Asimismo ha de señalarse que una de las pirámides era y es considerada como la "tumba de Hermes" (el nombre árabe para pirámide es haram), no porque allí yazga su cuerpo, que identificado con Henoch fue llevado al cielo y no ha muerto (asunto que por otra parte sucede con el Hermetismo), sino que en ese lugar yacen enterrados, o mejor, ocultos, los grandes secretos de la Ciencia Sagrada, sus misterios y revelaciones. 

Numerosos son los textos de la literatura hermética árabe que subsisten atribuidos a Hermes Trismegisto. Jean Doresse25 se limita a citar tres ejemplos claves: 1. "El Libro del secreto de la Creación, compilado hacia el 825 –en la época, pues, en que las doctrinas sabeas y la astrología hermética indianizada reforzaban, en Bagdad, las supervivencias directas– fue extraído de un tratado de Hermes Sobre las causas… y atribuido ficticiamente a Apolonio de Tiana, llamado en árabe Balinus. Ofrece como motivo de doble interés, una exposición de la creación y el célebre relato del descubrimiento de la Tabla de esmeralda." 2. "Turba philosophorum, según su traducción latina medieval, es una compilación, sin duda directamente elaborada en árabe, en la que se incluyen fragmentos de los Physika y Mystika democriteos. El relato pretende ser la narración de una reunión de los grandes filósofos de la Antigüedad, presididos por Pitágoras, que es presentado como discípulo de Hermes: en ella los reunidos intercambian sus ideas sobre la creación, antes de pasar a discutir los temas alquímicos." 3. "La meta de los sabios, manual de astrología talismánica, inspirado en fuentes sabeas, que data del siglo XI; obra ficticia de Hipócrates, cuyo nombre, deformado por el árabe y transformado de nuevo en la traducción latina, quedó convertido en Picatrix, nombre con el que es conocida la obra misma." 

Con respecto al descubrimiento de la Tabla de Esmeralda expresaremos que Titus Burckhardt en su libro Alquimia,26 señala que "la más antigua referencia a él ha sido hallada en un escrito de Dyâbir Ibn Hayyân, del siglo VIII y su versión latina era conocida ya por Alberto Magno." 

Para acabar con el hermetismo islámico citaremos de Henri Corbin, reconocido especialista, algunos pasajes de su Historia de la Filosofía Islámica27: "…los sabeos de Harrán hacían llegar su línea genealógica a Hermes y Agathodaimón. Su más célebre doctor, Thâbit ibn Qorra (†288/901), escribió en siríaco y tradujo al árabe un libro de las Instituciones de Hermes." "De hecho, la filosofía hermética se considera una hikmat ladonîya, una sabiduría inspirada, es decir una filosofía profética." "Al igual que muchas 'grandes personalidades' de la época, el filósofo iranio Sarakhshî (†286/899), alumno del filósofo al–Kindî, era shiíta o pasaba por tal. Sarakhshî había escrito una obra (hoy perdida) sobre la religión de los sabeos. Su maestro, al–Kindî, había leído igualmente lo que Hermes enseñaba a su hijo (referencia implícita, sin duda, al "Poimandres"), relativo al misterio de la trascendencia divina, y afirmaba que un filósofo musulmán como él no habría podido expresarlo mejor." "Los neoplatónicos del Islam, que llevan a cabo la síntesis de especulación filosófica y experiencia espiritual, reivindican para sí una cadena iniciática (isnâd) que se remonta a Hermes: así lo hicieron, por ejemplo, Sohravardî (†587/1191) e Ibn Sab'in (†669/1270)."28 

Como vemos, en el Islam Hermes y el hermetismo han sufrido diversas transformaciones, tanto el nombre del dios, como su forma según se adapta a lugar y tiempo, o a determinados grupos centralizados en tal o cual maestro, aunque siempre manteniendo sus características de "inventor" de la palabra, educador, psicopompos y energía versátil que sabe adaptarse a las circunstancias espaciotemporales y particulares sin que esta plasticidad altere su carácter fundamental de intermediario, de mensajero de los dioses, númen tutelar de toda invocación que se dirija al Dios Desconocido, a su ocultación y revelación. 

