PRESENCIA VIVA DE LA CABALA
FEDERICO GONZALEZ - MIREIA VALLS
Biblia de Josuah Ibn Gaon. Calendario de festividades (1310)
Biblia de Josuah Ibn Gaon. Calendario de festividades.
España, Soria? c. 1310. Pergamino. 28,4 x 22,6 cm.
París, Biblioteca Nacional, ms. Hebr. 21. Folio 4 v.
CAPITULO IV
LA CABALA DE CASTILLA (1)

Joseph Chiquitilla
Después de la eclosión de la Cábala catalana en el siglo XIII, es a finales de éste que surgen tres grandes cabalistas en Castilla que son: Joseph Chiquitilla, o Gikatilla, Abraham Abulafia y el autor presunto del Zohar, Moisés de León (Moseh ben Sem Tob de León). Chiquitilla había sido discípulo de Abulafia y junto con él practicaron la cábala del lenguaje, es decir que trabajaban con las letras del alfabeto hebreo en operaciones de gematría, notarikon y temurah, o sea el Tséruf. Esto implicaba infinidad de combinaciones, ya que las letras del alfabeto hebreo –como las del griego– tienen asignadas distintas numeraciones que son también cantidades, que relacionadas entre sí, ofrecen una expresión de posibilidades para quien quiera laborar con ellas. Este tipo de especulación ha sido en gran parte la labor de Ramón Llull en su Arte Combinatoria, sin proponer una influencia directa de Chiquitilla, o mejor aún de los métodos de Abulafia.

En cambio Chiquitilla y Moisés de León no insistieron tanto en estas combinaciones y cálculos sino que respetando a la Cábala lingüística la aplicaron a la teoría de las emanaciones o sefiroth. Es decir, le dieron una posibilidad teosófica al profundizar sobre la cosmogonía y las emanaciones o Nombres Divinos, los que agregan indefinidas proyecciones, sobre todo a partir del Sefer Yetsirah. La Cábala lingüística o sea la metafísica del lenguaje es para ellos un complemento de la concentración sobre los Nombres Divinos siguiendo en esto a la escuela de Provenza y Gerona.

Chiquitilla escribió en el tercer cuarto del siglo XIII un tratado extraordinario llamado Puertas de Luz (Sha'aré Orah) donde nombra las sefiroth en orden inverso al que normalmente son expuestas, ya que casi todos los diversos textos anteriores desarrollan las sefiroth como la emanación del Principio Supremo en diversas etapas igualmente sagradas hasta llegar a la Reina-la Novia, es decir, Malkhuth, el receptáculo de todas ellas. Inversamente, Chiquitilla emplea en este texto el camino ascendente, o sea, de Malkhuth a Kether. Hoy la investigación ha descubierto cuatro manuscritos anteriores del autor sobre el tema, más bien tres, pues uno de ellos constituye un libro también importante en la obra de Chiquitilla llamado Las Puertas de Justicia (Shaaréi Tsédéq) y por lo tanto el autor ya estaba totalmente interiorizado con los temas que Puertas de Luz trata.

El escrito que estamos comentando se refiere, tal como los de otros cabalistas, a los Nombres de Dios y el autor desde el prefacio de su obra ya lo hace saber, porque previene de la majestad de todo aquello que tiene que ver con la Cábala y de lo peligroso que puede ser para quien con una mente poco apropiada se quiere internar en ella. En el prólogo de esta obra ya se empieza a hablar que el temor de Dios es principio de toda Sabiduría y que ese ánimo de respeto a lo sagrado es el que ha de tener aquel que pretende tener acceso a la Cábala:

Si a los ángeles de Arriba se les advierte no mencionar el nombre del Bendito Dios, cuanto más verdadero será para los mortales que algún día se pudrirán en sepulturas. Cuánto más ofensivo será para aquel que haya tentado [para sus propios propósitos] usar profanamente la Corona de su Creador, especialmente en estos días cuando nadie es experto en mencionar los Sagrados Nombres y los usos prácticos de su aplicación.

Tales personas traerán sobre sí mismas sólo su propia ruina. Como han dicho nuestros Sabios:

"Cualquiera que no tienda a la glorificación de su Creador estará mejor no habiendo sido creado.

