PRESENCIA VIVA DE LA CABALA
FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS
Circuncisión de un judío egipcio en un relieve de Saqqara
Este relieve de Saqqara muestra la circuncisión
de un judío egipcio
CAPITULO I
LA CABALA JUDEOCRISTIANA12

Para comenzar un libro de esta naturaleza –y acorde con su título– debemos explicar en términos sencillos qué se entiende por Cábala (Kabbalah), más allá de las interpretaciones engañosas y las supersticiones.

En efecto, la palabra Cábala significa Tradición (o recepción), específicamente la del pueblo hebreo desde sus comienzos hasta nuestros días, pues se trata del esoterismo judío, hoy vivo a través de los diferentes modos y adaptaciones que ha debido tomar en sus formas en el transcurso del tiempo debido a la diáspora y el exilio.

De hecho son dos los textos cabalísticos fundamentales: el Sefer Yetsirah (Libro de Las Formaciones fechado probablemente en el siglo IV aunque se lo menciona solo en el siglo X), y el Zohar, Libro del Esplendor del siglo XIII, escrito en España; a ellos habría que agregar el magnífico Bahir, Libro de la Claridad (mediados s. XII, sur de Francia) un poco anterior al segundo.

Dos de ellos han sido escritos en medios judíos de sociedades cristianas, el origen del otro es desconocido.

Y con la simple lógica ha de comprenderse –como así mismo sucede hoy día– que por más que las minorías se aíslen y rechacen el influir de las mayorías tratando de preservar su tradición, ésta, sin contaminarse, debe adaptarse a los lenguajes conceptuales de su tiempo y lugar, los que luego también tendrán eco en sus pensamientos y su forma de comunicarse.

El gran tema de la Cábala es la metafísica del lenguaje y ocupan en ella un papel fundamental las letras del alfabeto hebreo. En verdad el universo es un inmenso conjunto de letras que al articularse conforman el Nombre Divino, el Verbo Creador, un rollo donde están escritas, que al pronunciarlas las ordena. O sea, el cosmos como un libro en el que están cifradas todas las cosas.

Aquí se debe destacar que estas letras son a la vez números, es decir que el conjunto de los números y sus combinaciones configuran el mundo, ya que este todo puede ser medido, pesado, y contado, y por lo tanto ser descrito de esa manera, en perfecto acuerdo con las ideas pitagóricas, tan presentes en el neoplatonismo (y neopitagorismo) de los primeros siglos de esta era. Por otra parte la traducción del término sefiroth, elementos constitutivos del Arbol de la Vida, modelo del Universo (Arbol Sefirótico), es numeraciones, cuentas o cálculos.

Desde hace tiempo se ha señalado la vinculación del pensamiento neoplatónico, gnóstico, y otros esoterismos occidentales con la Cábala judía por autores judíos y no judíos. Razón por la cual sus orígenes culturales, especialmente la herencia de Grecia y Roma amén de otras orientales, no podrían dejar de haber influido sobre las formas en que se aprendía y se enseñaba el esoterismo del pueblo de Israel basado en la Toráh, es decir: su Ciencia Sagrada. Esto desde los primeros siglos de la era cristiana, aunque el mensaje cabalístico en sí, puede rastrearse en el judaísmo más antiguo y es, auténticamente judío y propio del pueblo de Israel, ya que no es en definitiva sino emanado de los cinco primeros libros bíblicos: el Pentateuco, o la Toráh.

Debe destacarse en este sentido la influencia de lo que hoy se ha llamado la Gnosis en los estudios de la Historia de las Ideas, ejemplificada por autores como Plotino, Basílides –o el odiado Valentín por las autoridades religiosas cristianas– aunque también han existido exégesis sabias y gnósticas en los primeros padres de la iglesia, por lo que se suele hablar con justa razón de un gnosticismo cristiano.

Gershom Scholem utiliza también el término gnóstico judío para referirse a ciertos sabios judíos que vivieron en los primeros siglos de la era cristiana en lugares como Alejandría –y otros muchos sitios del Mediterráneo– en donde hay constataciones históricas de la coincidencia del neoplatonismo, el neopitagorismo, la Tradición Hermética, los gnósticos, la rama del judaísmo llamada cristianismo –en particular la teología de los sacramentos relacionada con la Teúrgia– e igualmente en la obra posterior de Dionisio Areopagita y contemporáneamente al paganismo de Proclo,13 los que no podían dejar de influir en la forma de expresar sus antiguas tradiciones.14

Desde luego esta posibilidad ha indignado a ciertos rabinos de todos los tiempos (hoy ortodoxos o sionistas) ya que la palabra Cábala (Kabbalah) quiere decir literalmente tradición y de ninguna forma podría ser en este contexto que la propia tradición judía hubiese podido directa o indirectamente derivarse del pensamiento griego, lo cual así planteado es un disparate y, por otra parte, hay muchísimas evidencias del trasfondo hebreo del Sefer Yetsirah, del Bahir y del Zohar –que se ha leído como texto sagrado a la par de la Biblia y el Talmud por buena parte del pueblo judío.

