PRESENCIA VIVA DE LA CABALA
FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS
 
CAPITULO VI
LOS HASIDIM

Moshé Hayim Luzzatto
E
l ciclo de vida de este sabio de Padua fue exactamente de cuarenta años (1707-1747), tiempo en el que gracias a la perspicacia de su inteligencia penetró la esencia de Cábala, renovándola en su expresión por el uso del método lógico en consonancia con el momento histórico que le tocó vivir, y por una lengua, la hebrea, que contribuyó a vivificar adaptándola a los tiempos modernos, todo ello aunado y supeditado a una total adhesión a la doctrina imperecedera e inmutable del esoterismo judío. Es más, él mismo reconoció (y por ello fue duramente reprimido, perseguido, sancionado y tratado hasta de hereje) que sus escritos cabalísticos no eran invención suya, sino que un Magid se los dictaba en momentos de contemplación y concentración.273

Mientras meditaba sobre un yihud, me adormecí, y cuando desperté oí una voz: «He descendido para revelarte los secretos escondidos del Rey Santo». Permanecí temblando unos momentos, después me restablecí y la voz no cesó de revelarme cosas misteriosas. Al día siguiente a la misma hora, tomé la precaución de encontrarme solo en mi habitación y entonces la voz se volvió a manifestar para revelarme otro secreto, hasta el día que me reveló que era un Maguid. Tres meses más adelante, me transmitió otros yihudim para cumplir cotidianamente con el fin de merecer la visita del profeta Elías… Después el profeta Elías vino a contarme secretos celestes; y anunció seguidamente la venida de Metatron, el gran Príncipe de los Angeles.

Esta influencia espiritual lo invistió de un poder supranatural, siendo toda su vida un canto al Misterio y una entrega constantemente renovada a la actualización de las verdades eternas que inteligió desde muy temprana edad. Se dice que a los 14 años conocía de corazón y en su totalidad la Cábala de Luria, a los 15 escribió su primer libro sobre esta temática y con menos de 20 se constituyó a su alrededor un círculo de estudio místico sobre el Zohar, con una clara tendencia mesiánica. Todas estas actividades, unidas a su prolífica labor de escritura y transmisión de textos cabalísticos, hicieron recaer sobre él innumerables sospechas y ataques procedentes de rabinos literalistas y dogmáticos que no dejaron de amonestarlo, prohibiendo incluso la difusión de sus enseñanzas y escritos esotéricos, hasta el extremo de hacerlos quemar.

Luzzatto, cuyo sobrenombre es Ramhal, era plenamente consciente del estado de degradación de la Ciencia Sagrada en sus días y de la imperiosa necesidad de mantenerla viva, misión que asumió aun y las innumerables adversidades y dificultades que le rodearon. Dice así en su libro Hoqer U-Mequbal:

Y como aquéllos que estudiaron extrajeron su conocimiento sólo del libro, los escribas fueron cada vez más escasos, hasta que la Ciencia se encontró en el estado en el que se encuentra hoy, a saber, confusa para aquéllos que la estudian. Son muy pocos los que descienden hasta la profundidad de las cosas, y ni siquiera ellos ven por completo la belleza de la Ciencia.

Por todo ello me he dicho: «Ha llegado el tiempo de obrar para el Eterno», se acabó el tiempo de murmurar y de avergonzarse diciendo: ¿Quién soy yo para hablar frente a los más grandes y mejores que yo, ante los grandes que desde siempre han sido hombres de Dios?, pues hay un tiempo y un momento para cada cosa, y el versículo dice: «Hablaré de Tus testimonios ante los reyes y no me avergonzaré»: se refiere a la Toráh, y debemos estudiarla para satisfacer a nuestro Creador.

La corona de la Toráh ha sido ofrecida, aquél que quiera beneficiarse de ella, que venga y que se beneficie, pues ella no deja de irradiar su luz de vida, y los hábitos luminosos de la Shekinah son los secretos de la Torah: «y en Su templo todo dice ¡Gloria!» Y eso no es todo, pues todos los detalles y refinamientos de la Torah reposan sobre ella. Estas cosas, a saber, todas esas hileras de sabios, sus decisiones y sus restricciones, parecen poco importantes para aquéllos que no han sido iluminados por la gran luz, y los hombres las hollan con los pies. Sólo esta Ciencia permite ver y conocer hasta dónde llegan las cosas y cómo se mantienen en las alturas del mundo.

