PRESENCIA VIVA DE LA CÁBALA II
LA CÁBALA CRISTIANA

FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS

La escala del ascenso y descenso del entendimiento, de Ramón Llull
Ramón Llull, Liber ascensu et descensu intellectus,
Valencia, 1512.

 
CAPITULO II
PRECURSORES DE LA CABALA HERMETICA EN EL RENACIMIENTO (2)
 
Ramón Llull (c.1232-c.1316) (continuación)
Llull no sólo emplea la simbólica universal del número y la letra sino que la conjuga con el símbolo del árbol, lo que de nuevo señala la profunda compenetración de su pensamiento con la exposición doctrinal cabalística. Así, en otro libro titulado El Arbol de la Ciencia, la escala cósmica se eleva desde la realidad concreta y material hasta la espiritual a modo de una sucesión ascendente de árboles que empiezan por el elemental, al que sigue el vegetal, el sensual, el imaginal, el humanal, el moral, el apostolical, el celestial, el angelical hasta culminar en el eviternal. Igualmente en el Libro de Filosofía de Amor se apoya en esa simbólica, y aún en su novela Libro del Gentil y los tres sabios,51 que citaremos enseguida, donde recrea un ámbito idílico en el que coinciden un sabio judío con otro musulmán y uno cristiano, reunión de representantes de distintas formas tradicionales que abrevan por igual en la fuente de la Sapiencia y que reciben la visita de dama Inteligencia, la cual los instruirá, a ellos y a un gentil que anda por esos parajes buscando respuestas a preguntas trascendentales, transportándonos de este modo a una atmósfera siempre real y actual; un paisaje del alma que todos los iniciados conocen y transitan:

Mientras el gentil andaba por el bosque como un hombre perdido, de uno en otro lugar, fue a parar a un camino muy hermoso y decidió seguir aquel camino, hasta ver a qué fin podía venir del trabajo en que estaba. Sucedió que, mientras el Gentil andaba por aquella senda, tres sabios se toparon a la salida de la ciudad. Uno era judío, el otro era cristiano y el otro musulmán. Cuando estuvieron fuera de la ciudad, y se vieron, entonces se saludaron y se acogieron agradablemente y se acompañaron; y cada uno preguntó al otro por su vida, su salud y su voluntad; y los tres acordaron irse paseando para recrear el espíritu, fatigados por el largo estudio en que habían estado.

Tanto anduvieron los tres sabios, hablando cada uno de sus creencias y del saber que enseñaban a sus discípulos, que fueron a parar a aquel bosque por donde caminaba el gentil, y estuvieron en un hermoso prado, donde había una bella fuente que regaba cinco árboles, significados por los cinco árboles que figuran al inicio de este libro. Llegó también a la fuente una hermosa doncella, muy noblemente vestida y que cabalgaba un hermoso caballo, que abrevaba en la fuente. Los sabios, que vieron los cinco árboles, que eran muy deleitosos de ver, y vieron a la dama, que tenía un rostro muy agradable, se acercaron a la fuente y, muy humilde y devotamente, saludaron a la dama, y ella correspondió gentilmente a sus saludos. Los sabios le preguntaron su nombre y ella les dijo que era la Inteligencia; los sabios le rogaron les explicara la naturaleza y las propiedades de los cinco árboles y qué significaban las letras escritas en cada una de sus flores.

Por cierto que toda la obra de este arquitecto y constructor, o también jardinero del ánima, es la expresión de su experiencia intelectual-espiritual, o sea, el reflejo de sus viajes interiores por ese mundo intermediario del alma y su naturaleza trina, que como sabemos los cabalistas también describen como ternario y que dividen en nefesh, ruah y neshamah. Ramón Llull en su Libro de la contemplación en Dios,52 que más bien es un tratado enciclopédico, asegura:

Cuando el entendimiento, Señor, del hombre ha subido tan arriba que ha apercibido intelectualmente que hay tres cosas en el alma y, por estas tres cosas que ha apercibido el entendimiento, apercibe que las tres son una sustancia simple; y cuando ha subido el conocimiento del hombre tan arriba que apercibe que las tres cosas son una sustancia, después sube otro escalón y apercibe que las tres cosas que son una sustancia son iguales en virtud y en naturaleza y en bondad; y cuando el alma ha apercibido de sí misma hasta el más supremo escalón que puede apercibir de sí misma, entonces sube a lo más alto de sí misma; y así como el hombre apercibe que su alma es en tres cosas y las tres cosas son una sustancia y las tres tienen igual virtud y bondad, así el alma contemplando vuestra sustancia divina apercibe en su propia naturaleza que vuestra naturaleza divina es tres personas en una sustancia, en cuya sustancia las tres personas son iguales en virtudes, en bondad y en gloria.