Para el Islam era también claro lo que hoy en día se ha establecido abundantemente: la relación de estos libros con el Egipto, de donde se ha recibido un fondo mitológico, cosmogónico y soteriológico de base, al igual que fórmulas médicas, astrológicas y mágicas que adquieren la forma de una Filosofía, o mejor de una Gnosis, en el período greco–romano de ese país y ha de extenderse por todo el Mediterráneo hasta Roma e incluso Persia y la India. Por lo tanto la investigación puede seguir los rastros y trazar un panorama de esta antigua concepción teosófica egipcio–greca y pagana que subsistió y se testimonia en Alejandría en los primeros siglos de nuestra era y que gracias a su expansión hacia y en Roma –como el cristianismo– ha subsistido en forma más o menos oculta y subterránea hasta el presente en Occidente;29 no son sólo leyendas los viajes de Pitágoras y Platón a Egipto narrados por Jámblico y otros autores antiguos. 

Pero a diferencia del cristianismo de su tiempo el Corpus Hermeticum sostiene que entre el Noûs y el hombre no hay intermediarios puesto que es el Noûs del hombre el que se revela a sí mismo. La única mediación es la de la Inteligencia que ilumina esta relación establecida desde siempre, posibilidad que todo hombre porta en sí. Es por esto que la Tradición Hermética no constituye ni ha constituido una religión, con autoridades por un lado y fervores por el otro, lo cual no quita el reconocimiento de las jerarquías divinas, tema fundamental en el Hermetismo, ni tampoco determinados cultos particulares o grupales realizados según la estructura cósmica, otra de las materias propias de la Tradición Hermética. Por eso es también obvio que no haya ministros, ni una autoridad común, ni una doctrina vista desde un solo punto de vista dogmático, ni nadie que pueda arrogarse la paternidad de estas enseñanzas. 

Por otra parte resulta evidente que sin el dogma religioso y el aparato eclesiástico de una parte, y de otra, la carencia de grupos específicos "autorizados", la iniciación se deja a lo individual, es decir a las personas puestas bajo la advocación de Hermes, o sea a aquellos buscadores del Conocimiento y la Sabiduría, Adeptos a los Misterios de la Ciencia Sagrada, recipiendarios de una Influencia Espiritual venida desde los más remotos orígenes (verticales y horizontales) y que como una cadena de oro se prolonga, siempre nueva, incólume, hasta nuestros días, lo cual puede advertirse incluso en su proyección histórica y en los documentos espirituales–intelectuales que la abonan. En esta cuestión de las ceremonias colectivas el hermetismo no sólo difiere del cristianismo, que hoy incluso reniega de todo esoterismo, sino también de las otras religiones del libro (aunque en ellas también esté contemplada la figura del "solitario"),30 pero no del Taoísmo, y otros numerosos modos tradicionales y arcaicos de Conocimiento, vivos y muertos, que tienen tantas formas iniciáticas como iniciados. Pero eso no obsta tampoco a que a lo largo de su historia haya tomado diversas maneras, como es el caso de numerosas escuelas y grupos en el pasado y como ha sucedido en la Edad Moderna con la Masonería, cuyo origen Hermético –basado desde el comienzo en la casi asimilación del nombre Hiram con Hermes, siendo HRM la raíz común–, cabalístico, astrológico, pitagórico, constructivo y alquímico es indiscutible ya que se encuentra presente en sus mismos símbolos y ritos conformando su propio andamiaje, e incluso la totalidad de su edificio. En este punto anotaremos que el Maestro interno, del que de una u otra manera hablan todas las tradiciones, se revela directamente en la Tradición Hermética, y tan generosa posibilidad le es proporcionada por Dios mismo, capaz no sólo de generar el mundo sino también de crear al hombre pneumático, al Verdadero Anthropos. Se supone que aquél que ha recibido tal regalo (que nos imaginamos es demasiado grande para cualquiera) es para la Tradición Hermética, un gnóstico. Sin embargo el Hermetismo y el Corpus Hermeticum son dos cosas diferenciadas, aunque con estrechísimo contacto entre sí, ya que el último codifica una serie de ideas, imágenes y formas de un tipo de pensamiento basado en análogas premisas, que a su vez otros grupos conocen, a la par que son transmisoras de sabiduría y de una influencia espiritual que muchas veces cristaliza en métodos de trabajo en el camino iniciático. En todo caso, lo que queda claro, es que ningún hermetista ha utilizado los textos del Corpus Hermeticum –incluso muchos de ellos no los conocieron– como una "biblia", sino más bien como una fuente permanente de inspiración y un compendio de sabiduría.31 De hecho el Corpus Hermeticum es perfectamente compatible con el resto de los Hermetica, así como con los desarrollos que alquimistas, filósofos, astrólogos, cabalistas teúrgos, artistas de la piedra, o Adeptos al Conocimiento han manifestado con posterioridad, aunque en algunos casos no los conocieran de manera directa, tal la energía–fuerza que la influencia tradicional del Hermetismo es capaz de transmitir, a veces a través de inocentes juegos "mágicos" como es el caso del Tarot. 