Por ello he decidido componer este escrito de manera ordenada y agradable, a fin de desvelar la grandeza de esta gran Ciencia a los ojos de los hijos de Israel, pues la filosofía y el discernimiento tratan siempre injustamente a esta gran Ciencia, como si fuese un sirviente insolente que pretende dominar a su señora. (…)

Por todo ello he compuesto este escrito en forma de discusión entre un filósofo y un cabalista, para que así, siguiendo el hilo del diálogo, aparezca todo aquello de lo que los filósofos acusan a esta Ciencia y, al mismo tiempo, aparezcan las respuestas del cabalista al replicar a su antagonista.274

Por lo que se ve, en tiempos de Luzzatto continúa viva la polémica que en la Sefarad del siglo XIII enfrentó a los partidarios de la filosofía aristotélica encabezada por Maimónides y la tendencia neoplatónica que defendían otros pensadores, corrientes que buscaban el mayor número de alistados en sus filas y que con frecuencia se oponían encarnizadamente, dándose empero el caso (como ya hemos visto en Azriel, Nahmánides y Cordovero) de que muchos cabalistas pusieron el método lógico al servicio de especulaciones mucho más profundas tendentes a la metafísica, lo que es evidente también en la actitud y las obras de Ramhal, en particular en el texto citado anteriormente. En este opúsculo tan didáctico y ordenado en la exposición aborda los temas principales de la Cábala luriánica, a saber el de la tsim tsum, el Adam Qadmon, la rotura de los vasos, las sefiroth, los mundos y sus niveles, los rostros, la derecha y la izquierda, la restauración y muchos más, realizando una síntesis magistral y renovada, pues sus propias experiencias espirituales están vertidas en el texto, tan es así que la frase-saeta que lanza con mayor vehemencia es ésta: «Comprende hoy y establece en tu corazón», en clara alusión a la necesidad de vivenciar interna e intelectualmente la enseñanza esotérica para que su mensaje intemporal renazca a cada instante en el corazón del iniciado. Sirva como ilustración de todo lo dicho hasta ahora este fragmento del diálogo:

Cabalista: (…) Por ello diremos que tras haber examinado atentamente Su voluntad, bendito sea Su nombre, vemos que es todopoderoso, sin límite ni fin. Y sin embargo, hemos descubierto que en el presente obra de manera finita, cumpliendo una acción limitada en función del servicio de los hombres, y que todo depende del número de actos.

Del mismo modo, la creación del mundo ha sido hecha según los límites que El ha querido establecer, y no según toda Su potencia ni según Su infinitud, pues si hubiera creado según toda Su potencia y Su infinitud, las criaturas también habrían sido infinitas. Por ello diremos con certeza que es menester comprender dos cosas en Su voluntad: aquello que podría haber querido y aquello que ha querido. Lo que podría haber querido no tiene límite ni fin, y lo que ha querido está medido y limitado por Su voluntad. ¿Es cierto todo esto?

Filósofo: Sí, se trata verdaderamente de un hecho que no se puede refutar.

Cabalista: Ahora debemos asignar nombres a estos grados para que nos sea posible hablar de ellos, pues sin nombres no es posible hablar de las cosas, ni distinguir las unas de las otras convenientemente. Los nombres que los cabalistas han dado a estos dos aspectos son «Ein-Sof», bendito sea, y «sefirot».

Ein-Sof, bendito sea, es la voluntad tal y como hubiera podido ser, aquélla que no tiene ni término, ni medida, ni fin; las sefirot son aquello que El ha querido, con límite, y aquello que está constituido por los atributos particulares que El ha querido. (op. cit.).

Y más adelante el filósofo, al empezar a vislumbrar el alcance de la Ciencia Sagrada, asevera:

He aprendido de ti una ciencia vasta y profunda. Ahora debo inscribirla sobre las tablas de mi espíritu y meditarla constantemente cada día, pues sé que todos los días de mi vida no serán suficientes para alcanzar el término de esta gran ciencia. He aquí el fundamento que he recibido de ti.

Lo que nos recuerda esta meditación de A. Kaplan aparecida en su obra sobre el Sefer Yetsirah, y que es compartida por todos aquellos que se adentran en los senderos internos de la Cábala:

Por esta razón Dios es llamado Ain Sof, literalmente «el Infinito». Se puede ascender más y más hacia la infinitud, pero nunca se puede conseguir. La infinitud puede permanecer como una meta, pero es sólo una meta que señala en una dirección y no un fin que puede tácticamente ser conseguido. Lo mismo es cierto del infinito Ain Sof…275

Ciertamente, nuestro autor no escatimó ni un esfuerzo para escribir y re-escribir los conocimientos que había recibido de sus maestros y que él reconocía inscritos en su alma, lo que se concretó en una rica y variada obra que toca muchos ámbitos del saber (su erudición era grande, pues conocía perfectamente el hebreo, el italiano, el arameo, el griego, el latín y el francés) y en la que de muy variadas formas y con diferentes lenguajes trasluce un interés por reflejar la sabiduría perenne y su traducción e influencia a diversos niveles y planos de la existencia.