Escucha mi voz, hijo mío, y presta oídos a mi consejo.

Hijo mío, si los pecadores te tientan, no te entregues." (Proverbios 1,10)

Si dicen, "Acompáñanos y te daremos los Nombres y las incantaciones que pueden ser empleadas prácticamente", hijo mío, no les acompañes. Mantén tus pasos y abstente de seguir sus caminos, pues esos Nombres y sus aplicaciones son verdaderamente una red (jábega) para atrapar almas que solo serán conducidas a la ruina.

Posteriormente desarrolla las diez sefiroth, los diez Nombres Divinos y como dijimos los va siguiendo desde la realidad más inmediata que es la Reina, la Shekhinah sagrada, enumerando de esa forma los nombres de la Deidad comenzando por los del Reino.113

No en vano se ha denominado a la Cábala de Sefarad como la Cábala de la Luz, lo que este libro constata desde su título a su contenido en el que describe un camino ascendente en medio de la luz de las sefiroth, por el influjo de las (Shefá) todas sagradas, que conforman un cuerpo orgánico donde la emanación de la Inteligencia, fecundada por la Sabiduría y presidida por la Corona se refleja en cada una de las sefiroth e iluminan con distintos esplendores nombres y numeraciones, la majestad de lo sagrado, bendito sea.

El estudio, la concentración-meditación, la oración (téfilah) permanentemente centrada en el Arbol Sefirótico, el sacrificio (hacer sagrado) y la sujeción al orden cósmico que es el que fija la Ley, así como el rito perenne de la unión de opuestos y la fidelidad al cielo que es el que fija los canales, o caminos de uno mismo, al tiempo que se va accediendo al destino, o sea a la libertad, son los métodos que han caracterizado siempre a la Cábala y que ya se encuentran presentes en Chiquitilla, que recoge la Tradición de su pueblo y la revivifica, como han hecho los sabios una y otra vez hasta el presente.

Y se presupone esa luz, esa enseñanza que llega también a ser increada, y es la que fija junto con el sonido de los nombres y la perfección de los números y las letras, una y otra vez todas las cosas. Este texto bien puede ser por su discurso y sus indefinidas relaciones el trabajo especular de toda la vida de sus discípulos, o aprendices empeñados en ello. A través de su lectura se promueven innumerables imágenes, a veces fugaces, otras más claras que constantemente juegan y espejan la geografía del pensamiento cabalístico, como hemos dicho verdadero cuerpo de luz que, como el Vajra hindo-budista-tibetano refleja la brillantez visible de la armonía universal, y de la iluminación mediante uno de sus múltiples reflejos.

Y para conocer, el cabalista se somete a un duro rito cotidiano, sin esperar nada al mismo tiempo que va advirtiendo mediante chispas, y fulgores, que él mismo forma parte de ese cuerpo de luz. Iluminación interna, no exterior, donde toma conciencia de su identidad en lo Sagrado, y se vive como habitante de ese espacio otro.

Charles Mopsik sintetiza con exactitud Puertas de Luz en un capítulo que llama "Estructura y dinámica del mundo divino" de su obra sobre El Secreto de la Unión de David y Betsabé, también de Gikatilla.

En unas pocas líneas, muy densas, Yoseph Chiquitilla expone la quintaesencia de la doctrina teosófica y teúrgica de la Cábala. Como es sabido, el mundo de la emanación está constituido por una sucesión de diez sefirot, llamadas aquí "niveles superiores". Esas sefirot se encuentran conectadas unas a otras y el derramamiento divino que les confiere la existencia procede de la primera de ellas, la fuente de la emanación, llamada Corona suprema que nuestro autor identifica en su libro Las Puertas de la Luz (capítulo 10) con el Infinito. Raíz primordial situada en la cima de la jerarquía, esta sefirah vierte su influjo vivificador en el "tronco del árbol" de las emanaciones, la sefirah Tif'eret, también llamada "nombre" o "gran nombre", porque está representada por el Tetragramatón (YHVH). Todas las sefirot se entroncan en este eje central como sendas ramificaciones, transmitiéndose el fluido divino unas a otras por medio de las conexiones que las unen, y que se llaman canales. El conjunto de los "niveles" de la emanación suma diez, pero constituye una perfecta unidad gracias a una pareja o díada de "funciones" dinámicas que mantienen su cohesión y se identifican a su vez con cada una de ellas, funciones denominadas "derramante y recipiente". Es así como cada sefirah cuenta con dos facetas o rostros; por uno recibe el influjo existenciador de la sefirah situada encima de ella, y por el otro derrama su influjo en la que se sitúa por debajo. La presencia de la estructura dual, por la cual los diez grados de la emanación son sólo uno, autoriza a Yoseph Chiquitilla a afirmar lo siguiente: "Todas las carrozas y todos los niveles de la emanación obedecen a la forma derramante-recipiente y ése es el secreto de la androginia".114