Lo cierto es que los libros que forman el Corpus Hermeticum (Poimandrés, Asclepio, Extractos de Estobeo) tienen una unidad en su conjunto: el Asclepio puede, él sólo, dar cuenta de ello. No pasa lo mismo con el Poimandrés en su totalidad, aunque hay algunos libros que lo componen que forman un bloque, y queda algún otro que está más relacionado con éste o aquél; sin embargo hay una unidad entre ellos, así como entre el Poimandrés y el Asclepio y ambos con los Extractos de Estobeo, participando de una atmósfera, un lenguaje, y un diseño que también está presente en la Tabla de Esmeralda y en general en toda la literatura hermética.32 También en lo substancial concuerdan las traducciones que realizaron L. Ménard, W. Scott y el P. Festugière, y otras más recientes como la inglesa de B. P. Copenhaver;33 como concuerdan igualmente en lo substancial el manuscrito latino del Asclepio con cuya copia se trabaja hasta hoy, con el manuscrito copto del mismo nombre encontrado en 1945 con el resto de la biblioteca de Nag–Hammadi, precisamente en Egipto, y traducido y anotado por P. Mahe.34 

Sin embargo la relativa homogeneidad del Corpus Hermeticum se ve alterada por su libro X. Este libro es fundamentalmente la piedra de escándalo en el Poimandrés. Efectivamente, para comenzar, algunos creen haber visto una contradicción en él al hacerse en el apartado 14 al hombre hijo del Cosmos y no de Dios, es decir, nieto del Noûs, y no su hijo, como se dice claramente en el libro I, y se repite o se hace referencia a ello a lo largo del Corpus. 

Esto debe salvarse completamente puesto que el hombre del que aquí se trata es el ser humano individual, no el Arquetipo increado del Hombre, el Anthropos u Hombre Universal al que se refiere el Ier libro (12 y subsiguientes hasta 17), y por lo tanto es también hijo del Cosmos ya que su materia ha sido extraída de él, puesto que es análogo al mismo, y aunque hijo de Dios de modo directo también puede ser considerado su nieto en el sentido de un mayor alejamiento u opacamiento del Noûs debido a su mayor acercamiento a la sustancialidad, al considerársele, también hijo del Demiurgo, y por lo tanto partícipe de la materia del Cosmos. Lo mismo pasa con la Naturaleza que en el libro primero es vista igualmente como arquetípica e increada, es decir la Sustancia Universal (en ese caso el Noûs–Dios sería la primera hipóstasis, el Noûs–cosmos–demiurgo la segunda y el Hombre la tercera), pero que es tomada de manera material en el libro III, 1. 