Además, Lulio sabe que es en este plano intermediario del Ser (Beriyah y Yetsirah para el modelo del Arbol sefirótico) donde acontece toda la revelación y la labor de conocimiento, o sea, donde el Arte es operativo para ordenar y alzar el gran edificio cósmico; ámbito en el que el Espíritu (simbolizado por el mundo de Atsiluth) proyecta indefinidos juegos especulares de sí mismo, y que los cabalistas experimentaron con idéntica vehemencia, revelándolo en esos textos testimoniales tan bellos e inspirados como el Zohar, Puertas de Luz, etc. Lulio expresa al respecto:

6.- Así como de dos espejos materiales puestos uno enfrente a otro cada uno demuestra al otro su forma y su cualidad y todas las figuras que son demostradas en uno lo son en el otro, así es en el alma del hombre, que es espejo en el cual son revelados vuestros secretos, cuando ella intelectualmente ve contemplando las virtudes y la gran bondad de vuestra deidad sin que las cosas sensuales le impidan contemplaros. Pues, entonces, Señor, el alma viendo vuestras virtudes y vuestra perfección y vuestra bondad, se ve a sí misma en vuestra virtud y en vuestra bondad; y viéndose a sí misma, apercibe conocimiento de las cosas que le eran secretas cuando ella no se veía a sí misma en vuestra perfección.

8.- Cuando se pone un espejo pequeño delante de un espejo grande y se mira en el grande, entonces se ve, Señor, en el espejo grande dos figuras engendradas de una figura, pues el espejo grande demuestra la figura del hombre fuera de los términos de la figura del espejo pequeño, y demuestra otra figura del hombre dentro de la forma que el espejo grande recibe del espejo pequeño, y así la cara del hombre, que es una, es demostrada en el espejo grande en dos partes. Pues, así como sensualmente el espejo grande demuestra al espejo pequeño en sí mismo la figura del hombre que está escondida al espejo pequeño a causa de que está detrás de él, así intelectualmente es demostrado al alma del hombre cómo ella apercibe y conoce su naturaleza misma, pues viendo ella a sí misma ser una sustancia, que es en tres cosas y las tres cosas son una sustancia, lo hace apercibiendo en vuestra esencia divina vuestra trinidad y vuestra unidad y la generación y la procesión de las personas, cuyo conocimiento que el alma tiene de vuestra trinidad le era oculto y secreto cuando el alma no tenía conocimiento de sí misma.53

El gran proyecto civilizador de Llull contemplaba la apertura de escuelas de lenguas a lo largo y ancho del Mediterráneo, como soporte para conseguir esa unidad en el Pensamiento. O sea, que para Lulio la Palabra tiene un gran poder por su naturaleza suprahumana, el Verbo divino nombra todo lo creado y el Soplo emanado del Silencio convierte a cada cosa en un símbolo de lo Innombrable, ideas éstas que repite de mil maneras, especialmente en su libro Cent Noms de Déu o en el enciclopédico Proverbios,54 en el que dice, tan en consonancia con la Cábala:

1.- Por ser Dios un ser perfecto, su nombre es perfecto.

2.- Dios y su nombre se corresponden realmente.

3.- El nombre de Dios que el hombre usa, es semejanza de su nombre.

4.- El nombre "Dios" no ha sido inventado; pero sí los nombres con que lo designan los hombres.

7.- Quien dice "ser que no tiene necesidad de nada", habla de Dios.

8.- Quien dice "infinitud y eternidad", nombra a Dios.

9.- Quien dice "ser infinito y eterno", designa a Dios.

11.- El nombre de Dios es inmutable. Mas el cristiano, el judío y el sarraceno lo cambian, valiéndose de diferentes términos y vocablos.

12.- Nombramos a Dios, cuando decimos "infinito" o "eterno"; así como el hombre menciona el hierro, cuando dice "martillo" o "clavo", que son de hierro.

13.- En Dios, el nombre del nombre es "Dios de Dios".