En Puertas de Luz Chiquitilla transfiere el nombre YHVH al Arbol Sefirótico atribuyendo las dos primeras letras al plano de Atsiluth, la V a las sefiroth de construcción y la segunda H a Malkhuth. Otros cabalistas ubicaron cada una de las letras correspondiéndose con los planos o mundos en que se subdivide el Arbol: Atsiluth, Beriyah, Yetsirah y Asiyah.

Puertas de Luz fue de los primeros tratados cabalísticos impresos y vio ediciones en Riva de Trento y Mantua en 1561 seguidas por muchas otras. Igualmente tuvo una traducción al latín que en el Renacimiento italiano se hizo muy conocida, la del veneciano Paolo Ricci llamada Portae Lucis.

En la Jewish Encyclopedia de 1906 en una entrada firmada por K. Kohler y M. Seligsohn puede leerse respecto a Chiquitilla:

Al igual que su maestro, Gikatilla se ocupó de las combinaciones místicas y las transposiciones de letras y números; sin duda, Abulafia le consideró como el continuador de su escuela (Jellinek, B. H. iii. p. XI.). Pero Gikatilla no era un adversario de la filosofía; por el contrario, trató de reconciliar la filosofía con la Cábala, manifestando que aquella es la fundación de ésta. Sin embargo, él se esforzó por la ciencia más alta, esto es, el misticismo. En general sus trabajos representan un desarrollo progresivo de penetración filosófica en el misticismo. Su primer trabajo muestra que tenía conocimiento considerable de las ciencias seculares, y que estaba familiarizado con las obras de Ibn Gabirol, Ibn Ezra, Maimónides, y otros.

Y más adelante:

A los siete cielos los identifica con los siete planetas. Tiene a Maimónides en gran estima aún cuando se opone a él, y le cita muy a menudo. Otras autoridades citadas por él son Ibn Gabirol, Samuel ibn Nagrella y Abraham ibn Ezra. En su "Me'irat 'Enayyim", Isaac b. Samuel de Acre critica severamente a Gikatilla por el uso excesivamente libre del Nombre Sagrado.

De hecho, este comentario al Sefer Yetsirah es uno más entre los que se escribieron en la época ya que Scholem ha detectado cerca de 150 y puede que haya más durante esos años tanto en Provenza como en Cataluña y que todos pertenecieran a una misma corriente de luz que anidó en esos lugares y también en Castilla donde se escribió el principal tratado (El Zohar) que, como hemos dicho, coronó toda la transmisión de este tiempo hacia el devenir, esparciendo su sabiduría y que ha llegado a los cristianos, una rama del mismo árbol.

Y lo recordamos porque pertenecemos a la misma corriente de pensamiento de los que escribieron estos textos y de los que los siguieron, como fue el caso de los transmisores que así repetían el rito de la Tradición: recibir, aceptar, devolver. Porque todos ellos se refieren no sólo a una metafísica común sino también a una cosmogonía tradicional y unánime, pese a las diferencias de origen, lengua, tiempo y espacio.

El traductor de una nueva versión al francés de Puertas de Luz, Georges Lahy, anota115:

Shaaréi Orah es una enciclopedia de los Nombres divinos y una nomenclatura de las relaciones que mantienen entre sí las palabras de la Torah y los Nombres de Dios. Gikatila revela el método que permite desnudar a cada palabra de sus capas externas, con el fin de acceder al Sod, el grado de la hermenéutica. Cada relato o personaje de la Biblia representa entonces un aspecto de los distintos atributos de lo divino. Aunque la Cábala sea una disciplina esotérica, Gikatila quiere que la enseñanza de Puertas de luz sea comprendida con claridad. No obstante, el entendimiento de este libro requiere un buen conocimiento de los principios fundamentales de la Cábala y en particular del sistema sefirótico, que Gikatila pormenoriza capítulo por capítulo, sin exponer nunca verdaderamente sus principios básicos; el maestro considera que su lector ya es un estudiante informado.

