He aquí un organismo cuyas partes se
enlazan constantemente unas con otras produciendo la diversidad de
todas las manifestaciones. Podemos entrar en él en cualquier
momento, al comienzo, al medio o al fin, aunque de aquí jamás
se entra ni sale. Porque para él siempre es ahora en recurrencia
instantánea y total; de su ser cualquier fragmento es la totalidad.
No en el panteísmo de su insignificancia. Sino como un modelo
a escala de una Inteligencia Viva, que también se expresa en
la existencia que ella misma crea. Instaura un orden sin el que nada
es posible. Aunque esa estructura sea móvil, tal vez anárquica
como la inteligencia misma. Al menos contradictoria o paradojal, como
la vida y la magia.
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