En realidad, este libro X del que hablamos, llamado a veces  La Llave, parece obra de otra mano y su estilo es mucho más basto y abrupto que el resto como lo afirma en nota W. Scott.35 En el apartado 7 se dice textualmente: "Pues numerosas son las metamorfosis de esas almas: las de unas hacia una suerte más feliz, las de otras hacia una suerte contraria: porque las almas reptantes pasan a animales acuáticos, las almas acuáticas a animales terrestres, las almas terrestres a volátiles, las almas aéreas a hombres", lo cual, aparte de ser una prefiguración de las teorías evolucionistas, que pretenden que las especies no son fijas, no es una doctrina Hermética propiamente dicha si se la toma de manera no alegórica, y no se repite a lo largo de esta obra, ni de otros tratados puestos bajo la advocación de Hermes. De todas maneras en el parágrafo 19 se subraya que ningún alma humana puede encarnar en un cuerpo animal. Lo cual es definitivamente contrariado en el parágrafo 8 donde se afirma que el alma del impío sigue un orden involutivo: "…sino que, volviendo atrás, recorre a la inversa el camino que ha seguido, el cual conduce hasta los reptiles". Personalmente pensamos que esta contradicción en un mismo texto, a pocas páginas de donde se afirmaba lo opuesto, ha sido una de las causas más importantes de la subvalorización actual del Poimandrés entre los estudiosos. 

En realidad, la afirmación tajante de 19: el alma humana no reencarna de manera animal, que contradice la teoría evolucionista-involucionista de 7-8 es igualmente propia del hermetismo posterior al Corpus. En ese caso lo que se describe allí (7-8) podría también ser una utilización metafórica del lenguaje en donde se quisiera dar una visión del Alma Universal cuya energía se individualiza en un ser que –análogo al macrocosmos– tiene componentes universales que corresponden a estados distintos del Ser Universal. Sin embargo no se mencionan otros "reinos" donde el alma pueda encarnar, como el mineral, o mejor, en el vegetal, que a simple vista está animado. En lo animal coincide con lo dicho por Porfirio acerca de Pitágoras, en su Vida de Pitágoras: "era especialmente notoria su afirmación de que el alma, en primer lugar era inmortal, y luego se trasladaba a otras especies de seres vivos", "también aseguraba que todo lo que de índole animada existía era necesario considerarlo de la misma parentela"; por otra parte tanto en la obra de Porfirio, como en la de Jámblico, del mismo título, se destaca una particular relación con los animales (Jámblico XIII, 60; Porfirio 23-25). En cuanto a su recuerdo de vidas pasadas estos autores son unánimes en destacarlo, y era tan obvia su creencia que se refiere interrogaba a las personas sobre ese tema. En cuanto a Platón citamos aquí algunos párrafos con los que cierra el Timeo: "La especie terrestre y bestial nació de los que no practicaban en absoluto la filosofía ni observaban nada de la naturaleza celeste porque ya no utilizaban las revoluciones que se encuentran en la cabeza, sino que tenían como gobernantes a las partes del alma que anidan en el tronco. A causa de estas costumbres, inclinaron los miembros superiores y la cabeza hacia la tierra, empujados por la afinidad, y sus cabezas obtuvieron formas alargadas y múltiples, según hubieran sido comprimidas las revoluciones de cada uno por la inactividad. Por esta razón nació el género de los cuadrúpedos y el de pies múltiples, cuando dios dio más puntos de apoyo a los más insensatos, para arrastrarlos más hacia la tierra. A los más torpes entre éstos, que inclinaban todo el cuerpo hacia la tierra, como ya no tenían ninguna necesidad de pies los engendraron sin pies y arrastrándose sobre el suelo. La cuarta especie, la acuática, nació de los más carentes de inteligencia y más ignorantes; a los que quienes transformaban a los hombres no consideraron ni siquiera dignos de aire puro, porque eran impuros en su alma a causa del absoluto desorden, sino que los empujaron a respirar agua turbia y profunda en vez de aire suave y puro. Así nació la raza de los peces, los moluscos y los animales acuáticos en general, que recibieron los habitáculos extremos como castigo por su extrema ignorancia. De esta manera, todos los animales, entonces y ahora, se convierten unos en otros y se transforman según la pérdida o adquisición de inteligencia o demencia."36 Esto igualmente puede tomarse literalmente o de modo metafórico o alegórico como una imagen de la degradación del alma que cae en la materialidad en un descenso a través de distintas especies animales. 