En efecto, el estudio reiterado sobre el diagrama sefirótico, las especulaciones (en el sentido etimológico del término) sobre sus múltiples aspectos y las analogías que se van produciendo en este espacio intelectual, hacen que la relación sujeto-objeto se vaya incorporando en el cabalista, que pasa así a concebirse como un punto más que luminoso de la luz increada en la inmensidad de los estados del Ser Universal, con los que pretende identificarse, siendo la respuesta sus distintos estados de conciencia.

Moshe Idel, autor de la introducción histórica a Puertas de Luz116 en inglés, refiriéndose a la Cábala de Castilla afirma:

Rabbí Joseph Gikatilla fue una parte integral de este grupo dinámico, y publicó algunos de los escritos más influyentes. Es más, según los descubrimientos más recientes de Yehuda Liebes, los escritos posteriores de Gikatilla no solo ayudaron al entendimiento del Libro del Esplendor sino que también tuvieron influencia sobre las discusiones zohárdicas. Esta teoría aumenta dramáticamente la importancia de Gikatilla en general y en los paralelos entre el Libro del Esplendor y Puertas de Luz en particular.

De hecho, las similitudes, y aún las diferencias entre Chiquitilla y Moisés de León no dejan de transparentar un origen doctrinal común en cuanto a las formas religiosas judías, especialmente en lo que atañe al Arbol de la Vida Sefirótico, ya que éste admite diferentes perspectivas en la visión de los distintos estudiosos, igualmente válidas, pues finalmente se conjugan en lo esencial, lo cual sucede asimismo con las diversas tradiciones metafísicas entre sí.117

Por su parte, Charles Mopsik ha traducido y anotado El Secreto de la Unión de David y Betsabé, antes citado, que fue publicado junto con otros en una miscelánea cabalística de Ferrara en 1556, aunque el manuscrito que maneja el autor está en la Biblioteca Nacional de París.

El texto se divide en dos partes claras: en la primera se habla de la organización del Cosmos, basada en el Arbol Sefirótico; la segunda trata de la Androginia divina, impresa en la creación permanentemente dual y dividida en la manifestación por opuestos que se atraen para complementarse, tal el hombre y la mujer que tratan de unirse para reconstruir el Andrógino Primigenio.

En esta parte de su estudio Mopsik rechaza curiosamente una influencia neoplatónica y sin embargo destaca al Corpus Hermeticum como posible inspiración de Chiquitilla, aunque sostiene que el andrógino ha estado presente siempre en la Tradición Hebrea. Este es el texto del Corpus Hermeticum que señala (1, 18):

Cuando se hubo cumplido el período, fue disuelta, por voluntad de Dios, la ligazón de todos los seres. Puesto que eran andróginos, fueron separados, a la vez que el hombre, y se convirtieron, por turno, unos en varones, otros en hembras.118

Pero pone su énfasis sobre la segunda parte, que en verdad es el tema central de este breve opúsculo –aunque no deja de lado la parte cosmogónica– y en este sentido es fundamental pues el texto trata de la Androginia divina, el papel de lo femenino y lo masculino, el amor, etc. Este mismo autor ha tratado el tema en distintas publicaciones como: Le sexe des âmes, Cabale et cabalistes y Les grandes textes de la cabale119 y en ellas señala más de una vez a la dualidad en el seno de la deidad suprema, es decir en Kether, lo cual es propiamente cabalístico en verdad, pero reñido con la propia tradición religiosa monoteísta, como ya lo hemos señalado más atrás; y esto en sí ha levantado siempre sospechas entre el rabinato, y por tanto persecuciones en los más diversos ámbitos.

La Androginia fundamentalmente es unidad, aunque en ella late de modo implícito la dualidad, asunto que es una imposibilidad lógica para En Soph, que no tiene ninguna determinación así ésta se llame número, ser, afirmación, verbo o luz, y menos aún sexo.