Por lo que el tema de la deificación del ser humano empapa toda la obra y vida de este personaje casi mítico, hercúleo por sus trabajos y esfuerzos. Pero dicha divinización no sería posible sin la irrupción permanente de esa energía llamada Amor, fuerza que Llull invoca en sus poemas o meditaciones, y que en realidad impregna todos sus escritos –despojada siempre del sentimentalismo pues su naturaleza es más alta–, como sucede con muchos de los textos de iniciados, desde los de esos trovadores de las Cortes de Amor que él mismo pudo haber conocido, pasando por los de los cabalistas contemporáneos como Chiquitilla o Moisés de León, hasta llegar a los inspirados filósofos y magos del Renacimiento, que arrebatados por el furor presidido por la Venus Urania, pudieron penetrar las más altas esferas de la conciencia; pues ya se sabe que ésta es una energía eterna, la argamasa de la edificación, la que cohesiona el organismo cósmico al templar y armonizar todas las oposiciones y reunirlas en su unidad esencial. Lulio, en su Amigo y Amado55 así lo manifiesta:

257.- Muy por encima del amor está el Amado, y muy por debajo del amor está el amigo. Y el amor, que está en el medio, desciende al Amado hacia su amigo, y eleva al amigo hacia el Amado. Y en el descenso y en la elevación vive y toma principio el amor por el que languidece el amigo y es servido el Amado.

258.- A la derecha del amor está el Amado, y el amigo está a la izquierda; y por esto el amigo no puede llegar a su Amado sin pasar por el amor.

259.- Delante de amor está el Amado, y detrás del Amado está el amigo; por eso el amigo no puede llegar al amor hasta que no haya hecho pasar sus pensamientos y deseos por el Amado.

260.- Representa el Amado para su amigo como dos Amantes idénticos a sí mismo en ornamentos y valores. Y se enamora el amigo de todos tres, aunque el amor sea sólo uno, significando la unidad esencialmente una de los tres Amados.

Y siempre, aquí y allí, los destellos de un Cosmos permanentemente recreado y de la realidad metafísica que lo incluye y excede:

305.- Eternamente comienza, ha comenzado y comenzará mi Amado, y eternamente no comienza, no ha comenzado ni comenzará. Y estos comienzos no suponen contradicción en mi Amado, porque es eterno y tiene en sí unidad y trinidad.56

Sólo hemos podido ofrecer unas breves pinceladas de la vasta producción de este sabio del fin del medioevo –puente entre un mundo obsoleto y otro virgen que está a punto de nacer– y de los muchos géneros57 que cultivó, pero con lo expresado, algo se vislumbra del gran proyecto civilizador de ese revolucionario, que acreditó en el poder de la Palabra fecundadora y creadora (y de su fijación en la escritura), así como en el del Número y su proyección espacial como sendos vehículos de construcción y conocimiento y como símbolos por los que se revela no sólo el orden del cosmos, sino lo que es más importante, la realidad supracósmica o metafísica.

En su Vida Coetánea reconoce haber escrito más de 123 libros, y la catalogación actual los cifra ya en 265, muchos de los cuales también discurren sobre la ciencia médica, la astrología y la alquimia.58 Llull asegura no haber practicado este arte, pero lo cierto es que son numerosísimos los tratados alquímicos que se le atribuyen y que aún actualmente se siguen rescatando de fondos bibliotecarios, siendo el promotor de toda una revitalización del Arte Real que se prolongará hasta finales del siglo XVII.59 Durante el Renacimiento circularán, se editarán y reeditarán cientos de esos opúsculos lulianos o pseudo-lulianos (que se cifran en cerca de 500 títulos), ocupando lugares bien destacados en las bibliotecas de los protagonistas de ese nuevo período. El hecho de ponerlos bajo el patrocinio de Llull –lejos de la connotación peyorativa que tiene hoy en día todo lo que lleva el prefijo "pseudo" que lo hace equivalente a falso o engañoso–, significa la adscripción o filiación intelectual a un personaje entroncado con la verdadera tradición de Occidente, así como la certeza de que su modelo especulativo universal es aplicable a la ciencia de las transmutaciones. Además, cómo no reconocer en toda la producción intelectual de Lulio la permanente exhortación a la transmutación interna, es decir, a la práctica de una alquimia espiritual como medio de realización metafísica, a la par que como modelo ejemplar de la cosmogonía. Este fragmento de su Testamento60 así lo demuestra:

Dios en el principio crió a esta naturaleza de nada solo con su voluntad nacida de su liberalidad en una pura substancia, la qual se llama esencia quinta en donde se encierra toda la naturaleza. De la mexor y más pura substancia (que fue dividida en tres partes) creó Dios los Angeles. De la segunda los cielos, los Planetas y las Estrellas, y de la tercera menos pura hizo este inferior mundo, y el hijo de dotrina debe estar en esto y en su inteligencia, no como por fuera se dice sino del modo que todo por la voluntad alta de Dios fue creado juntamente sin sucesión de alguna materia que precediesse, porque de otro modo no sería creación ni operación Divina, la qual se funda en quanto a creación, en un producido del ser que baxa científicamente por creación de nada en un verdadero ser substancial. Por lo qual hijo mio quieras entender con espíritu científico lo que hemos dicho y lo que diremos y huye de la común y vulgar inteligencia, porque hablo con respeto del obrar de la naturaleza a quien has de imitar en tu obra.


NOTAS
51 Antología de Ramón Llull. Prólogo y notas de Miguel Batllori. Dirección general de Relaciones Culturales, Madrid, 1961, pág. 380-381.
52 Ramón Llull, Libro de la contemplación en Dios. Mallorca, 1274, capítulo 170, 15, citado por Amador Vega en su Ramón Llull y el secreto de la vida. Ed. Siruela, Madrid, 2002, pág. 153-154.
53 Ibid., pág. 158-160.
54 Ramón Llull, Proverbios de Ramón. Editora Nacional, Madrid, 1978, pág. 63-64. Son alrededor de 6000 los proverbios que escribe, a los que hay que añadir los de su otro libro Mil Proverbios.
55 Llibre d’Amic e Amat. Editorial Claret, Barcelona, 1982, pág. 93-95.
56 Ibid., pág. 109.
57 Destacamos los siguientes títulos de su producción tanto enciclopédica como filosófica, religiosa, teológica, pedagógica, poética y apologética: Libro del gentil y los tres sabios; Félix o Llibre de meravelles que incluía el Llibre de les bèsties; Blanquerna; Disputatio dels cinc savis; Cent noms de Déu; Canto de Ramón; Aplicació de l’Art; Medicina de Pecat; El desconsuelo; Libro del ascenso y descenso del entendimiento; Doctrina pueril; Arbol de filosofía de amor; Llibre de caos; Llibre dels àngels; Llibre dels articles; Llibre de clerecia; Libro del Orden de caballería; Liber de Sancto Spirito; De articulis fidei; Proverbis de Ramón; Llibre de mil proverbis; Llibre d’oració; Retòrica nova; Llibre de Natura; Nova Logica; Liber de disputatione fidei et intellectus; Liber de fine; Liber de erroribus iudaeorum; Liber de acquisitione Terraea Sanctae; Ars mixtiva Theologiae et philosophiae; Lo concili; Disputatio clereci et Raymundi phantastici; De locutione angelorum; De participatione christianorum et sarracenorum; Consolació d’ermità, y un larguísimo etc.
58 Citamos sólo algunos a título de ejemplo: Testamento; Clavícula; El libro de los mercurios; Lapidarium; Libro de la quinta esencia; Imago Mundi; Cantinela; Ars conversiones; Ars operativa; Anima artis transmutatorie metallorum; La Magia natural; Secreta secretorum Raymundi Lullii; Illuminati sacre pagine professoris Raymundi Lull ars magna generalis et ultima, etc., etc., etc.
59 A este respecto nos parece muy significativo lo apuntado por Santiago Jubany en su introducción a la edición del Testamento de Llull, en el sentido de que es justamente un judío converso uno de los primeros seguidores del arte Luliano aplicado a la Alquimia: "Parece haber cierta unanimidad entre los estudiosos del Llull alquimista en el hecho de considerar a Ramón de Tárrega (1295-1371), judío converso y conocido alquimista, que se hacía llamar maese Raymundo y del que se tienen noticias de sus numerosos viajes por las distintas cortes europeas, entre ellas la inglesa, como el verdadero autor del corpus luliano. Esta es la opinión sostenida por autoridades de la talla de J. R. de Luanco, Raphael Patai o Michela Pereira". Ed. Indigo, Barcelona, 2001, pág. 9.
60 Ramón Llull, Testamento. Ed. Indigo, Barcelona, 2001, pág. 70.