Por su parte Plotino en sus Enéadas también parece creer en transmigraciones hacia lo animal, podría decirse que de modo casi literal: "cuantos vivieron sólo por la sensación, renacen animales"; "y a la sanción de las almas que se reencarnan en bestias, ¿quién asiste? ¿alguien inferior a un demon?" (III 4.2, 15-20; y 6, 15-20). Por lo que la posible lectura alegórica del Poimandrés X, 7-8 en el sentido de que el alma del hombre participa del Alma Universal y como ella, debido a la analogía macro–microcosmo, conoce estados que comparte con el Universo ya que ambos participan de un mismo proyecto, –idea que está presente en otras partes del Corpus– no es tampoco clara, aunque ello no quiere decir que forzosamente haya que tomar como literales a las metamorfosis jerárquicas descendentes que se describen. Lo cierto es que este tipo de creencias eran habituales en general en los medios neoplatónicos y neopitagóricos donde presumiblemente se originó el Corpus Hermeticum. 

Se debe destacar que tanto para el pensamiento hermético, como para las doctrinas tradicionales en general la transmigración del alma es considerada de modo vertical y asociada siempre con la transmutación que ésta sufre en el proceso Alquímico donde conoce otros estados del Ser Universal. Esto se debe a que la Tradición Hermética considera siempre el estado y tiempo presente como condición de esa transmutación, reflejo del Eterno Presente, donde tanto el pasado como el futuro son inexistentes. No hay otra alternativa que asumir hoy el proceso vital y encarnarlo sacudiéndose los indefinidos sueños, las ilusiones y los condicionamientos, y enfrentar ahora mismo la Iniciación, única y verdadera realización del ser humano, totalmente ajena a cualquier planteamiento o veleidad reincarnacionista.37