Por este motivo Issac el Ciego ponía a En Soph "fuera" del Arbol Sefirótico, lo que no fue así para los grupos de Sefarad que lo colocaron en la parte más elevada de Kether. Esta "discusión" subsiste entre los cabalistas actuales.120

Siguiendo con nuestro discurso publicamos aquí fragmentos de este tratado traducido al castellano del francés y hebreo por Miriam Eisenfeld:

Sabe que quien conoce el secreto de los niveles superiores y de la emanación de las sefirot, según el secreto de la tierra y el cielo y del cielo y la tierra, conocerá el secreto del vínculo de todas las sefirot y el secreto de todas las creaciones del universo: cómo unas reciben de las otras. Todas reciben la potencia emanativa (koah 'asilut), alimentación (parnasa), subsistencia (qiyum) y vitalidad (haym) de parte del Nombre, bendito sea. Aquel que conozca esta vía sabrá cuán grande es la potencia del hombre: bien cuando cumple los 613 mandamientos, reparando así los canales de todo derramante y recipiente, bien dañando los canales e interrumpiendo los influjos.

Sabe que a veces el hombre cumple un mandamiento y repara todos los canales, desde las primeras emanaciones hasta el final de todos los recipientes, y ese es llamado "Justo fundamento del mundo" (Proverbios 10, 25), como Moisés nuestro maestro –que la paz esté con él– del que se dijo: "Con él hizo la justicia de YHVH y sus decretos en favor de Israel" (Deuteronomio 33, 21). O bien, el que se entrega a la Torah sin descanso repara todos los canales y acerca la Paz a la Realeza y, si se puede decir, es como si él mismo hiciera el Nombre (ha-Sem), bendito sea…

Sabe y cree que en el comienzo de la creación del hombre a partir de la gota de esperma, aquél cuenta con tres asociados: su padre, su madre y el Santo Bendito Sea. Su padre y su madre para realizar la forma del cuerpo y el Santo Bendito Sea para realizar la forma del alma. Cuando un ser de sexo masculino es creado, forzosamente su cónyuge de sexo femenino es creado simultáneamente, porque en el mundo superior nunca se fabrica una media forma, sino sólo una forma entera.

Y no se produce arriba un alma que no contenga masculino y femenino, como en el versículo: "Hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza" (Génesis 1, 26). Y fue escrito: "masculino y femenino fueron creados el día que los creó" ¡por supuesto! Este es el secreto [del versículo]: "mis sabats guardaréis y mi santuario temeréis" (Levítico 19, 30); "mis sabats", ¡por supuesto! "Recuerda y guarda".

De este modo, en el momento de su creación, el hombre fue creado andrógino por el alma. Es decir, dos rostros, una forma que es masculina y femenina. Y con el alma de tal macho creó el alma de su compañera hembra, según el secreto de: "Sopló en sus narices un alma de vida" (Génesis 2, 7), según el secreto del: "Masculino y femenino los creó" (Génesis 1, 27), según el secreto de: "tomó uno de sus costados" (Génesis 2, 21), y según el secreto de: "Adán dijo: esta vez es el hueso de mis huesos y la carne de mi carne, ésta será llamada mujer ('isah) pues del hombre ('is) fue tomada, por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una carne una" (Génesis 2, 23-24).

Al hilo de estas consideraciones, recuperamos de nuevo el texto Carta Santa sobre la relación entre marido y mujer que como ya apuntamos en el anterior apartado, y según estudios actuales, parece que pudiera deberse a la pluma de Chiquitilla y no a la de Nahmánides. En este breve pero importante tratado se aborda también el tema de la androginia divina impresa en la entraña más profunda del microcosmos (y por analogía en el macrocosmos), por lo que el ser humano reproduce en el mundo de abajo la polarización arquetípica del mundo de arriba. Esto hace que la relación y entrega total del hombre y la mujer encierre un alto valor simbólico, ya que no es sino una imitación de la cópula permanente de las dos corrientes con las que la deidad se manifiesta, y por la que constantemente se unifican, restitución que el acoplamiento de la pareja humana contribuye a efectivizar. La unión carnal tiene entonces, para el que la vive con una gran apertura de la conciencia, una repercusión más allá del ámbito físico y de la psiqué inferior, incidiendo en las esferas universales más sublimes y aún en la de la primera conjunción, a saber, la de la Inteligencia y la Sabiduría en el mismo seno de la Unidad. He aquí una cita de Charles Mopsik escrita para el prólogo de la edición francesa de Verdier121 a este opúsculo:

Para esta epístola, unirse a una mujer y procrear no son actos menores. Son las gestas primeras y fundadoras de la fábrica de lo humano, o para retomar una vez más los términos de los cabalistas, estos actos reproducen y amplían aquí abajo el Cuerpo místico de Dios, el Chiur Qomah122, dándole la posibilidad de perpetuarse en el tiempo, de edad en edad. Acoplarse y procrear son actos percibidos como prácticas cultuales, como servicios religiosos ofrecidos a Dios. Pero gracias a la concepción antropomórfica que han elaborado los cabalistas y de la que han hecho un sistema de pensamiento coherente y complejo, estas prácticas, incluso si están integradas en el culto, no pierden en nada su carácter íntimo y personal. A partir de ello, en lugar de abandonar toda dimensión amorosa y sensual, se ha investido el culto religioso de una sexualización del mundo divino. Pues el hombre como imagen o reflejo de la plenitud divina es al mismo tiempo macho y hembra, polos unidos en lo alto, pero separados aquí abajo, unidad que solamente la pareja humana restituye. Una vez casados, el hombre y la mujer se conjugan con el fin de formar una unidad que es a la vez la reconstitución de la unidad de la plenitud divina y un individuo singular. Engendrar un cuerpo y permitir la venida de un alma debe ser visto como un acto de total compromiso con la historia de la salvación, pues es hacer obra litúrgica en favor del Mesías.

La vida corporal y la vida espiritual deben estar muy estrechamente asociadas, hasta entrelazarse de forma indisociable para reproducir lo humano; esto es, según los términos de la Carta, una forma que reconstituye aquélla de la cual el infinito se reviste para manifestarse progresivamente a través del conjunto de los mundos. Engendrando según las recomendaciones indicadas, la pareja hace de lo humano un acontecimiento divino, da nacimiento a un fruto santo que es una etapa del proceso de Redención, entendida ésta como el estadio último y pleno de la manifestación del Chiur Qomah.

El acoplamiento y el engendramiento ocupan un lugar y una función eminentes en la buena marcha del proceso teogónico y cosmogónico orientado hacia la salvación, –salvación de la divinidad que alcanza así su expresión en plenitud, y salvación de lo humano, que cumple su misión y deviene práctica y visiblemente lo que es: el "rey" de las realidades de lo de arriba y de lo de abajo, según los términos de la Carta a propósito de Salomón (fin del capítulo VI), que ocupa por fin su verdadero lugar sobre el "trono de Dios" (ibidem). Ciertamente, un Dios que se deja destronar así, que crea igualmente al hombre con este fin, y que no es plenamente él mismo si el hombre no es plenamente él mismo, ya no es de ninguna manera el Dios de la teología clásica.

Por lo que la relación sexual, su esencia, el tiempo idóneo del acoplamiento, los alimentos que la benefician y las maneras propiciatorias denotan un fin teúrgico, un acto poderoso por el que el ser humano se deifica o cosmogoniza al mismo tiempo que la divinidad efectiviza su plenitud, y todo en una unidad indisoluble e indestructible. Al respecto, Mopsik añade:

Para el autor de la Carta, sus recomendaciones no pertenecen ni al dominio del ars sexualis ni al de la piedad religiosa aplicada a la relación sexual. Lo que importa a sus ojos no es la conformidad con un modelo social o institucional de buenas maneras, de savoir vivre, o de piedad familiar, y no es en nombre de una moral para el control de las pasiones que se prodiga en consejos. Su fin es animar a los lectores a reconocer en la relación sexual un lugar eminente en el ámbito de los actos teúrgicos fundamentales, y a ver en ella y a hacer de ella aquello por medio de lo cual la estructura formal del mundo de las sefiroth es imitada, reproducida aquí abajo, de manera que un alma divina sea atraída a un cuerpo, que la divinidad acceda a un grado de expresión y expansión suplementario y que, haciéndolo, el tiempo de la Redención se acerque.