Sus principales textos sobre Cábala son: Kelah Pithei Hokhmah (Las 138 Puertas de la Sabiduría), Deek Etz ha-Hayyim, Hoqer U-Mequbal (El filósofo y el cabalista), Zohar Tinyana (El Segundo Zohar), Addir ba-Marom (comentario al Idra Rabba del Zohar), Ma’amar ha Ge’ullah (Afirmación de la Redención), Daat Tevunot (La Sabiduría del Alma), Mishkney Elyon (Secretos del Templo Futuro), Derekh Hashem (El camino del Eterno). Tiene también un importante tratado de moral ascética y mística, el Mesilat Yesharim (El sendero de rectitud), que ha dejado una profunda huella en la ética del pueblo judío hasta nuestros días. Pero como hemos dicho, sus escritos –40 de ellos sobre Cábala, aunque no todos han sobrevivido–, más los de poesía, teatro, las obras teológicas, las morales y las filosóficas, se inspiran en principios universales y son traducciones y adaptaciones de un pensamiento arquetípico a distintos niveles y grados, lo cual no fue siempre comprendido por muchos de los rabinos y de los pretendidos intelectuales judíos de su época, de los que no recibió más que críticas y objeciones. Y sin embargo, después de su muerte cada cual ensalzó lo que le convino: los hasidim, reconocieron su aportación a la vivificación de la Cábala; los moralistas, su gran contribución a la reedificación ética del pueblo de Israel; y los maskilim o racionalistas, valoraron algunos de sus escritos al considerarlos una renovación de la estética que marcaría el inicio de la literatura judía moderna.

Es imposible abarcar todos los temas cabalísticos que Luzzatto iluminó; de ellos queremos empezar por destacar el del Hombre Primordial o Adam Qadmon, al que como ya hemos visto Luria concedió tanta importancia, visualizándolo como el símbolo del «reino metafísico» anterior a la Manifestación universal, y que Luzzatto retoma una y otra vez en sus meditaciones, pues aún perteneciendo a esa región de la que nada podría decirse por exceder toda intelección, es sin embargo aquélla en la que se concibe y de la que emana la posibilidad de Ser. En el libro La Cábala del Ari Z’al según Ramhal, loado sea, se dice:

En el principio, nada existía a parte de su Presencia, siendo su luz o energía de una gran intensidad; en Su proximidad ninguna existencia era posible. Su primer acto en esta creación fue el de contraer Su luz en un cierto espacio, con el fin de disminuir su intensidad, y permitir así la existencia de las criaturas. Después de esta contracción, un rayo de Su luz penetra en este espacio vacío, y forma las primeras sefiroth. Un primer mundo; «Adam Qadmón» fue creado y de él salieron otras luces-sefiroth. No habiendo receptáculos individuales, estas luces retornaron a sus fuentes y volvieron a salir diferenciadas. Esto se denomina ‘Olam Ha ‘akudim (el mundo de los vinculados).276

Luzzatto ahonda en la significación de este símbolo tan arcano y enigmático, el cual no debe verse nunca como una imagen fija de la deidad, ni como un Dios antropomórfico hecho a medida de los parámetros racionales-sensitivos del ser humano. Adam Qadmon sería el prototipo del Cosmos pensado por el Pensamiento divino; lo supraconsciente tornándose consciente de la conciencia e ideando un modelo para revelar sus posibilidades de manifestación. Este es pues el Hombre Primordial, diseñado en la región de la Nada infinita y que se proyecta como un Todo ordenado, como un hombre gigantesco a partir del cual emanan todos los mundos, planos, grados, modalidades, seres y especies de la creación:

Siendo la intención del Creador prodigar el bien a sus criaturas, todos los niveles de la creación fueron ubicados en su lugar con el fin que El les emanara Su bondad, de una manera que les fuera posible recibirla. El primer orden por el que la luz emanada fue formada en diez sefiroth se denomina Adam Kadmom, «el Hombre primordial»; éste es la unión entre Rechimu [huella o rastro] y Kav [rayo], y es a partir de esta primera configuración que todos los mundos emanaron.

Rechimu es la exterioridad y Kav la interioridad. De Adam Kadmon, estando tan próximo a Ein Sof, nada podemos captar de su naturaleza, sino solamente de aquello que ha emanado de él por sus sentidos, que nosotros llamamos sus ramas.