NOTAS
10 Plutarco (46-120): Vidas Paralelas y Moralia, que incluye el De Isis y Osiris. En esta escribe: "Según se dice, en las obras tituladas 'Libros de Hermes' al tratar de los nombres sagrados se afirma que el poder que regula la circunvolución del sol es llamado Horus por los egipcios, y designado por los griegos con el nombre de Apolo". Isis y Osiris, 61. Ed. Glosa, Barcelona 1976, pág. 46.
11 Jámblico (s. I), neoplatónico: "El conjunto ha sido completamente expuesto por Hermes en sus libros." (Jamblique: Les mystères d'Egypte. Les Belles Lettres, París 1989). "Pero si propones alguna pregunta filosófica, la responderemos para tí también según las antiguas estelas de Hermes, que ya Platón y anteriormente Pitágoras habían escrutado para constituir su filosofía." (ibid. I, 1).
12 H. C. Puech, nos habla de un comentario sobre el Fedro del cual es autor Hermias de Alejandría (s. V) en el que se destaca a Hermes Trismegisto. (Ver En quête de la Gnose. I La Gnose et le temps, cap.: "Hermes trois fois incarné". Gallimard, París 1978.)
13 Es muy significativo que a Apuleyo (114/125?-160/170?): De Platón y su doctrina, Del mundo, Sobre el dios de Sócrates, Las Metamorfosis o El Asno de Oro, le fuera atribuida la paternidad del Asclepio; de hecho se lo consideraba por un lado un filósofo platónico, como lo hizo San Agustín, por otro un iniciado egipcio de influencias "hermetizantes", y por último como un mago, mejor, un teúrgo, de lo cual por otra parte fue acusado y tuvo que defenderse, lo que dió lugar a su obra Apología, su alegato de defensa.
14 Proclus: Sur le Premier Alcibiade de Platon, T. II, págs 253-254. Les Belles Lettres, París 1986. Texto establecido y traducido por A. Ph. Segonds, quien recuerda en nota un poco antes, remitiéndose a Platón (Rep. III 412), la comparación del alma con una lira de la cual música y gimnástica son las cuerdas.
15 Sobre el tema de las estatuas mágicas ver Raimon Arola: Las Estatuas vivas. Obelisco, Barcelona 1995.
16 Escritor latino cristiano (h. 250-325) discípulo de Arnobio. "Trismegisto, en efecto, que investigó –no sé de qué modo– casi toda la verdad, describió con frecuencia la virtud y majestad del verbo". Instituciones divinas, IV 9. 3. "Pues bien, se trataba de un hombre, aunque muy antiguo y tan instruido en todo tipo de doctrina que sus conocimientos en muchos temas y artes determinaron que se le pusiera el nombre de Trismegisto. Escribió libros y concretamente muchos de ellos referidos al conocimiento de temas divinos;…". Ibid., I 6. 3-4. 
17 (354-430): Confesiones, De Trinitate, Cuestiones sobre el Heptateuco, Sobre el origen del alma, Sobre la presencia de Dios, etc. En La Ciudad de Dios (libro VIII, 23) se refiere al Asclepio y al famoso tema de las estatuas animadas: "de modo diverso sintió y escribió de ellos Hermes, egipcio, a quien llaman Trimegisto; pues Apuleyo, aun cuando conceda que no son dioses, pero diciendo que son medianeros entre los dioses y los hombres, de modo que son necesarios a los hombres para el trato con los mismos dioses, no diferencia su culto de la religión de los dioses superiores. Mas el egipcio dice que hay unos dioses que los hizo el sumo Dios, y otros que los hicieron los hombres." La crítica de Agustín al Asclepio es muy violenta y sigue hasta el final del libro VIII. Proclo, por otra parte en su Teología Platónica (libro I, 1) dice: "…que fueron sus discípulos y que han alcanzado una tal perfección que podemos compararlos a estatuas". Proclus: Théologie platonicienne. Livre I. Les Belles Lettres, París 1968. Estos discípulos también aparecen en el texto de las Argonáuticas Órficas, obra probablemente del s. IV atribuida a Orfeo donde se narra el mito de los Argonautas (otras que tratan el tema son atribuidas a Apolonio de Rodas, y a Valerio Flaco, del s. I de nuestra era): "Contemplé a la ilustre y triple descendencia de Hermes…" (132, pág. 89, Gredos, Madrid 1987).
18 Zósimo de Panópolis (s. III), filósofo, mago y alquimista. Cita el Crátera y otros textos en La cuenta final.
19 Teólogo griego doctor de la Iglesia (med. s. V). Fué patriarca de Alejandría (376-444). En su Contra Julianum, I 30: "Estimo también digno de memoria al egipcio Hermes al cual sus contemporáneos, como señal de honor, concedieron, se dice, el título de tres veces grande y al que algunos asimilan al legendario hijo de Júpiter y Maya." (F. Bonardel, L'Hermétisme, P.U.F., París 1985). También la misma autora nos habla de que Cicerón (102-43 a. C.) en su De natura deorum (III, 22) dice: "Los egipcios le llaman Thoth y es con esa misma apelación que designan el primer mes del año". (Ibid).