Para terminar diciendo:

Tras las apariencias de un discurso que exhorta a la piedad, la Carta Santa es una introducción a la creación teúrgica de un hombre renovado, liberado del peso de la impureza contraída por Adán, y que tiene su lugar aquí abajo entre los peldaños de la manifestación divina. No es que se pueda hacer una lectura sin connotación alguna de piedad ordinaria sólo hasta la aparición de la palabra "santidad", la cual es empleada a menudo en el texto y forma parte de su título. Desde el primer capítulo, el autor de la epístola nos declara: "santo" quiere decir parecerse "al Nombre" en todos sus actos, devenir una rama del Arbol de las sefiroth representando el Tetragrama, el Nombre de cuatro letras del Dios de Israel. Esta ambivalencia de la expresión "el Nombre" (Hachem), designación vernácula, casi profana del Señor (YHVH), y símbolo de la estructura del fundamento del ser, de las diez sefiroth emanando del Infinito, es sin duda utilizada para permitir una doble lectura: una lectura piadosa para un público popular y una lectura iluminada para los iniciados capaces de acceder a las nociones sutiles de la doctrina teosófica y de comprender las significaciones precisas y metafísicas de los términos corrientes y con frecuencia demasiado vagos de la religión tradicional.

Así este cabalista de la Edad Media, al igual que muchos de sus compañeros, rescató las simbólicas arraigadas en su Tradición, tal el caso de la androginia, –desnudándola de ideas preconcebidas, de morales siempre cambiantes o de costumbres limitadoras– y se sirvió de ellas como soporte para restituir los indefinidos estados del Ser Universal, así como para sumarse a la recreación permanente del macrocosmos luminoso que simultáneamente se iba edificando en su interior, y para mantener una teúrgia viva como punto de apoyo para la experiencia del misterioso e indefinible ámbito de la metafísica, en el que incluso el Nombre inefable es reabsorbido en la Nada Ilimitada.

NOTAS
113 Queremos recordar la potestad de Adán de nombrar todas las cosas en el Paraíso Terrenal. Efectivamente al nombrar esas entidades se las crea, o mejor se las recrea en otro plano al interpretar su esencia, otorgándoles de esa manera sus propios atributos; vale decir sus límites, colores o sonidos en el resto de la comunidad de entidades del concierto universal, o sea, las letras, las palabras y las numeraciones que conforman su discurso teúrgico.
114 R. Yosef Chiquitilla. El Secreto de la Unión de David y Betsabé, introducción, traducción, notas y texto hebreo de Charles Mopsik. Riopiedras Eds., Barcelona, 1996.
115 Joseph Gikatila: Les portes de la Lumière. Ed. Georges Lahy. Roquevaire, 2001.
116 Rabbi Joseph Gikatilla, Gates of Light (Sha'are Orah), traducción de Avi Weinstein, Harper Collins Publishers, New York, 1994.
117 Aunque se dice que estas últimas están muriendo por un exceso de velocidad, que al microcosmos también le toca por las leyes de la analogía; pero este es un secreto sagrado, Alabado Sea.
118 Textos Herméticos, introducción, traducción y notas de Xavier Renau Nebot, Editorial Gredos, Madrid, 1999.
119 Charles Mopsik, Le sexe des âmes, Editions de L'Éclat, Paris-Tel Aviv, 2003; Cabale et cabalistes, Editions Albin Michel, Paris, 2003; Les grandes textes de la cabale, Éditions Verdier, Lagrasse, 1993.
120 En todo caso, no puede dejar de haber una identidad indisoluble en la Cábala entre En Soph y Kether, aunque son distintas las formas en que los percibe la intuición intelectual, ya que En Soph se refiere a la Posibilidad Universal y Kether sólo a uno de los mundos o humanidades indefinidas.
121 Lettre sur la Sainteté. La relation de l'homme avec sa femme. Igueret ha-Qodech. Verdier, Lagrasse, 1993.
122 En una nota a pie de página dice Mopsik a propósito de este término: "Esta expresión significa literalmente: 'medida de la estatura'. Esta nos conduce a una doctrina antropomórfica que se enraíza en el judaísmo antiguo y que conoce importantes desarrollos dentro de la filosofía judía, el pietismo askenazí y la cábala medieval" (pág. 9, nota 7).