De Adam Kadmon han salido varios mundos, de los que cuatro se llaman vista, oído, olfato y palabra, que emanaron respectivamente de sus ojos, orejas, nariz y boca. En el lenguaje de la Cábala no utilizamos los nombres de las partes del cuerpo más que para ilustrar el poder esotérico de dichas fuerzas. Se sobreentiende que no existe en estos niveles ninguna forma física. Cuando son utilizados nombres tales como boca, orejas u otras partes físicas, la finalidad es describir el sentido interior o la posición que ellos representan. (ibid.)

Leyendo a este autor ya tan cercano a nuestros días sorprende la proximidad en cuanto a la expresión de sus escritos y la simultánea intemporalidad de sus contenidos, referidos en todo momento a la búsqueda interior, espiritual, en la que el alma es siempre la mediadora y vehiculadora del proceso. Al cabalista se le transmite que ella es la materia prima sobre la que empezar a investigar, porque todo está registrado en su entramado. Debe entonces dedicarse día tras día a descifrar su mensaje, a desenrollar el rollo en el que están grabadas las claves del orden tanto microcósmico como macrocósmico, pues ya se sabe que el alma reúne en sí estas dos facetas: una que mira hacia la densidad del cuerpo y que es individual, y otra universal que recibe los efluvios del mundo de los principios y a los que hace retornar todos los seres y las cosas una vez cumplido su ciclo de manifestación. De este modo, el cabalista deviene un lector del alma; muy lentamente va resiguiendo una y otra vez cada letra revelada que la conforma. Deletrea con paciencia el alefato, luego encadena palabras y oraciones, hasta que de pronto integra el mensaje, lo elabora, y descubre para su sorpresa que el hallazgo, que el mensaje, que el tesoro de la mismidad o la identidad, ya lo llevaba puesto277:

Pues, si se considera la noble extracción del alma, se desprende que en su naturaleza debe haber aquello que posibilita el logro de la más grande perfección posible al final. Es sólo que desde arriba le dicen: «¡Ve a empequeñecerte!», hasta que retorna a su status original elevándose por medio de sus actos. Pero no debe entenderse que es de menor estatura en su creación y que llega a la grandeza subsecuentemente, pues no hay nada nuevo bajo el Sol. Ocurre justamente lo contrario. Es noble en la grandeza de su origen y luego disminuye para regresar finalmente a su estado original. De cualquier modo, el final del proceso es lo primero que se contempla. Asimismo es la perfección del hombre la que se proyecta primero, tras lo cual sigue la disminución, para ser seguida a su vez por una ascensión gradual y llegar así a la perfección establecida en el comienzo.

Toda esta exploración del y en el mundo intermediario, Luzzatto la desarrolla en su libro La Sabiduría del Alma; ante este título uno se podría preguntar: ¿cómo es que aprehendiendo la sabiduría impregnada en la psiqué se conocen los misterios de la totalidad de la Creación? Ramhal responde, a través de un profundo y complejo diálogo entre ésta y el intelecto, que la generación y gobierno del mundo son análogos a los del alma, pues uno solo es el hilo que teje el tapiz de la Manifestación, e idénticas las leyes que lo rigen y modulan:

Uno de los principales fenómenos creados por el Eterno es la medición y los límites, pues en Su estado abstracto no hay límites ni medidas. Mas en conformidad con Su deseo de que hubiera un orden de niveles, El creó todo con medida, y dispuso las criaturas por nivel, una debajo de la otra, de la primera a la última. Y en cada nivel, El midió cuanto habría de imperfección y cuanto de bien y perfección. Y según esa medición, así fue la naturaleza de cada nivel en particular con todas sus facetas y modalidades, donde todas operan dentro de sus propios contextos, cada una dentro de su propio marco. Debido a que el Eterno manifiesta conjuntamente dos cualidades –el ocultamiento y la iluminación de la presencia– se engendran el alma y el cuerpo, siendo éste último inferior en su naturaleza al alma. (op. cit.)

Y no deja de referirse en muchas de sus páginas al tema tan importante de la Mala Inclinación o del Otro Lado, cuyo despliegue ocasiona el mal, reconociéndolo –en un discurso exento de morales, juicios o prejuicios–, como una de las ideas necesarias para dar curso a todas las posibilidades de la creación, tal como podemos percibir en estos fragmentos:

Vemos que si Dios quisiera revelar todas las demás cualidades de Su perfección, como son todas las cualidades de bien, se definirían solamente en términos de afirmación del bien, y su revelación no podría incluir la manifestación del mal. Pero en Su deseo de revelar Su Unidad, la cual comprende la negación del mal, fue posible crear el mal y negarle un dominio y una existencia absoluta, para que estuviera manifiesto todo el espectro de esta cualidad.