20 Miguel Pselos (1018-1096) menciona en su obra a Hermes Trismegisto y sus libros y presta especial atención a los llamados Oráculos Caldeos, a los que comenta.
21 Según Bentley Layton, en su libro The Gnostic Scriptures (Doubleday & Co., New York 1987, intr. pág. xvi), una de las dos corrientes más importantes del pensamiento de Valentín, a su vez el más importante de los teógonos del pensamiento gnóstico, fué constituida por los escritos Herméticos.
22 Ver Oracles Chaldaïques, traducción, comentarios y notas E. Les Places. Les Belles Lettres. París 1989. Hay versión castellana con introducción, comentario y notas de F. García Bazán (Ed. Gredos. Madrid 1991). Obsérvese la analogía de estos textos con algunos papeles de los Hermética con los cuales comparten fundamentalmente la misma cosmogonía, aunque ambas enseñanzas se hallan muy diferenciadas entre ellas dado el carácter incompleto, misterioso y oracular de los textos "caldeos", pero con elementos comunes, también presentes en las gnosis dualistas o no, el neoplatonismo, y el cristianismo, sin nombrar otras corrientes orientales coincidentes –fuera de Egipto y Caldea– en la época alejandrina como el hinduismo e incluso el budismo.
23 Edición castellana con introducción, traducción y notas de J. L. Calvo y Mª D. Sánchez. Ed. Gredos. Madrid 1987.
24 En el libro citado en la nota anterior, colección de documentos de los primeros siglos de la era cristiana, Hermes es llamado "fundador de los dioses", se nos habla también de un Hermes subterráneo y se le nombra como Trismegisto, el Dios de grande pensamiento (papiro VII, 29-550); igualmente se habla del corazón de Hermes asociándolo al "rocío de todos los dioses" y como fundador de la lengua, y a él se lo invoca para prácticas mágicas que van desde el pedido de una iluminación o un sueño hasta un encantamiento para atrapar a un ladrón.
25 Ver Jean Doresse: Historia de las Religiones, dirigida por H. Ch. Puech. Tomo 6, cap. "El Hermetismo Egipcianizante". Siglo XXI, Madrid 1979.
26 Alquimia. Titus Burckhardt. Ed. Paidós, Barcelona 1994; pág. 187. Ver también Hermès Trismégiste: La Table d'Émeraude et sa tradition alchimique. París, 1994.
27 Historia de la Filosofía Islámica, Henri Corbin. Ed. Trotta, Madrid 1994.
28 Con respecto a Sohravardî, notable metafísico islámico Henri Corbin en otra obra, El hombre y su ángel, nos dice: "Tres grandes nombres ensalzados en su obra como profetas guían la inspiración de Sohravardî: Hermes, Zoroastro y Platón".
29 Para la cosmogonía egipcia ver Lucie Lamy: Misterios egipcios (Ed. Debate, Madrid 1989), y Manfred Lurker: An Illustrated Dictionary of The Gods and Symbols of Ancient Egypt (Thames & Hudson, London 1995); también Sacred Science, The King of Pharaonic Theocracy, R. A. Schwaller de Lubicz. Inner Traditions International, N. York 1982, etc.
30 En el Islam estos "solitarios" están directamente vinculados con los âfrad, que están bajo la protección de El-Khidr. Esta entidad, que está viva, puede ser asociada al profeta Elías que también permanece vivo (Elías Artista es uno de los patronos de la Alquimia), al igual que Enoch, que fue arrebatado al cielo en un carro de fuego sin pasar por la muerte, el cual es a su vez el profeta Idris (= Hermes).
31
32 "La unidad general de las doctrinas expuestas en los libros herméticos permite referirse a una misma escuela". Hermès Trismégiste. Louis Ménard. Guy Trédaniel, París 1977.
33 Hermetica. Brian P. Copenhaver. University Press, Cambridge 1995. Versión de mucho interés.
34 Pierre Mahe. Bibliothèque Copte de Nag Hammadi. 2 T. Les Presses de l'Université Laval, Quebec 1978-82. Hay también traducción inglesa: The Nag Hammadi Library, J. M. Robinson (ed.). HarperCollins, N. York 1990. La lista completa de los textos herméticos de esta biblioteca que J. Doresse –a quien seguimos en esto– llama de Khenoboskion, incluye varios aparte de Asclepio 21-29. Ver L'Evangile selon Thomas. Editions du Rocher, París 1988.
35 Walter Scott. Hermetica. Shamballa, Boston 1993.
36 (Timeo 91-92). Diálogos, vol. VI. Gredos, Madrid 1992.
37 Ver para este tema: René Guénon. L'Erreur Spirite, cap. "La réincarnation". Ed. Traditionnelles, París 1991.