Por lo que la Cábala es una ofrenda al y del pueblo de Israel, aunque no todo el pueblo la haya recibido, principalmente rabinos y fanáticos que hoy mismo la rechazan en beneficio de lo religioso, lo moral y los usos y costumbres. Como se sabe la escuela rabínica y la cabalística conviven perfectamente diferenciadas en el seno del judaísmo, aunque hay rabinos activistas que sí dicen dedicarse a la tradición, es decir a la tradición rabínica, mientras que los cabalistas, muchos de ellos rabbís, a veces pasan desapercibidos en el entorno.

En definitiva, la antigua tradición judía denominada Cábala tomó del siglo I al VI de nuestra era, como hemos dicho, formulaciones netamente emparentadas con el pensamiento neoplatónico, la Tradición Hermética, los gnósticos, y por cierto de la secta de los cristianos primitivos nacidos en el seno del judaísmo, que se repetirá concretamente en la obra de autores cristianos como Dionisio Areopagita y posteriormente en el siglo IX en la pluma de Juan Escoto Erígena (División de la Naturaleza),15 y más adelante en la Edad Media. Como muchos de ellos, los que la conocieron, tomaron de la tradición de los hebreos, pese a que era oculta, elementos de distinta naturaleza, comenzando evidentemente por los cristianos.16

Por otra parte no está de más recordar la unanimidad de las tradiciones esotéricas en todo el mundo ya que todas se refieren en sus gnosis17 a una Tradición Primordial, Arquetípica, que está entretejida en la trama misma del hombre y del universo, lo que constituye para los hebreos la Shekhinah, la permanente inmanencia divina. Igualmente la Tradición Hermética accedió en el Renacimiento y sus epígonos18 a la tradición del pueblo de Israel, en lo que se vincula con la doctrina, la contemplación y la teúrgia, adaptándolas al modelo sefirótico, o mejor, se sintió expresada por ella dadas las analogías evidentes entre ambas tradiciones y el extraordinario aporte que ha constituido la Cábala hebrea incluso para la teosofía cristiana, el pensamiento sapiencial en general y para Occidente en particular.

Es claro que las interrelaciones culturales entre judíos y cristianos son constantes desde el comienzo de esta era, a tal punto que incluso el Maestro Jesús, obviamente judío, en muchas de sus prédicas se refiere tácitamente a distintos textos sagrados del Antiguo Testamento, que en este mismo momento está siendo leído por indefinidos cristianos, específicamente los protestantes. No en vano se habla de Occidente como la civilización judeo-cristiana, la cual incluye a Europa y América. A estas dos grandes influencias en el Corazón de Europa debe sumarse el antiguo paganismo, las tradiciones mistéricas y locales, los cultos agrarios, y fundamentalmente lo heredado de Grecia y Roma, y bastante posteriormente del Islam, también descendiente del cuerpo Abrahámico y secundariamente de la Biblia.19

De hecho, si la Cábala es una manifestación del pensamiento hermético y gnóstico (neoplatónico), es decir, del discurso griego presente en la Cábala en sus distintas etapas de construcción (siglo XII al XVII) y aún desde sus orígenes hasta el presente, pero adaptada al pensamiento religioso judío –según lo atestiguan sus principales estudiosos hebreos–, se debe lógicamente expresar en términos religiosos que, por otra parte, se transponen a términos universales de lo que es la Sabiduría Unánime o sea lo que ha sido siempre y siempre será, pues esta Sabiduría es para Israel la creadora universal, y por lo tanto no puede dejar de estar presente hasta el día de hoy, así se exprese de modo religioso o no.

Esto es válido para cualquier adaptación a usos y costumbres actuales, como lo hicieron los propios cabalistas en su momento adhiriéndose al pensamiento griego, formalmente conocido por politeísta y libre de prejuicios «morales», los que en verdad, son sólo usos y costumbres o mejor interpretaciones literales, propias de circunstancias geográficas e históricas que signan estas perspectivas.

A ello habría que agregar la relatividad de los términos en que se expresan en sus textos sagrados y libros de sabiduría que van cambiando de valor con los tiempos al punto de significar con el devenir a veces lo contrario de lo que querían decir en su momento y que generalmente y por distintos motivos se prefiere seguir usando de modo literal, cuando no interesado. Así los términos «temor a Dios» = respeto a lo sagrado o a los dioses, pecado = error, o arrepentimiento = conversión (aunque esta palabra es válida en su sentido etimológico y no actual) o humildad, bis a bis de las clases sociales20, o «misticismo» = gnosis (sabiduría), que ya ha sido advertido por los estudiosos del siglo XX, y también el concepto de justicia (Din) que se refiere a la Justicia Divina y no humana, etc.