Y, así como ocurre con la conducción divina, así es con la creación: las creaciones toscas e indeseables proceden únicamente del ocultamiento de Su presencia, de que El no las ilumina con su santidad, mientras que las creaciones nobles y espirituales proceden del brillo de Su presencia. Y es sobre estos cimientos que se efectúa la fusión de cuerpo y alma: el cuerpo y todas sus operaciones proceden del ocultamiento de la presencia y el alma y todas sus operaciones proceden de la luminosidad. Y el propio hombre es el perfeccionador y el perfeccionado.

La idea es que el Eterno hace el bien en forma directa, por medio de Su influencia de bien, pero el mal no es más que la ausencia y la suspensión de Su influencia, en mayor o menor grado.

Porque en definitiva de lo que se trata es de abarcar la realidad y plenitud de la Unidad del Ser:

Pero volviendo a nuestro tema, al hablar de «unidad», se entiende que hablamos de la negación de todo lo que no es unidad. Y esto surge como un principio general que rige todas las infinitas cualidades de Su perfección. Es decir, que con respecto a toda cualidad o perfección que El posea, siempre se debe comprender que no hay otro fuera de El, que El no tiene opuesto, que no hay nada que pueda refrenarlo, y todo esto se resume en Su «unidad», tal como explicamos antes. (…)

Alma: Por favor, haz una síntesis de lo que me has explicado hasta ahora, porque ya has dicho mucho.

Intelecto: El principio es breve y de fácil aceptación. La Voluntad Suprema quiso revelar y hacer manifiesta la verdad de Su Unidad: que no existe ningún otro poder en absoluto contrario al de El. Y es sobre esta base que El construyó Su mundo con todas sus leyes. El propósito del ocultamiento de Su presencia y de que El permitiera la existencia del mal es la revelación última de Su Unidad, la erradicación del mal y la manifestación de la unidad de Su reino.

E insiste de forma reiterada en este texto que lo que el ser humano puede conocer es la Cosmogonía, el gobierno del mundo y las leyes que lo regulan, sin que esto signifique, como veremos más adelante, que se le cierren las puertas a la vivencia de lo supracósmico:

Alma: La idea de la creación. ¿Es posible o no es posible entender cómo algo salió de la nada?

Intelecto: Ya te he dicho que nos resulta imposible comprender cómo actúa el Eterno, es decir, el modo en que realiza Sus actos. Sólo podemos investigar aquello sobre lo que actúa y el orden en que actúa. Ahora bien, yendo a tu pregunta, esta materia que El creó es absolutamente original, y El la creó en su omnipotencia exaltada, de un modo que no podemos comprender. Lo que sí podemos comprender es el orden en el que El actuó para crearla, pues al comprender esto, comprendemos solamente las etapas del acto.

Y no vayamos a creer que esta intelección consiste en la aplicación de una sistemática racional para catalogar un artilugio mecánico de ínfimas o magnas proporciones que llamamos universo y que se aprehende a través de un proceso analítico o discursivo, sino que como muy bien testimonia Luzzatto:

Y si El desea revelarles las fuerzas específicas que regulan el universo, una en conjunción con la otra, tal como afirmaron nuestros sabios (Jaguigá 12 b): «¿Sobre qué se sostiene la Tierra? Sobre las columnas, y las columnas sobre las aguas… y a todos los sostiene la mano del Eterno», El le mostrará al profeta muchas esferas, una dentro de la otra, donde cada esfera externa hace girar a la interna, y el mundo en el centro, y El supervisa y sostiene a todos. Y cuando El desee revelarle la interrelación graduada de todas las fuerzas, donde una surge de la otra, y el mundo inferior surge de todos ellos, El le mostrará muchos niveles, uno bajo el otro, y el mundo debajo de todos. Y cuando desee revelar el contraste entre los niveles más cercanos a Dios y los más alejados de El, en el orden de sus niveles, y de acuerdo con esos atributos que están más cerca de Su perfección, y los que están más lejos de El, y que están más relacionados con el plano terrenal, El les mostrará muchos niveles, uno contenido dentro de otro, como una recámara dentro de otra, o una prenda encima de otra, y el mundo inferior afuera de todos, alejado de todo.

Además, El le mostrará todas estas visiones en forma simultánea –si desea revelarle todas estas cosas que hemos mencionado y sus ramificaciones, de una sola vez– aunque se contradigan entre sí…

Simultaneidad y totalidad indicadoras de que dicha sapiencia alcanzable por el ser humano es, sin embargo, de naturaleza suprahumana, o sea que el que conoce no es el individuo con sus limitadas capacidades lógico-formales, sino la conciencia del Ser uno y único que se conoce a sí mismo a través de sus criaturas, siendo el hombre la que ocupa una posición central, pues es imagen y semejanza del Santo, bendita sea.

Por estas y otras ideas relacionadas con la venida del Mesías y la función reparadora del hombre en el orden y armonía de la creación,278 Luzzatto tuvo que abandonar Italia y exilarse en Amsterdam; también allí fue amonestado y censurado, por lo que continuó su periplo acompañado de su familia hacia Tierra Santa, donde finalmente se le pierde la pista, y se cree que muere cerca de Tiberíades afectado por una epidemia. Pero su presencia pervive, tal la unión indestructible de todas aquellas almas que se han identificado con la inmortal Alma del Mundo en esos ámbitos de la conciencia allende las esferas temporales y espaciales; regiones siempre reales, permanentes y actuales a las que se accede por la vía intelectual-intuitiva que promueve la realización espiritual. Esto nos hace mencionar también el tema de la resurrección, tan mal comprendida si no negada en la actualidad, y a la que Ramhal se refiere en diversas ocasiones. Vida, muerte y resurrección son facetas inseparables de una misma realidad, así como los tránsitos necesarios para poder ir ascendiendo las gradas del pensamiento, hasta el acceso al estado primordial, simbolizado por el Santo Palacio interno en el que «mora» lo infinito. Dichas muertes y renacimientos experimentadas por todo ser humano que emprende el viaje espiritual de identificación con el Sí mismo, no entran por otro lado en contradicción con la idea de la resurrección en tanto que reintegración de todos los seres y las cosas en el Principio cuando se cumpla el tiempo de este ciclo cósmico. Dice Luzzatto:

Pero gracias a que el Creador no ocultará completamente Su presencia para siempre, pues una chispa de Su luz iluminará la oscuridad del ocultamiento de Su presencia para que así perdure el universo, el cuerpo tampoco se disolverá del todo, y el alma no lo abandonará totalmente, sino que ocurrirá lo que nuestros maestros recibieron por tradición: hay en los huesos un elemento revividor denominado «vapor óseo» que mantiene a los muertos hasta la resurrección, para que los que resuciten no sean nuevas creaciones, sino las mismas que murieron, como está escrito (Isaías 58, 11): «Y el Eterno colmará tu alma en tiempos de sequía y reforzará tus huesos».


Incluso la muerte, que es la más grande negación del mundo, no es una negación completa, pues hay resurrección. Así que aunque el cuerpo retorne al polvo, permanece, según sabemos, un hueso llamado «luz», del cual ha de reconstruirse el mismo cuerpo. (ibid.)

Luz es una palabra hebrea que se refiere tanto a una ciudad escondida e inviolable en la que se aloja el Espíritu279, como a una partícula espiritual que se alberga en el ser humano. Aunque no podemos extendernos sobre esta cuestión tan importante desde el punto de vista iniciático y esotérico, sí queremos aportar este fragmento de un estudio de René Guénon que promoverá el establecimiento de muchas analogías y correspondencias simbólicas:

Volvamos a la palabra hebrea luz, cuyos diversos significados son muy dignos de atención: esta palabra tiene ordinariamente el sentido de «almendra» (y también de «almendro», designando por extensión tanto al árbol como a su fruto) o de «hueso» (de una fruta); ahora bien este hueso es lo más interior y oculto, y está completamente cerrado, de donde la idea de «inviolabilidad» (que se encuentra también en el nombre del Agartha). El mismo término luz es también el nombre que se da a una partícula corporal indestructible, representada simbólicamente como un hueso muy duro, y a la cual el alma permanecería ligada después de la muerte y hasta la resurrección. Del mismo modo que el hueso (de una fruta) contiene el germen, y los huesos el tuétano, este luz contiene los elementos virtuales necesarios para la restauración del ser; y esa restauración se operará bajo la influencia del «rocío celeste», vivificando las osamentas resecas; a ello alude, del modo más claro, la siguiente frase de San Pablo: «Sembrado en la corrupción, resucitará en la gloria». Aquí como siempre, la «gloria» se refiere a la Shekinah, contemplada en el mundo superior, y con la cual el «rocío celeste» tiene una estrecha relación, como antes pudimos observar. El Luz, siendo imperecedero, es, en el ser humano, el «núcleo de inmortalidad», al igual que el lugar designado con el mismo nombre es la «morada de inmortalidad»: ahí se detiene, en ambos casos, el poder del «Angel de la Muerte». Es en cierto modo el huevo o embrión del Inmortal; puede compararse también con la crisálida de donde habrá de salir la mariposa, comparación que traduce exactamente su papel en relación con la resurrección.280