De entrada todas estas experiencias están íntimamente ligadas a la vida del espíritu, es decir al intelecto y a la posibilidad del Conocimiento en el recorrido de la iniciación (tikún) y no tienen sino un valor relativo, por muy respetable que fuese en cualquier otro ámbito, donde podrían además resultar hasta contradictorias.

La Cábala (tradición) como la Shekhinah siempre se está haciendo y no es letra muerta, pues está presente en el corazón del ser humano, en su alma, y por lo tanto en todas las cosas y tiempos y sería matarla –como el racionalismo ha hecho con Occidente–, si se la tratara como algo fijo e inflexible, o como un estudio meramente histórico y no como siempre viva, paradójica y cambiante como es la cosmogonía que describe, en vez de algo estático, como por otra parte lo demuestra su desarrollo en el tiempo. Es decir, una poética del espacio y la vida, perpetuamente actual, de donde deviene su inmenso poder transformador.

NOTAS
12 Se nos puede reprochar que utilicemos este término, pero en realidad nos estamos refiriendo sólo al esoterismo presente en ambas tradiciones que, por otra parte, ha estado estrechamente interrelacionado desde el principio de nuestra era. Valga, desde ya, nuestro respeto, o mejor reverencia, por una y otra manifestación de lo sacro, loado sea.
13 Autor de himnos: «Oh Tú, que todo lo trasciendes, que estás más allá de todo, / ¿Acaso me es permitido cantarte llamándote de otra manera? / ¿Cómo celebrarte, oh Tú, que eres trascendente a todo? / ¿Con qué palabras dirigirte alabanzas? / Con ninguna palabra, en efecto, puedes ser nombrado, / Siendo el único sin nombre, engendras, sin embargo, / Todo lo que puede enunciar el verbo. / ¿Cómo puede contemplarte la inteligencia? / Pues Tú no puedes ser abarcado por ninguna inteligencia. / Siendo el único Desconocido, / Engendras, sin embargo, todo lo que el espíritu puede conocer. / Todo lo que puede decir la palabra y todo lo que no puede decir la palabra / Te proclama. / Todo lo que puede concebir el espíritu y todo lo que no puede concebir, / Te glorifica. / (…) / Lo abrazas todo no siendo ni Uno ni Todo. / ¡Oh Tú, a quien se invoca bajo nombres tan diversos, / ¿Cómo podré llamarte? / ¡Oh Tú, que eres el único a quien no puede llamarse! / ¿Qué celeste inteligencia podrá deslizarse bajo los velos / Que Te recubren con deslumbrante luz? / Ten piedad de mí, oh Tú, que estás más allá de todo; / ¿Acaso me es permitido cantarte llamándote de otra manera?». (Al Dios Desconocido o Innombrable). Ver también Himnos Orficos. Gredos, Madrid, 1987.
14 «El fin de la Antigüedad vio nacer nuevas formas religiosas que configuraron por mucho tiempo al judaísmo, al cristianismo y al paganismo. El encuentro de culturas en el seno de un Imperio romano que englobaba a la mayoría de las antiguas naciones del mundo civilizado obligó a unos y a otros a redefinir sus creencias y sus representaciones, y en particular el significado de sus prácticas religiosas y de sus ritos ancestrales. Los últimos filósofos paganos, amenazados y pronto acosados por los nuevos maestros cristianos del Imperio, revaluaron los ritos antiguos del paganismo integrándolos en su sistema de pensamiento y calificándolos de arte hierático y de teúrgia. Los cristianos, que acababan de liberarse definitivamente de las observancias judaicas, debieron explicar los ritos y los símbolos de su nueva religión: así nació la teología de los sacramentos. La figura principal del cristianismo que conceptualizó los sacramentos cristianos es el Pseudo-Dionisio.» Charles Mopsik. Les grands textes de la cabale, les rites qui font Dieu, cap. I: «Théurgie, magie et religion: les mots et les choses». Verdier, Lagrasse, 1993.
15 Se considera que tanto Eckhart (1260?-1327) como Nicolás de Cusa (1401-1464) están influidos por este tipo de visión esotérica.
16 Ver Dionisio Areopagita, Los Nombres Divinos, edición J. Soler, Editor A. Bosch. (Incluye la Teología Mística, Barcelona, 1980).
17 Recordar que la palabra griega gnosis significa sabiduría.
18 Gershom Scholem afirma que en el siglo XIX no hay publicaciones sobre cábala de autores judíos. Ella se propagó en cambio por autores cristianos como A. E. Waite y Eliphas Levi.
19 En algunas partes de América como México, y en otros sitios del continente en particular los que tienen caudal de indígenas han permanecido más o menos vivas las tradiciones precolombinas incluso han influenciado en la cultura occidental de esos países.
20 Lo mismo con este término respecto al cristianismo o con el de «pobres de espíritu» siempre mal interpretado.