Por tanto, aunque quizás aún no seamos plenamente conscientes de ello, Luzzatto nos ha conducido hasta las puertas del núcleo o corazón de la Cábala, umbrales que todo iniciado podrá franquear si se le otorga tal gracia celeste, sin olvidar empero que su investigación y entrega no debe decaer ni un solo día de su existencia. Precisamente, Ramhal aporta en su libro 138 Puertas de Sabiduría281 nuevas claves para seguir el trazo cada vez más sutil de la Nada poderosa e infinita que atrae irresistiblemente al cabalista. Este voluminoso texto presenta los temas de la revelación de la unidad y su mismidad, el de las sefiroth y sus relaciones, las letras y los nombres, el tsim tsum, el Adam Qadmon, el mundo de Nekudim, las 288 chispas, el mundo de la reparación, los Partzufim y todos sus niveles, relaciones y conexiones, etc., todos ellos como puertas para penetrar en la experiencia viva y encarnada de estas realidades espirituales. Extraemos sólo algunos fragmentos de esta obra tan profunda y sintetizadora de la Cábala, que milagrosamente se escribió en el siglo XVIII y que ha hecho posible que su influencia y vigor llegue hasta hoy.

Puerta 112.

Abba revela los poderes mentales como un todo, Imma en detalle.

Abba es el misterio de los tres Poderes Mentales de Zeir Anpin –pero como un todo, como un germen en el cerebro del padre. Imma es una revelación de los Poderes Mentales de Zeir Anpin: en Imma son preparados en detalle como un embrión en el vientre de su madre.

Habiendo discutido la función de Abba e Imma, examinémoslos con más detalle.

Abba es el misterio de los tres Poderes Mentales de Zeir Anpin –pero como un todo… como ya se ha discutido, Abba e Imma son una extensión de Hokhmah s’tima’ah que lleva a los poderes mentales de Zeir Anpin (Kether-Hokhmah-Binah) al nivel necesario. No obstante, hay una diferencia entre Abba e Imma –tal como hay una diferencia en el rol del padre y la madre al producir su descendencia conjunta. Inicialmente la descendencia está en el varón en potencia, como un todo único e indiferenciado, y es así como ella lo abandona. Ahora bien, la hembra diferencia el embrión en sus detalles durante la Preñez hasta que las señales del embrión creciente se pueden discernir claramente desde el exterior.

Así es en lo anterior: Abba e Imma contienen ambos en su interior a los Poderes Mentales de Zeir Anpin, y su papel es sacarlos a la luz. No obstante, cuando Abba lo hace los produce como un todo simple e indiferenciado; pero en el caso de Imma, ellos son discernibles en su seno incluso durante el Embarazo, y aún más después de darlos a luz.

… como un germen en el cerebro del padre. Pues el germen se origina en el cerebro, donde está incluido como un todo único. E incluso cuando emana, lo hace como un todo indiferenciado.

Imma es una revelación de los Poderes Mentales de Zeir Anpin: en Imma son preparados en detalle como un embrión en el vientre de su madre.

Aquí tenemos al misterio de Hokhmah y Binah: Hokhmah es general, mientras que Binah es el proceso de pensar (hitbonenut) aplicado al concepto general de Hokhmah, analizando las cuestiones en detalle. De acuerdo con ello, Abba se extiende para proporcionar una revelación general de los Poderes Mentales, e igualmente Abba los produce como un todo global. En Imma, los Poderes Mentales se diferencian en sus detalles, y del mismo modo cuando Imma realiza su función maternal, revela sus componentes detallados como un embrión en el vientre de su madre.

Puerta 121.

Conclusión de Zeir Anpin durante el embarazo, la lactancia y la madurez.

Desde el principio Zeir Anpin fue hecho como Diez Sefiroth por medio de la unión de los Poderes Mentales en las Seis Direcciones –pues ellos no radiaron de este modo en el mundo de la desolación. Zeir Anpin es pues descrito como estando en posesión fija de Netsah-Hod-Yesod, mientras que los otros aún necesitan ser revelados en acto. Todo el periodo de la Preñez es un proceso de preparación gradual para permitir que Hesed-Gueburah-Tifereth sean revelados. Inmediatamente al producirse desde Imma, Zeir Anpin está en posesión fija de Hesed-Gueburah-Tifereth, y decimos que Hokhmah-Binah-Daath están en el proceso de venir.

Reparar Netsah-Hod-Yesod de manera que Hesed-Gueburah-Tifereth puedan revelarse sobre ellos requiere todo el periodo del Embarazo. Y reparar Hesed-Gueburah-Tifereth para que Hokhmah-Binah-Daath puedan revelarse sobre éstos requiere todo el periodo del amamantamiento, para que ellos se vayan suscitando constantemente por etapas de la manera necesaria. Aun así, la purificación inicial no está completa verdaderamente hasta los primeros veinticuatro meses de Amamantamiento, porque sólo entonces queda completa la purificación de Hod-Yesod-Malkhuth.

Sólo hemos podido ofrecer unas pinceladas del fecundo legado de este cabalista, poeta y cantor de realidades intelectuales-espirituales del siglo XVIII, pero estos trazos son suficientes para percatarnos que la llama del Espíritu seguía avivada en su tiempo, y que merced a lo anunciado por Pico de la Mirándola en una de sus conclusiones mágico-cabalísticas, esa flama arde aún en la actualidad.

Quien copule a media noche con Tifereth, obtendrá que toda su generación sea próspera,

lo que no es sino el símbolo de la hierogamia entre el Alma y el Espíritu en el mismo corazón del ser, análogo al del mundo, y de la fecundidad que este Amor promueve.

NOTAS
273 Los datos de la siguiente cita proceden del Instituto Ramhal de Jerusalén y están [estaban cuando la edición del presente libro] publicados en Internet: http://ramhal.com/Biographie.htm
274 Moshé Hayim Luzzatto. El filósofo y el cabalista. Ed. Indigo, Barcelona, 1998.
275 Aryeh Kaplan. Sefer Yetsirah. El libro de la Creación. Equipo Difusor del Libro, Madrid, 2002.
276 La Kabbalah du Ari Z’al selon le Ramhal. Traducción y comentarios de Rav Raphaël Afilalo. Beit Ramhal, Jerusalén, 2004.
277 Rabí Moshé Jaim Luzzatto. La Sabiduría del Alma. Un diálogo entre el Alma y el Intelecto. Ed. Obelisco. Barcelona, 2002.
278 Escribe Ramhal: «Observemos ahora el progreso del mundo, la diferencia entre las generaciones pasadas y las actuales. Porque, en verdad, el que analice esto se maravillará ante el fenómeno de los hombres que corren de un lado para otro, sin cesar, día y noche, cada uno por su propio camino, cansados y fatigados. ¿Y para qué trabajan? ¿Para obtener comida y bebida? Para cosas vanas, para un mundo que no es nada: hoy aquí, mañana en la tumba. Pero el que observe bien notará que no para esto fue creado el hombre; mejor es que se dedique por completo a la meditación de la gloria del Creador que fue para eso para lo que fue creado y para lo que se le concedió tanta inteligencia y tantos conocimientos, y no para que se dedique a comerciar y a realizar otros emprendimientos igualmente irrelevantes.» (op. cit.).
279 Dice René Guénon en El Rey del Mundo: «Entre las tradiciones a las que nos referíamos hace un momento, hay una que presenta un interés particular: se encuentra en el judaísmo y se refiere a una misteriosa ciudad denominada Luz. Este nombre era originariamente el del lugar en donde Jacob tuvo el sueño a consecuencia del cual lo llamó Beith-El, es decir ‘casa de Dios’. (…) Se dice que el ‘Angel de la Muerte’ no puede penetrar en esa ciudad y no tiene ningún poder en ella; y por una aproximación bastante singular, pero muy significativa, hay quienes la sitúan cerca del Alborj, que es igualmente, para los persas, la ‘morada de inmortalidad’. Cerca de Luz existe, se dice, un almendro (llamado también luz en hebreo) en cuya base hay un hueco por el que se penetra en un subterráneo; y ese subterráneo conduce a la ciudad misma, que está completamente oculta. La palabra Luz, en sus diversas acepciones, parece por otra parte derivada de una raíz que designa todo lo que está escondido, cubierto, velado, silencioso, secreto; y hay que tener en cuenta que las palabras que designan el cielo tienen originalmente ese mismo significado».
280 Le Roi du Monde, Eds. Gallimard, París, 1993.
281 Rabbi Moshe Chaim Luzzatto. 138 Openings of Wisdom. The Azamra Institute, Jerusalén, 2005.